La ruptura de Sánchez con la gran empresa: del cortejo en Casa América al estacazo fiscal
Sector público y privado trabajaron muy unidos durante la lucha contra la pandemia
La crisis energética, la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores han abierto una brecha entre Gobierno y empresarios
El presidente criticó a algunas "grandes empresas" por mejorar el salario de sus directivos y no subir el de sus trabajadores
Al principio, estaban todos. Pedro Sánchez convocaba al mundo empresarial en el auditorio de Casa América (Madrid) para compartir su visión de país y acudían los presidentes de Inditex, Telefónica, ACS, Iberia, Iberdrola, Endesa, Santander, BBVA... El lema fue adaptándose a los tiempos. 'Avanzamos', en 2018. ‘España puede. Recuperación, Transformación, Resiliencia’, en 2020. 'Recuperación justa', en 2021... Si el Gobierno volviera a convocar este 2023 es probable que muchos declinaran la invitación.
El idilio del presidente con el mundo empresarial parece más bien roto al final de esta legislatura. El frente unido que generó la lucha contra la pandemia y el diseño de los planes de recuperación lo ha terminado separando la crisis energética y la subida de la inflación. Los empresarios no solo acudían a la llamada del presidente para hacer balance, también a las presentaciones de los diferentes planes de la recuperación, los llamados PERTE, o la firma de acuerdos como la primera reforma de las pensiones (la que volvía a actualizarlas conforme al IPC).
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Todo empezó a torcerse con la luz antes incluso de la guerra de Ucrania. El aumento del precio de la electricidad en el verano de 2021 generó fricciones, primero en el Gobierno de coalición, y luego con las eléctricas. Empezó a calar la idea de que el sector estaba recibiendo "beneficios caídos del cielo", algo que las empresas negaban. La invasión rusa trajo consigo la galopante inflación y la mayor pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores desde la crisis financiera. La última acusación del presidente esta semana a los empresarios iba, precisamente, en esa dirección.
"Algunas grandes empresas aumentan beneficios año tras año, pagan bonus a sus ejecutivos, pero no suben ni un céntimo el salario a sus empleados", exponía el presidente este martes en la sesión de control en el Senado. "¿Por qué se recompensa al consejero delegado, al consejo de administración, al director financiero pero no se recompensa a los dependientes, transportistas, administrativos, reponedores....¿No tienen ellos también parte del mérito de ese éxito empresarial?". Aplausos en la bancada del Gobierno.
Las declaraciones coincidían con la semana grande de presentación de resultados de la banca. Hace unas semanas, un informe de la autoridad europea señaló que el número de profesionales de la banca que ganaba más de un millón de euros había aumentado en España hasta los 221. "Los sueldos están sujetos a todo tipo de escrutinio y transparencia. Creo que eso es positivo", valoraba el consejero delegado del Sabadell, César González Bueno hace unos días. "Si hubiera excesos sería el primero en querer corregirlos. No creo que estemos en esa situación en el caso de la banca española", respondía el presidente del BBVA, Carlos Torres esta semana.
En general, los empresarios no han querido entrar al cuerpo a cuerpo con el Gobierno. Ni siquiera Ana Botín, a la que el propio presidente aludió el pasado verano personalmente cuando defendió los impuestos temporales a la banca y al sector energético. "Si Botín y Galán protestan, es que vamos en la buena dirección", justificó Sánchez en julio. La frase se ha hecho célebre.
Este jueves, durante la presentación de resultados, la presidenta del Santander hacía todo lo posible por no contestar a la pregunta de qué pensaba de esa mención --no hay tantos actos en los que se puedan preguntar directamente a Botín--.
"Nosotros queremos ayudar a las personas a progresar y ese es un objetivo en común con el Gobierno. Siempre estamos dispuestos a sentarnos y colaborar. Los consensos hacen que un país avance más que si hay divisiones", contestaba sin salirse de su discurso la banquera.
Botín no evitó reunirse con Sánchez cuando coincidieron en la reunión de Davos (Suiza) hace unas semanas. "España seguirá creciendo este año y nuestras empresas serán protagonistas de la transformación de nuestra economía", decía el presidente vía Twitter adjuntando un vídeo en el que se le podía ver con presidentes de empresas del Ibex-35.
El presidente de Iberdrola ---el otro aludido de la famosa cita de Sánchez-- fue el único que no acudió a la cita porque "tenía un compromiso previo". Es inevitable hacer una lectura de 'desplante' con estas ausencias. La última, la del presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi, en el foro empresarial en Rabat de esta semana por "motivos personales".
El día antes el Gobierno había anunciado una subida del 8% del salario mínimo (SMI) sin el apoyo de los empresarios, que ni siquiera acudieron a la reunión convocada en el ministerio de Trabajo. Es la segunda vez consecutiva que la CEOE no apoya un incremento del salario mínimo, cuya cuantía es decisión únicamente del Ejecutivo.
La patronal ofreció un 4% de mejora, la mitad de lo que terminó subiendo el SMI. Argumentaba que la situación de elevada inflación no era tampoco nada fácil para las empresas. La otra gran brecha entre Gobierno y sector privado radica en los márgenes empresariales.
Desde Unidas Podemos se insiste desde hace tiempo en la idea de que algunos se están "forrando" con la subida de precios. Más recientemente estos argumentos han encontrado un nombre y apellido que los represente: Juan Roig, presidente de Mercadona. La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, le acusó de ser un "capitalista despiadado". El sector de la distribución está en el punto de mira por el encarecimiento de los alimentos, que suben de media casi un 16% en el último año.
El empresario valenciano tampoco ha querido responder a estos ataques directos. "Los empresarios generamos riqueza. Si los que gestionan lo saben hacer, hay para todos", se limitaba a decir Roig hace unos días. El líder de UGT salió en su defensa: los salarios de Mercadona están muy por encima de la media del sector, sostuvo Pepe Álvarez.
Situar en el centro del debate de los márgenes al dueño de Mercadona ha generado cierto estupor en el mundo empresarial. "Una compañía que ha vivido una transformación extraordinaria en 20 años y que es uno de los mayores empleadores del país con más de 100.000 trabajadores", destacaba José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Caixabak este viernes.
Los empresarios recuerdan que su papel en la creación de empleo y en las inversiones necesarias para hacer frente a retos como la transición energética o la digitalización. Quizá el Gobierno piensa que, como muchos negocios van a salir favorecidos por la llegada de los fondos europeos, el dinero compense este trago mediático.
"El poder adquisitivo se ha reducido y parte de la responsabilidad, hay que decirlo sin tapujos, la tiene el sector privado", arremetía Sánchez el martes. El discurso de los poderosos reclama cada vez más hueco en este año electoral. Todavía no sabemos si antes de la primera cita con las urnas los bancos y las energéticas habrán tomado ya la decisión final sobre si acuden a los tribunales para tumbar el estacazo fiscal del Gobierno de Sánchez.