El 'apocalipsis' económico tendrá que esperar: la inflación da un respiro, el empleo resiste y la recesión se aleja
Algunos modelos económicos arrojan un crecimiento positivo para el último trimestre del año
La gran mayoría de los datos están sorprendiendo positivamente a los expertos
La caída de precios del gas y la electricidad respecto a sus máximos y la fortaleza del consumo podrían explicar esta resistencia de la economía española
Crisis, ¿quién dijo crisis? Se suponía que a la vuelta del verano iba a llegar una especie de apocalipsis económico retardado por las vacaciones. Todavía lo estamos esperando... Arrancado ya diciembre, no hay señales de este escenario, más bien lo contrario. Las constantes vitales de la actividad económica española apuntan a una mejora inesperada.
La inflación en el 6,8%, su nivel más bajo desde enero. El empleo, aguantando un mes mas, cuando en noviembre solía caer. Y el crecimiento económico del año que viene, revisado ligeramente al alza para los que se habían posicionado más pesimistas.
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"Los datos son, uno detrás de otro, sorpresas positivas. Pocos indicadores están saliendo mal", expone Manuel Alejandro Hidalgo, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y senior fellow en EsadeEcPol. "Hemos pasado de un shock de oferta negativo a uno positivo. El gas y la electricidad han caído más de un 70% respecto a sus máximos. Estamos deshaciendo lo recorrido o al menos no recorriendo todo el desierto que pensábamos. La situación ha mejorado ostensiblemente".
Hace tan solo un mes se abría el debate: recesión (técnica) o no. Algunos organismos vislumbraban dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en España. Arrancaba justo en esta última parte de 2022. Pero resulta que ahora algunos modelos apuntan a décimas de avance del PIB, de manera muy preliminar eso sí, .
"Me salen cuatro décimas de avance, pero me lo tomo con mucha cautela porque hay pocos datos del trimestre", explica Ángel Talavera, economista jefe para Europa en Oxford Economics. "Pero el último trimestre pinta mejor de lo esperado. ¿A qué se debe? La explicación más obvia es la moderación de los precios, pero tampoco tengo pruebas para asegurarlo".
La electricidad, por ejemplo, registró en noviembre su nivel medio más bajo de todo el año: 126 euros MWh. Los precios de la luz, sin embargo, se espera que suban de cara al invierno. El precio del gas se ha duplicado en diez días, pero sigue lejos de los máximos que vimos en verano.
El respiro en el coste de la energía se ha traducido en una caída pronunciada de la inflación. España es ahora el país con el IPC más bajo de toda la zona euro. En nuestro caso ha pasado del máximo del 10,8% de julio al 6,8% de noviembre.
Las gasolinas también se han abaratado respecto a los niveles de este verano. Repostar en diciembre, aplicada la bonificación de los 20 céntimos del Gobierno, equivale a pagar casi lo mismo que antes de la invasión de Ucrania en el caso de la gasolina. El diésel, aunque ha retrocedido, sigue estando más caro que antes del conflicto.
La clave y la incógnita del consumo
Una de las variables que más poder tiene para esquivar la recesión es el consumo. Se suponía que con la inflación, la incertidumbre, la pérdida de poder adquisitivo y la subida de tipos de interés, el gasto de los hogares se iba a frenar más. "Quizá hemos infravalorado el consumo, sobre todo el ahorro y la disposición que ha hecho la gente de este dinero. Ha gastado más de lo esperado", reflexiona Hidalgo.
El puente de diciembre se ha presentado con una euforia viajera de los españoles. Según algunas plataformas de viajes, las cifras de reservas superan por mucho a las del año 2019. El sector hotelero augura un último mes del año muy bueno con ocupaciones elevadas y por encima de los niveles prepandemia para estas fechas.
"Me sorprenden estos datos del consumo creciendo", reconoce Talavera. "Supongo que esto más que confirma que, efectivamente, ahora mismo recesión profunda ni está ni se la espera. Pero hay otros factores, como la subida de los tipos de interés, que llegarán después. No creo que podamos decir que la crisis está superada".
El menor peso de la industria en nuestro país nos hace algo menos vulnerable en esta situación. También nuestra capacidad para recibir gas licuado vía marítima. Pero algunos expertos siguen hablando de "profunda recesión en la zona euro" el año que viene.
Cosas que no han pasado
La precipitada escalada del gas este verano hizo temer por la sostenibilidad de muchos negocios. La industria recortó drásticamente su consumo, incluso más que durante la pandemia. La lógica anticipaba problemas en el mercado laboral derivados de la crisis, sobre todo en el sector industrial. La lupa se centró en los ERTE por causas económicas. Sin embargo estos expedientes no repuntaron de manera significativa y a finales de noviembre siguen estabilizados en torno a 20.000 trabajadores.
También en el verano nos planteamos que quizá íbamos a repostar a tres euros el litro de gasolina. La subida del precio del barril, la depreciación del euro y los problemas de refino tensionaron mucho los mercados. Pero ese augurio tampoco se ha materializado.
El repunte de la inflación hasta el 10,8% en julio y las dudas sobre si iba a poder remitir pronto erosionaban de manera considerable el poder adquisitivo de los salarios, que subían cinco veces menos. La negociación de los agentes sociales para consensuar un marco de subidas salariales estaba rota. Los sindicatos amenazaban con un "otoño caliente". El conflicto laboral se ha traducido más en algunas protestas que en huelgas sectoriales de manera generalizada.
Problemas de abastecimiento de gas. Europa se preparó para lo peor: el corte total del gas ruso. Se diseñaron unos planes de contingencia que todavía no ha hecho falta activar. Las suaves temperatura del otoño han ayudado. El combustible ha fluido sin problemas hacia Europa transportado a bordo de metaneros. Incluso hemos tenido atasco de barcos para descargar. Algo inconcebible. El invierno oficialmente no ha comenzado, pero todo indica que no será tan catastrófico como se esperaba hace unos meses. Lo realmente difícil será 2023.
En cualquier caso, el nivel de incertidumbre sigue siendo muy elevado. Tanto por el lado de las variables puramente económicas --evolución de tipos de interés, precios, salarios, morosidad, economía China-- como por el lado de la geopolítica. La escalada de la guerra en Ucrania podría desatar toda una serie de dinámicas en la economía mucho más complicadas de gestionar. Es una situación inestable que se aleja de lo peor, pero en riesgo de caer en ese punto en cualquier momento. Básicamente depende de lo que haga una persona: Vladímir Putin. En economía este tipo de entornos tienen su nombre: no es 'apocalipsis' sino incertidumbre radical.