Han pasado algo desapercibidas dos noticias que juntas pueden haber cambiado el ánimo geopolítico, económico e industrial sobre la automoción y el coche eléctrico en los últimos días.
Hace pocos días en Estados Unidos se encontraba una de las minas de litio más grandes del mundo, con unos depósitos estimados de más de 20 millones de toneladas métricas. Fue muy pocas fechas antes de que la presidenta del Parlamento Europeo, Úrsula von der Leyen, proclamase a los cuatro vientos una investigación sobre los subsidios del Gobierno chino a sus marcas. Subsidios que supuestamente propician los bajos precios con los que estas pueden ofrecer sus coches en nuestro continente.
El depósito, situado a los pies de un antiguo volcán inactivo en McDermitt, Nevada, el depósito mide 45 kilómetros de largo y 35 km de ancho. Es difícil afirmar que es el mayor depósito del mundo, porque el que hoy día está cuantificado como el más grande es el situado entre Chile y Bolivia, con 21 millones de toneladas métricas.
Es evidente que esta noticia “golpea” el poderío chino sobre recursos minerales esenciales de tres industrias estratégicas hoy día: la de aparatos electrónicos inteligentes tales como teléfonos, tabletas o portátiles; la tecnología termosolar (las famosas placas fotovoltáicas) y, por supuesto, la que nos compete, la de las baterías para coches eléctricos. Aunque también podríamos incluir una cuarta, la de reactores nucleares y la producción de su energía.
Por supuesto, hasta que la extracción de ese mineral pueda comenzar serán necesarios como mínimo tres años de diseño de las instalaciones, permisos, catas, montaje...
Las consecuencias de este hallazgo provocarán previsiblemente la caída del precio de un mineral que cada día se revela más como no tan escaso en nuestro planeta. Un descenso que por supuesto influirá a la baja en el precio de los coches. Y de todos los coches, no solo de los fabricados en China, sean de marcas nativas del país o no.
Por otro lado, también se reducirá la presión de los fabricantes en cuanto a proveerse de este mineral hasta ahora indispensable, facilitando adicionalmente la labor de la industria -en forma de tiempo- en sus labores de investigación, por ejemplo en las baterías de estado sólido.
Otra de las novedades que pueden desequilibrar la balanza se encuentra en un motor. Pero en uno muy especial. Uno que no necesita imanes, ni por tanto esas denominadas “tierras raras” que necesitan para acrecentar su eficacia. Estos 17 minerales, muchos realmente escasos, también se encuentran en mayor proporción en China que casi en ningún otro lugar del mundo.
Lo llamativo del caso es que mientras Europa se asustaba por la gran afluencia de marcas chinas al Salón de Múnich y su avanzada tecnología, centrando la atención de todos, Mahle presentaba el que denomina como “motor perfecto” con relativamente poca atención en ese mismo Salón.
El motor puede funcionar a una potencia elevada gracias a un transmisor sin contacto que garantiza la ausencia de fricción entre dicho transmisor y el rotor que genera el movimiento. Y de ahí su elevado par de empuje, pero también su elevada eficiencia, al evitar pérdidas energéticas por el rozamiento. Una cualidad que también le permite prolongar la vida útil durante más tiempo sin sufrir desgastes ni averías.
Pero paciencia, querido lector, porque este motor no será producido en masa antes de 2027, según Mahle, la empresa de componentes alemana. Una compañía no sólo de reconocido prestigio, sino que también figura entre los 25 primeros suministradores de piezas del mundo. Vamos que es un anuncio confiable.
...antes de vender la piel es de personas sabias. Por eso no hay que cantar victoria demasiado pronto. China tiene otro as bajo su manga con el que puede retrasar el avance de la industria mundial y seguir beneficiándose de cierta ventaja. Y es un eslabón decisivo: la producción.
El “país del dragón” no sólo domina las materias primas sino que también controla el procesado y refino de las mismas. De hecho, buena parte de dichas materias han de viajar hasta China desde diversas partes del mundo para sufrir ese procesamiento.
Pero ¿por qué domina ese refinado? Gracias a su conocimiento en varias de sus áreas clave. Por ejemplo, en cuanto a cómo diseñar las fábricas para el aprovechamiento óptimo de cada una de las tareas a realizar y también en términos de seguridad y sostenibilidad. Igualmente en cuanto a la química y tareas a realizar con las materias primas. Finalmente, en cuanto a la construcción de las herramientas e instalaciones necesarias para la ejecución de cada uno de los pasos. O sea, porque es capaz de hacer todo lo que hay que hacer, de hacerlo correctamente y con menos inversión y tiempo.
La experiencia y know how de las empresas que realizan esta labor tiene un elevado valor, que otras empresas habrán de obtener. Y deberán conseguirlo a marchas forzadas si es verdad que el resto del mundo pretende profundizar en lo que se está denominando como la “desconexión china”.
Una afirmación que no es sólo nuestra, sino que acaba de reconocerlo Eric Norris, el presidente de Albermale, una de las principales empresas del mundo en cuanto a conversión de litio y otros minerales. Lo ha remarcado en declaraciones a prensa estadounidense, como por ejemplo, Fastmarkets. “En la actualidad, el mayor reto al que nos enfrentamos a escala mundial es la capacidad de conversión [de los minerales] y la competencia de construir esa capacidad de conversión a tiempo, dentro del presupuesto y fuera de China”.
Según Norris, su compañía está tratando de conseguirlo. “Muy pocas firmas han probado que puedan hacerlo. Es muy costoso de alcanzar; hay muchísimo que aprender. Albermale está en la senda, pero necesitamos que muchas otras empresas nos acompañen en esa curva de aprendizaje”, decía refiriéndose a suministradores en diversas tareas y niveles de producción.