Ninguno de los catastrofistas escenarios que amenazaban a la Unión Europea en materia energética hace solo un año se ha materializado. En la primavera de 2022, tras la invasión de Ucrania, los precios del gas, la electricidad y el petróleo aceleraban las subidas que llevaban meses registrando y hacían temblar a gobiernos, empresas y hogares.
Bruselas anunciaba entonces programas de ahorro y eficiencia energética, de desarrollo masivo de renovables y de diversificación de fuentes para intentar sobrevivir a un invierno sin buena parte de los productos procedentes de Rusia, su principal proveedor de energía.
Pero los peores pronósticos, ni los referentes al desabastecimiento ni los que aventuraban una fuerte caída económica ya el pasado año, se han cumplido. No solo eso, sino que la Comisión Europea acaba de instar a todos los países a retirar las ayudas de apoyo antes de que acabe este año. ¿Estamos ya ante el final de la crisis energética?
"Lo cierto es que se ha capeado bastante bien el temporal. Y ha sido así por una conjunción de factores: por una reacción rápida y masiva de la UE, por un clima más suave de lo habitual, porque los americanos han mandado mucho gas natural licuado y también porque se ha logrado ahorrar bastante... Todo eso ha evitado que se haya producido una catástrofe económica y energética", analiza Gonzalo Escribano, director del Programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano y catedrático de Política Económica.
El incremento del precio del gas a partir del segundo trimestre de 2021 supuso el comienzo de la crisis de la energía en Europa. A partir de ahí esa subida se trasladó también a la electricidad y acabó pulverizando todos los niveles máximos que se habían alcanzado hasta entonces. Los incrementos se intensificaron, especialmente tras el inicio de la guerra y, sobre todo, durante el pasado verano.
Así, el gas natural se mantuvo por encima de los 100 euros por megavatio hora durante todo el segundo semestre de 2022 en el mercado de futuros TTF neerlandés. Marcó un pico a finales de agosto, solo días antes del cierre definitivo del gaseoducto NordStream, cuando se situaba en el entorno de los 300 euros, lo que implicaba multiplicar por 15 veces el precio medio de los cinco años anteriores.
Desde entonces la tensión de los precios ha ido cediendo hasta volver, a principios de año, a los niveles previos a la invasión rusa de Ucrania. En los últimos días se ha situado en el entorno de los 24 euros MWh, muy en línea con los precios que marcaba antes del inicio de la crisis.
Y eso, aunque algunos expertos habían advertido de la posibilidad de que los precios repuntaran esta primavera, en el momento de acometer el rellenado de las reservas estratégicas para el próximo invierno, que deben estar al 90% de su capacidad a comienzos de noviembre. Pero, las medidas de ahorro permitieron que esas reservas de la UE acabaran la pasada temporada en su nivel más elevado de los últimos años.
Actualmente, se encuentran en el 66%, el porcentaje de almacenamiento más alto para un mes de mayo, solo exceptuando el de 2020 por los efectos de la pandemia. En el caso de España están prácticamente completas, alcanzan el 93% de su capacidad, según los datos de Gas Infrastructure Europe.
Algunos analistas, como la consultora energética Tempos Energía considera que estas elevadas cifras de inventarios condicionarán a la baja los precios y podría llevarlos al 'nivel pandémico' de los 15 euros MWh durante el próximo trimestre, "mucho antes de lo previsto”.
La tendencia de los precios de la electricidad ha sido similar en los últimos meses -por su vinculación con el gas y por un aumento significativo de la producción de energía renovable, especialmente de la fotovoltaica. El descenso se explica también por una caída de la demanda, sobre todo del sector industrial, y por el aumento del autoconsumo.
Los precios del petróleo se sitúan actualmente por debajo de los 90 dólares que marcaba el barril de brent antes del inicio de la guerra. Los 75 dólares a los que se cambiaba el pasado vienes suponen una caída del 40% respecto a los máximos alcanzados en junio de 2022.
A pesar de los sucesivos anuncios de recortes de la producción llevados por los países de la OPEP+ desde el pasado otoño -el último hace apenas un mes- el precio del crudo mantiene una tendencia bajista que se aleja del objetivo de los 100 dólares por barril perseguido por los productores, y que está vinculada a las previsiones de una posible desaceleración económica y a un crecimiento menos intenso de la economía china tras la salida de la pandemia.
Los descensos se plasman en los precios del gasóleo y la gasolina. El primero, en los 1,409 euros por litro acumula diez semanas de caídas. La gasolina se ha situado esta semana en los 1,576 euros, según los últimos datos del Boletín petrolero de la UE. En ambos casos marcan mínimos anuales y, de nuevo, son inferiores a los existían antes del conflicto bélico.
La Unión Europea afronta la llegada del próximo invierno "todo lo preparada que se puede esperar", según aseguraba el pasado viernes la directora general de Energía de la Comisión Europea, Ditte Juul Joergensen, a pesar de que, subrayaba, persiste la crisis energética agravada por la invasión rusa de Ucrania. "Hemos hecho todos nuestros deberes", resumía.
La responsable comunitaria destacaba que la UE ahora dispone de las herramientas para abordar mejor la crisis y de las infraestructuras necesarias para importar el GNL que sea necesario, además de contar a estas alturas con un nivel de combustible almacenado muy alto.
"Vamos a llegar al próximo invierno a tope de gas y con niveles mucho más altos también de energías renovables en nuestro sistema", ha destacado, añadiendo que las inversiones acometidas van a ayudar a ser más seguros y más eficientes en materia energética, incluido el mecanismo para las compras conjuntas de gas que da a la UE una posición mucho más competitiva en el mercado.
“La parte álgida de la crisis y sus consecuencias más tremendas se han podido mitigar, pero seguimos teniendo muchas incógnitas. No va a ser fácil sustituir todo ese gas ruso y seguimos siendo muy vulnerables a picos de precios, porque ahora dependemos mucho del gas natural licuado. Este es un mercado global, y un aumento de la demanda en Asia, una reducción del que llega de Estados Unidos o nuevas alianzas entre China y los países del Golfo podrían provocar nuevos momentos de dificultad”, explica el experto del Real Instituto Elcano.
Aun así, la situación actual de los precios y las medidas adoptadas permiten, dice, que la UE aproveche este “momento de pausa” para avanzar en debates sobre asuntos como el modelo de mercado eléctrico, la autonomía estratégica o el fomento del clima inversor para las renovables. “Lo más duro ha pasado, pero quedan muchas tareas pendientes. Hay que mirar a cinco o diez años y ver cómo podemos evitar futuras vulnerabilidades. No podemos pensar que volveremos a la misma situación de antes de la crisis porque Rusia va a desaparecer de nuestro mapa de importaciones para décadas”.