La subida del SMI redujo la desigualdad y tuvo un impacto negativo "limitado" en el empleo
Un estudio de ISEAK analiza los efectos redistributivos del incremento del salario mínimo de 735 euros a 900 euros mensuales en 2019
El ministerio de Trabajo se había negado reiteradamente a hacer público este análisis terminado hace casi un año
El Institut Ostrom publica en su 'web' el informe después de recurrir al Consejo de Transparencia y Buen Gobierno
La subida del SMI de 735 a 900 euros mensuales en el año 2019, ¿qué impacto tuvo en términos de desigualdad y de empleo? Un informe encargado por el Gobierno analizó esta cuestión y llegó a sus conclusiones hace casi un año. Han tenido que pasar todos estos meses para conocer el resultado: "el incremento del SMI contribuyó a reducir la desigualdad salarial, afectó más a mujeres, jóvenes e inmigrantes y tuvo un limitado impacto negativo sobre el empleo".
No ha sido el Ministerio de Trabajo quien finalmente lo ha hecho público, sino el Institut Ostrom, un think tank catalán que había solicitado formalmente el acceso al estudio y al que el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno había dado la razón. Numerosos expertos en el mercado laboral llevan meses pidiendo al Ejecutivo que compartiera ese análisis sin ningún éxito.
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Los autores del informe, Sara de la Rica, Lucía Gorjón, David Martínez de Lafuente y Gonzalo Romero, economistas en ISEAK, remitían al ministerio de Trabajo cuando se les preguntaba por sus resultados. Al final, tras leer su análisis se deduce lo esperado: que subir el SMI tiene diferentes efectos, positivos y negativos.
Impacto positivo
"Del análisis de desigualdad de ingresos se desprende que la subida del SMI cumple uno de sus grandes objetivos: la reducción en la desigualdad salarial", concluye el informe. Son numerosos los organismos internacionales que recomienda utilizar esta herramienta del salario mínimo para reducir la pobreza laboral. Fijarlo en un nivel apropiado "podría implicar efectos positivos netos para la economía", recuerdan los expertos. Aquí la palabra "neta" es clave.
El problema con la subida del salario mínimo en España era doble.
- Por un lado el propio incremento: pasar de 735 a 900 en un solo año podía ser demasiado abrupto. No existían precedentes de una subida de esta magnitud. Un 22% más cuando la tasa media de crecimiento era del 5% desde los años ochenta.
- Los análisis que se habían hecho se centraban más en tratar de calcular el impacto negativo en el empleo. Elevar el coste laboral puede generar efectos no deseados precisamente en el colectivo al que pretende ayudar el SMI.
Pero subir el salario mínimo también tiene un impacto positivo desde un punto de vista redistributivo y este aspecto está menos analizado en nuestro país. Los resultados de la investigación de ISEAK apuntan:
- "Los resultados muestran que esta subida afectó a un 9% de la población asalariada".
- "La subida del SMI del año 2019 afectó especialmente a mujeres, personas jóvenes y extranjeros".
- "El efecto de la subida del SMI se concentró de manera especial en las personas que trabajan en establecimientos pequeños y en las que trabajan en el sector primario o en actividades del sector servicios relacionadas con el hogar, artísticas o recreativas".
Impacto negativo
En análisis de los datos también arroja en este caso un efecto negativo que no fue inmediato y tardó cinco meses en aparecer. "A partir de ese momento se produce un impacto gradual negativo. Este efecto negativo se debe fundamentalmente a un aumento en la pérdida de empleo del colectivo afectado de 1,92 puntos porcentuales en noviembre de 2019", concluye la investigación de ISEAK.
Es decir, subir el SMI se traduce en una menor creación de empleo de la que se daría sin ese incremento de los costes laborales. Estas cifras están más o menos en línea con lo calculado en otros estudios e incluso, apuntan algunos expertos, en la banda baja de las estimaciones.
Lo que no entra a valorar el análisis encargado por el Gobierno es cuál de los dos factores pesa más: si el impacto positivo o el negativo. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, siempre ha defendido que subir el SMI es positivo y no ha generado los desastrosos resultados que auguraban las organizaciones empresariales, sobre todo.
El Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos ha ido subiendo el SMI cada año hasta situarlo en los 1.000 euros mensuales de 2022. Un grupo de expertos analiza estos días cuál podría ser el siguiente incremento de cara al año que viene. El análisis de ISEAK recomendaba que ante futuras subidas, "se continue evaluando el impacto de las mismas en el mercado laboral y, además, se expanda el análisis a otros ámbitos como puede ser el impacto desigual por sector de actividad, tamaño de establecimiento o por territorios".
Parece que el ministerio cuenta con otros dos informes al respecto, pero ocurre como con este primero: no han querido hacerlos públicos.