El Lila Gothenburg lleva casi toda esta semana dando vueltas frente a la costa de Marruecos. Según la información de la web Marine Traffic, partió del puerto ruso de Primorsk el 22 de enero --se supone que cargado de petróleo/diésel--. Destino: Ceuta. No se sabe mucho más. Navega cerca del Catalina 7, un petrolero cuatro veces más grande con bandera de Panamá y con el mismo destino: Ceuta. Ambos barcos formarían parte de la llamada flota fantasma que Rusia lleva armando desde hace meses para vender su oro negro y burlar el embargo de Occidente.
Varias agencias de tráfico marítimo apuntan a que Moscú está utilizando el estrecho de Gibraltar para traspasar su crudo a barcos más grandes y mandarlo hacia Asia. "Esto lleva meses ocurriendo con el petróleo, pero también va a pasar con el diésel. Los barcos con los que Rusia enviaba su crudo hacia Europa no están preparados para largas distancias", explica Gonzalo Escribano, director del Programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano. Además, los puertos del mar Báltico están muy protegidos y en ellos no pueden entrar grandes buques.
El traspaso de crudo en el mar tiene sus riesgos medioambientales, pero toda la actividad se desarrolla en aguas internacionales, en la que impera una especie de vacío legal. "Se buscan aguas tranquilas para poder hacer esta operación de trasvase. También se detectó esta operativa en la zona del Mar del Norte, pero se ha dejado de hacer allí", apunta Escribano. El Estrecho de Gibraltar no es el único escenario para dar salida a su petróleo: la flota rusa también utiliza el Peloponeso y el Atlántico sur.
Para seguir vendiendo crudo --ya que en la UE aplica desde diciembre la prohibición de comprar--, Moscú ha tenido que buscar otras rutas marítimas y, a su vez. otros barcos, y han echado mano de petroleros vintage, los cuales hasta hace poco estaban más para el desguace que para seguir navegando. Ahora, estas naves han recibido jugosas ofertas, de acuerdo a los analistas que siguen este mercado. "Están comprando tanqueros viejos a unos precios astronómicos. Algunos operadores apuntan a que Rusia tendría ya una flota de 600 buques. Es una cifra descomunal", apunta Aleix Amorós, analista geopolítico.
El Catalina 7, que navega cerca de Ceuta se vendió por ejemplo en mayo a un comprador cuyo nombre no ha salido a la luz, según la aseguradora marítima Lloyds. Otro gran petrolero fabricado en Croacia y de dueño español ha sido vendido recientemente a un precio y una empresa desconocida. Los verdaderos dueños de los barcos se ocultan en sociedades pantalla radicadas en paraísos fiscales. La opacidad es enorme. "Al menos cuatro superpetroleros de propiedad de China están transportando crudo de origen ruso", según Reuters.
"Rusia está replicando el caso de éxito de Irán o Venezuela. Estos países llevan años sorteando el embargo internacional con este tipo de técnicas marítimas clandestinas y que se han ido perfeccionando con el tiempo. Putin está aprovechando este conocimiento generado en los últimos años", apunta Amorós.
De hecho, parte de los barcos que Irán utilizaba para vender su petróleo están comenzando a cubrir las rutas rusas, según la organización UANI (por sus siglas en inglés de 'Unidos frente a un Irán Nuclear'). "Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, más de 30 buques anteriormente involucrados en ayudar a Teherán a exportar su petróleo ahora están ayudando a Moscú a transportar el suyo", detalla esta asociación sin ánimo de lucro.
A veces, el traspaso del crudo en alta mar se hace desactivando el posicionamiento de los barcos para evitar el seguimiento. En el Estrecho de Gibraltar es complicado este camuflaje, dado el elevado tráfico marítimo de la zona, opinan los expertos. "Es un tema delicado y tiene sentido que en el estrecho se haga con cuidado. Aunque sean aguas internacionales, por lo menos se podría exponer lo que está pasando", opina Escribano.
"Las sanciones impuestas en Occidente en ningún momento han pretendido detener el flujo de salida de crudo desde Rusia. El mundo no puede prescindir de la noche a la mañana del mayor exportador de petróleo", apunta Amorós. Lo que se busca en realidad es reducir los ingresos que obtiene el régimen de Vladímir Putin por su oro negro y que le sirven para seguir financiando la invasión de Ucrania.
Rusia ha multiplicado sus envíos marítimos hacia Asia, mientras los reducía a cero a Europa. Los datos indican que los envíos este mes de enero habrían superado el récord alcanzado en el año 2020, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). Es llamativo que los análisis que se hacen sobre este mercado utilicen otro tipo de fuentes más allá de las oficiales --posicionamiento de barcos, contratos registrados, fletes, etc.-- para saber qué está ocurriendo en realidad. Todos son conscientes de que ha aumentado mucho la opacidad. Cada vez es más relevante el porcentaje de crudo ruso cuyo destino final no se conoce.
"Los ingresos de Rusia por el petróleo han disminuido, pero es un efecto de la caída de la cotización y de los descuentos que tiene que ofrecer Moscú a los países que le compran", explica un informe del IIF. "Se está vendiendo con descuentos del 30% a países como China o India. Eso quiere decir que solo por la presión del embargo se está consiguiendo reducir los ingresos", asegura Escribano.
El país no se ha quedado de brazos cruzados, y este mismo viernes cumplía su amenaza al anunciar una reducción de su producción de crudo en 500.000 barriles diarios a partir de marzo, un 5% de sus exportaciones. Es su forma de meter presión a Occidente y provocar una subida de precios que le favorezca en los mercados.
Las limitaciones occidentales a Moscú aplican no solo a los barcos, sino a todos los servicios de carga y seguros asociados con el transporte marítimo. El 90% de estos servicios se concentra en Europa. Si Rusia quiere vender a terceros países su petróleo utilizando alguna empresa europea, solo tendrá cobertura si el barril se ha vendido a menos de 60 dólares. Así funciona el embargo de Europa y países del G7. Algo similar se aplica a las exportaciones de diésel ruso desde hace una semana.
Moscú considera dicho mecanismo "una injerencia en las relaciones de mercado y una continuación de la política energética destructiva de los países de Occidente". Por eso ha anunciado el recorte de producción.
El Lila Gothenburg, con 17 años de antigüedad y un precio de casi 24 millones de dólares, según los datos de Marine Traffic, mantenía sus idas y venidas cerca del mar de Alborán al cierre de este artículo. Aunque para entonces se había cambiado de nombre y reportaba como Duke of Peace. Amorós lo resumen en una frase. "Esto es como el Salvaje Oeste del mar. No hay jurisdicción. No hay un tribunal que pueda juzgar esto. No se puede hacer nada".