La guerra de Ucrania es también la guerra del petróleo, principal fuente de ingresos de Rusia, y Moscú acaba de encontrar un inesperado aliado en Arabia Saudí. Horas después de promulgar los tratados de anexión de los cuatro territorios ocupados en Ucrania, Vladimir Putin redoblaba su desafío a Occidente, cerrando un poco más el grifo del crudo: junto a sus socios de la OPEP+ -con Arabia Saudí la cabeza- anunciaba un recorte sin precedentes en la producción mundial: dos millones de barriles diarios, equivalentes al 2% del consumo diario mundial, que dejarán de fluir a partir de noviembre.
Debido a que muchos de sus miembros no están alcanzando sus objetivos de producción, el recorte real sería menor, de unos 950.000 barriles por día, y lo asumirían principalmente Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, según apunta Javier Blas, experto en materias primas de Bloomberg.
Aún así, subraya este analista, “nunca en toda su historia, la OPEP y su nueva encarnación la OPEP+ había recortado tanto y tan rápido su producción cuando el precio del petróleo Brent aún ronda los 100 dólares”.
El mes pasado, este grupo de países exportadores señaló su preocupación sobre los mercados con un recorte nominal de 100.000 barriles por día. Cuando los mercados hicieron caso omiso de ese movimiento y los precios del petróleo cayeron por debajo de los 80 dólares por barril para el crudo Brent, el punto de referencia internacional, los saudíes parecen haber decidido que se requería una señal mucho más audaz. Y sus intereses coinciden con los de Rusia.
La decisión de la OPEP+ ha hecho saltar como un resorte a la Administración Biden. El presidente de EE.UU. se ha mostrado "decepcionado" por una decisión que califica de "innecesaria" y "cortoplacista". Washington ha ordenado a la Reserva Estratégica de Petróleo liberar 10 millones de barriles al mercado el próximo mes. “El presidente continuará liberando barriles de la reserva estratégica en la medida en que lo considere conveniente para proteger a los consumidores americanos y promover la seguridad energética”, ha dicho la Casa Blanca. Además, "consultará con el Congreso sobre herramientas y autoridades adicionales para reducir el control de la OPEP sobre los precios de la energía".
A Biden y al Partido Demócrata el recorte de producción de crudo les pilla en plena campaña para las elecciones de medio mandato parlamentarias y estatales del 8 de noviembre. Acudir a las urnas con los surtidores de gasolina por las nubes no les hará ganar votos.
Tampoco llega en un momento oportuno para los países europeos, sumidos en una crisis energética y justo cuando la UE trata de limitar los ingresos petroleros que alimentan la maquinaria de guerra del Kremlin poniendo un tope al precio del crudo..
La decepción de Biden es doble al ver a Arabia Saudí acercándose a Moscú apenas dos meses después de visitar Riad, donde se entrevistó con el príncipe Mohamed bin Salman en un gesto de alto riesgo político justificado por el nuevo tablero internacional desatado en Ucrania.
Biden, que anteriormente propuso convertir a Arabia Saudí en un 'paria' mundial tras el asesinato en 2018 del periodista Jamal Khashoggi, optó el pasado mes de julio por tender la mano al líder saudí para, juntos, contribuir al aislamiento del régimen de Putin.
Ahora, el reino del desierto desafía a Washington como pocas veces lo ha hecho desde que el presidente Roosevelt y el clan de los Saud firmaron su alianza en 1945: petróleo a cambio de seguridad. Y lo hace a un mes de unas elecciones cruciales para el resto del mandato de Biden. Pocos creen en Washington que sea causal.
Algunos analistas atribuyen el giro saudí –ahora más cerca del Kremlin que de la Casa Blanca- a la creciente frustración del régimen de Riad por lo que considera una falta de compromiso de EE.UU. con su seguridad. Y hay más: a los saudíes no les ha gustado la salida al mercado de miles de barriles de la reserva estratégica norteamericana y sus maniobras para imponer un tope al precio del petróleo.
Lo que han hecho Arabia Saudí y Rusia es pactar el mayor recorte en la producción de petróleo desde el inicio de la pandemia en el peor momento para Estados Unidos y Europa. Justo lo contrario que pide Occidente, partidario de una mayor producción global de petróleo para castigar a Putin por la invasión de Ucrania y frenar una inflación que no padecía desde principios de los años 80.
El anuncio ha tenido consecuencias inmediatas en el precio del crudo. El barril de Brent, de referencia para Europa, escalaba a 93,35 dólares, un 1,69 por ciento más, su nivel más alto desde el 21 de septiembre y el West Texas Intermediate (WTI), de referencia para Estados Unidos, subía un 1,41 por ciento, hasta los 87,74 dólares, en máximos desde mediados del mes pasado.
La disminución de la oferta, sin embargo, coincide con otros factores que pueden limitar su impacto en el mercado. La demanda ha caído en China y el mundo se enfrenta a una desaceleración económica global que tirará hacia abajo los precios del petróleo. También han aumentado la producción de petróleo países que no están encuadrados en el OPEP Plus como el propio Estados Unidos o Brasil. Y la propia salida al mercado de millones de barriles dela reserva estratégica de Estados Unidos también puede frenar la escalada del oro negro.