No es infrecuente ver en las playas del litoral español, además de excesos de ciertos turistas, reclamos gastronómicos como el del típico desayuno inglés a base de huevos, judías de lata y panceta.
Nada que ver con otros destinos del Mediterráneo, como las islas griegas o Cerdeña, donde el alcohol es más caro y el visitante extranjero se conforma con la gastronomía local.
Jaume Bauzà, consejero de Turismo de Baleares, asegura que desean para las islas "un tipo de turismo calidad, que tenga respeto por el medioambiente". ¿Pero, cómo conseguirlo? Desde el sector apuestan por diversificar. O reinventarse, como algunos establecimientos de zonas tradicionalmente tomadas por turistas de borrachera.
Para ello, como recuerdan Juan Manuel Colom, propietario de un club de playa en Magaluf (Mallorca), y Gaspar Rodríguez Pastor, director comercial de un hotel en la playa de Palma, han realizado reformas integrales en sus respectivos establecimientos en busca de ese tipo de turistas.
María José Aguiló, de la Federación Empresarial de Hoteleros de Mallorca, y Miguel Sánchez, propietario de una cadena hotelera de Málaga, apuntan como alternativas el turismo gastronómico, de conferencias, cultural y patrimonial.
Con cerca de 72 millones de turistas en 2022, España ocupa el segundo puesto en la lista mundial, por detrás de Francia, de los países más visitados.