El precio de los alimentos ha ido aumentando mes a mes como si se tratase de un globo que no para de hincharse. De poco ha servido la rebaja de impuestos de la cesta de artículos básicos que decretó el Gobierno. En febrero, el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas subieron un 16,6% frente al mismo mes de 2022, una tasa superior al 15,4% de enero y al 15,7% de diciembre. Es la mayor alza desde 1994, según los datos definitivos publicados el martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Entre los alimentos que más se han encarecido frente al año pasado están el azúcar (52,6%), la mantequilla (39,1%), las salsas y condimentos (33,8%), el aceite de oliva (33,5%) y la leche entera (33,2%). Todo ello ha llevado a que se haya reducido notablemente el número de productos que los hogares compran, hasta el punto de que las empresas de distribución han alertado de una crisis de volumen sin precedentes por culpa de la inflación.
En cuanto a la leche, según los últimos datos del Ministerio de Consumo en el informe mes a mes sobre este producto del pasado noviembre, se constata que los hogares adquirieron menos cantidad de productos lácteos (8,3 %), tanto de leche líquida (9,2 %), como de derivados lácteos (6,4 %) en ese periodo. Pese a ello, la facturación creció de manera muy significativa (18,2%) debido al incremento del precio medio (28,8%), que creció por encima del promedio de la alimentación.
Si nos vamos al detalle, entre noviembre de 2021 y noviembre de 2022, los consumidores dejaron sobre todo de comprar leche de cabra (un 37,1% menos) y sin lactosa (27% menos). Sin embargo, eso no se reflejó proporcionalmente en la facturación de esos dos productos en ese mismo periodo, ya que, si bien la facturación por leche de cabra cayó un 34,5%, el de la sin lactosa lo hizo apenas un 5,7%, a pesar de que se había consumido mucho menos.
Esta circunstancia se refleja más nítidamente en el consumo de leche en cartón, que, aunque se redujo un 8,4%, su facturación, aun así, creció un 24,1%.
En ese mismo periodo también el consumo de yogurt bajó, un 5,5%, y, sin embargo, se facturó por este producto un 12% más. Los que más cayeron fueron el yogurt sin lactosa (56,7% menos), cuya facturación bajó un 29,6%, y el yogurt con aditivos (20% menos), del que se facturó un 6,1% menos. Por el contrario, los hogares optaron por comprar yogurt natural (subió un 14,1%) y su facturación subió un 40,1%.
En cuanto al aceite, de noviembre de 2021 a noviembre de 2022, su consumo descendió un 14,9%, pero, sin embargo, el mercado facturó un 14,1% más. Los hogares dejaron de comprar sobre todo la garrafa de cinco litros (que cayó un 24,4%) –el consumo de la de un litro bajó un 5,2%-.
En ese periodo descendió un 9,4% la compra de aceite de oliva virgen y virgen extra (y, aun así, aumentó un 12,9% su facturación), así como aceite de oliva (un 18,9% menos), aunque su facturación incrementó un 5,5% más.
Con todo, fue la facturación del aceite de girasol (cuyo consumo bajó un 12,6%), el que más subió, un 47,3%.
Solo el aceite de orujo aumentó su consumo (4,6%), mientras que su facturación subió un 72,4%.