Adiós a la adolescencia para Tesla. La compañía de Musk acaba de cumplir 20 años el pasado 1 de julio, abandonando definitivamente sus años “teen”. Un hito que está celebrando a lo grande exhibiendo unas entregas de 466.140 eléctricos en todo el mundo en el segundo trimestre. Los de Musk no paran de romper récords y ya suman 888.000 coches entregados a mitad del año en todo el mundo. Es una cifra que le pone a tiro sus objetivos de vender 1,8 millones de coches en 2023. Y rompen récords no sólo los de sus propias ventas.
Los de Austin (Texas) han conquistado sorprendentes logros como compañía. Que el auge a nivel mundial del vehículo eléctrico no hubiera sido el mismo sin Tesla, no lo duda nadie. Y gracias a ello se ha convertido en el fabricante de automoción más valioso del mundo, con una capitalización bursátil de unos 500.000 millones de euros. Un dato que después de quince años de números rojos ahora sí se basa en una sólida producción, en el liderazgo en software para eléctricos, en una red de cargadores que supone un enorme respaldo a sus ventas, en un pionero de la tecnología en baterías y en un importante inversor en la del coche autónomo. Esto le ha merecido la vitola más de compañía tecnológica que de fabricante de coches.
Pero otros hitos más mensurables son:
-En mayo de este año, el Model Y fue el coche más vendido del mundo de todos los segmentos, no sólo eléctricos. Es la primera vez que un coche eléctrico lo logra.
-En los primeros tres meses del año, adelantó a Audi en cuanto a ventas a nivel mundial.
-En los primeros cinco meses del año, el Model Y supuso el 14,4% de todas las ventas de eléctricos de los principales 18% países de la Europa occidental, según Schmidt Automotive Research .
-Acaba de recuperar su récord de velocidad en Nürburgring con su Model S Plaid Track Pack.
-Todo esto lo ha hecho con sólo cuatro modelos, los Model S, X, 3 e Y. Sin embargo, el 96% de sus ventas del último trimestre proceden de los Model 3 e Y.
-En España no para de romper sus récords de ventas: 1.752 matriculaciones en junio frente a las 1.160 de mayo y un total anual de 5.304 unidades, según ANFAC. (La marca más vendida en España en los seis primeros meses fue Toyota con 41.336 unidades).
Pero hay que recordar algo que pocos tienen en cuenta. En 2010 Tesla llegó a un acuerdo con el que ya era uno de los más grandes fabricantes del mundo: Toyota. Y si no hubiera sido por el gigante japonés, la historia de Tesla quizá hubiera sido otra. Fue de la japonesa de quien Tesla obtuvo su primera fábrica, al comprarle unas instalaciones en Fremont (California) que habían sostenido la producción de una asociación previa de la japonesa con General Motors.
Pero también obtuvo los primeros conocimientos para la producción en masa de automóviles. Toyota a cambio adquirió 50 millones de dólares en acciones -el 3% del total,que luego vendería en 2016- de una ya prometedora start-up.
Musk quería iniciar en Fremont la producción del Model S, su primer modelo, que estaba planificado ¡como un coche para siete ocupantes! a un coste de unos 58.000 dólares de entonces. Tesla sólo fabricaba el biplaza Tesla Roadster en aquel momento, a un precio de 100.000 dólares.
Por entonces el gobernador de California era el actor Arnold Swarzenegger, pero de quien Musk obtuvo un “empujoncito” decisivo fue del gobierno federal estadounidense (¿sólo entonces?). Del “Tío Sam” había recibido un préstamo de nada menos que 465 millones de dólares el año anterior para el “desarrollo de tecnologías de vehículos avanzados”. Por poner en contexto, entonces también comenzaban los planes gubernamentales chinos que propugnaban la creación de campeones nacionales, en la búsqueda del asalto de las principales industrias y mercados internacionales.
De vuelta a la actualidad también recordamos que en 2022 Tesla vendió 1,31 millones de coches. Si este año logra su meta de 1,8 millones y continúa el este ritmo, podría adelantar a compañías tan simbólicas como BMW y Mercedes el año que viene (ventas de 2,1 y 2 millones respectivamente en 2022), dado que Musk se ha fijado como meta un crecimiento en ventas de entre el 40% y el 50% anual.
Eso sí, en este comienzo de año Musk se ha ayudado en la conquista de ventas con un arma de doble filo. Una bajada de precios en numerosos mercados del mundo que le ha dado cuota pero ha repercutido en sus márgenes, sus beneficios y finalmente ha causado un perjuicio colateral para sus inversores.
¿Qué pasará en el futuro? Pues hoy por hoy el Bank of America en su informe “Car Wars” (la “Guerra de los Coches”) cree que decrecerá el porcentaje de mercado que Tesla tiene en los EE.UU. desde el 78% actual del mercado de eléctricos hasta sólo el 18% en 2026. Pero en realidad ganará ventas debido a que la cuota de eléctricos vendidos en el país pasará desde el 11% de este año hasta nada menos que el 26% en 2026, de forma que Tesla supondrá, ella solita, el 5% del total de automóviles vendidos en los EE.UU.
Pero la compañía tiene por delante tres objetivos que le pueden hacer mantenerse en la línea de crecimiento. El primero se llama Cybertruck. Elon necesita reforzar su mercado base, el norteamericano, y no hay mejor forma que hacerlo con el vehículo preferido de sus ciudadanos: las pick up. La Cybertruck ha venido retrasando su fecha de salida, pero parece que podría estar definitivamente en el disparadero, dados algunos últimos informes de la prensa norteamericana.
El segundo podría ser su camión eléctrico, el Tesla Semi, que anunciado en 2017 y luego en 2019, comenzó finalmente a entregarse en diciembre de 2022. Pepsi fue la primera compañía en disponer de unidades. Eso sí, con polémica. La compañía de refrescos se quejó amargamente de que los Semi no alcanzaban ni siquiera los 160 kilómetros de rango, a pesar de haber prometido unos 800 km.
Esperemos que no suceda algo similar con el pequeño eléctrico que la compañía tiene en su punto de mira. Musk habló de él en 2020, y lo reconfirmó el pasado mayo afirmando que la compañía tiene “un claro sendero marcado” para fabricar un coche cuya “fabricación cueste la mitad que la de un Model 3”. En las declaraciones no añadió ningún otro detalle en cuanto a tiempos ni tipo de modelo. Cuando Musk habló de él por vez primera en 2020 lo hizo afirmando que tenía “muchas esperanzas en que Tesla lograse hacer un coche pequeño de unos 25.000 dólares (apróximadamente unos 23.000 €) y que fuese completamente autónomo en unos tres años”. Sin embargo, en enero de este año en una presentación de resultados, Musk dijo que la compañía había parado sus tareas en el desarrollo de un eléctrico compacto. “Tenemos suficiente con nuestra gama por ahora. Demasiado quizá, francamente”.
Quizá pasar de vender menos de un millón de coches al año a dos millones en menos de cuatro años no sea tan sencillo.
Y una de sus principales bazas para seguir creciendo es que los usuarios reconozcan y busquen las ventajas que ahora mismo proporciona su red de Supercargadores, como los denomina la marca.
Esta es una base esencial de sus ventas. Y no lo decimos nosotros, sino un estudio de la consultora J.D. Power que en su reconocida encuesta de satisfacción entre usuarios ha desvelado que en una escala de 1.000 puntos, los cargadores de Tesla obtienen 734, mientras la media del resto de fabricantes se quedaba en 558. Son muchos puntos para un nicho de mercado muy dominado por las recomendaciones “boca a boca” (aunque sean a través de redes sociales).
Hace poco publicábamos que su sistema de carga NACS estaba cerca de coronarse como estándar oficioso en Norteamérica. Desde entonces, Volvo y Polestar han dicho que lo adoptará en la región, mientras Hyundai y Stellantis no han descartado adherirse. Electrify America, la red de carga del Grupo Vokswagen en EE.UU. acaba de anunciar que incluirá conectores NACS de modo opcional en su red. Por su parte, el gobierno de Texas ha hecho público un plan para que este sistema sea de obligatoria inclusión en el futuro en las redes de carga del estado norteamericano. Mientras, SAE, la Sociedad de Ingenieros de Automoción, organización muy respetada en temas de estandarización a nivel internacional, está trabajando en su aceptación como estándar bajo un programa acelerado.