Los nuevos enigmas de la crisis económica: desde la inflación inexplicable a la resiliencia del empleo
Los modelos económicos solo son capaces de explicar el 60% de la inflación que se observa en Europa, según un análisis del FMI
La velocidad de transmisión de la subida del coste de la energía al resto de precios está siendo tres veces superior a lo observado en el pasado
Es difícil explicar cómo la economía española, creciendo solo unas décimas, es capaz de seguir creando empleo
"Cuando has eliminado lo imposible, lo que queda, por improbable que sea, debe ser la verdad". No sabemos si los economistas se han puesto ya a pensar en modo Sherlock Holmes, pero deberían: sus modelos no son capaces de explicar parte del comportamiento de la inflación y por qué aumenta el empleo si vamos hacia una fuerte desaceleración. Andan liados los departamentos de análisis de las principales instituciones tratando de ver cómo corregir los fallos en sus modelos. Son de tal tamaño que no se pueden mandar a la papelera de los errores.
Quizá uno de los reconocimientos más asombrosos de estos, digamos enigmas económicos, llegaba desde la torre del Fondo Monetario Internacional (FMI): de la inflación que se observa en Europa, cerca de la mitad no está claro de dónde viene.
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Sabemos que el precio del gas y las materias primas tiene mucho que ver… “pero el análisis encuentra que no se puede explicar una parte considerable del reciente repunte”, explica un reciente informe del FMI sobre Europa. “Los modelos tradicionales de inflación solo pueden explicar, como mucho, el 60% del aumento de precios que vemos”.
Las fuerzas convencionales que empujaban al alza los precios en el pasado no están solas. Les acompañan otras que no están claras ni identificadas. Si la situación ya era de por sí compleja, ahora hay que lidiar con el desafío de diagnosticar qué más impulsa la inflación y cómo opera. Y no parece que juegue a nuestro favor.
El fondo vaticina que el proceso de reducción de la inflación será “seguramente más lento de lo previsto y plagado de incertidumbre”. Los dos shocks tan seguidos que ha vivido Europa (pandemia y guerra en Ucrania) han alterado “las relaciones estructurales que sustentan la inflación”, argumenta el FMI. Los cuellos de botella de materias primas y la rigidez del mercado laboral son dos sospechosos a los que se apunta.
La velocidad de la inflación
La lógica indicaría, con el permiso de Holmes, que puede existir una conexión entre esa parte de la inflación que no se puede explicar con la sorprendente velocidad con la que se está diseminando por la economía. Este factor también tiene desconcertados a unos cuantos expertos.
"El aumento del coste del gas y las materias primas ha sido más intenso y más rápido que en el pasado", apuntaba hace unas semanas un informe del Banco de España (BdE). Ante una subida de los costes, sobre todo de la energía, la respuesta del IPC subyacente (el que no incluye ni alimentos frescos ni carburantes) "es ahora tres veces superior", según el análisis del supervisor. El último dato de este indicador: 6,2%.
El banco se ha visto obligado a corregir al alza hasta en cinco ocasiones su previsión de IPC para este 2022. "Pensábamos que se iba a transmitir como antes y ahí hemos fallado", reconocía hace una semanas Ángel Gavilán, Director General de Economía y Estadística del BdE.
¿Qué ha pasado? "Quizá la propia magnitud de la perturbación en los costes ha obligado a las empresas a trasladarla rápidamente a precios porque no había tanta amplitud en sus márgenes", contestaba Gavilán. Otra posibilidad son las expectativas: "Si las compañías creen que se trata de un shock permanente lo reflejarán con mayor rapidez en los precios de sus productos", apuntaba Jorge Sicilia, economista Jefe del BBVA, hace un mes.
Se mire por donde se mire, la inflación no es exactamente como la recordábamos. Han pasado más de treinta años desde que no teníamos un nivel de precios tan elevado. Este problema, antaño muy relevante, desapareció prácticamente de las ecuaciones en los países avanzados. Y ahora que hay que volver a incorporarla, muchas hipótesis viejas no cuadran con lo que vemos.
Economistas sin respuestas
Además de los precios, otro misterio sin resolver es: ¿cómo es posible que la economía siga creando empleo cuando apenas está creciendo? Es un enigma muy presente en nuestro país. Basta poner dos cifras juntas para cortocircuitar. Crecimientos del tercer trimestre:
- PIB: + 0,2%.
- Empleo: + 2,6%
Estos datos son inauditos en España. Ocurre algo similar en otros países. En Estados Unidos después de una recesión técnica el PIB creció solo seis décimas en el tercer trimestre y el mercado laboral sigue con un impulso inalterable.
En nuestro caso la reciente reforma laboral juega claramente un papel a la hora de entender algunas cifras, pero es pronto para sacar conclusiones. Tradicionalmente se había dicho que España creaba empleo si crecía su PIB más de un 2%. No es así ahora. ¿Cambio de patrón?
“Me parece que no hay una explicación. Es un enigma”, contestaba el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá cuando le preguntaban esta semana. Sorprende su respuesta porque es el ministro que más sabe de modelos y predicciones económicas.
“No creo que ahora la economía española de repente sea mayor creadora de empleo porque sí tras una pandemia y una recuperación cíclica. Estos procesos son muy lentos. No termino de entenderlo”, insistía Escrivá en un encuentro organizado por la APIE. La reducción de la economía sumergida podría explicar “un poquito” de los datos de creación de empleo que vemos. “Pero me cuesta pensar que sea de la magnitud suficiente para explicar este enigma”.
La hipótesis de la economía sumergida podría encajar también en el aumento de los ingresos de Hacienda --suben un 17% hasta septiembre--. El propio gobernador del BdE reconocía que no podía explicar el 30% del incremento de esta recaudación. Los llamó los "residuos positivos".
Desde la pandemia nos hemos instalado en el mundo de los escenarios. Ya no hay un camino único y claro, sino varios con distintas probabilidades. "Nos hemos obsesionado con las previsiones económicas cuando estas son menos fiables", exponía el ministro Escrivá (que antes dirigió la Autoridad fiscal independiente, AIReF). "No podemos anticipar elementos para los que no tenemos instrumentos cuantitativos adecuados".
Tenemos a economistas sin respuestas. "Elemental, querido Watson".