El lunes pasado el PP de Andalucía abrió la 'semana temática' del Impuesto al Patrimonio. Ahora es el líder del partido el que inaugura oficialmente el siguiente frente fiscal: el IVA de los alimentos. Alberto Núñez Feijóo ha propuesto bajar del 10% al 4% el IVA a productos como la pasta, la carne o el pescado. Después del fracaso de la propuesta de la vicepresidenta Yolanda Díaz y su 'cesta de la compra asequible', los populares tratan de capitalizar la creciente preocupación de la ciudadanía por la subida del precio de los alimentos.
Un poco de lío hay, para empezar. Feijóo hablaba de productos que ya tienen un IVA superreducido (el 4%) como la harina, la leche o los huevos. Así que lo primero seria aclarar este primer punto.
El Gobierno ha rechazado la propuesta y le ha recordado al PP que fueron ellos precisamente los que aumentaron los tipos del IVA del 8% al 10% y del 18% al 21% en el año 2012. Preguntado este lunes por la cuestión, el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, respondía: las discusiones sobre fiscalidad dentro de los Estados miembro son "perfectamente legítimas", pero hay que ser "cautos" respecto al impacto de sólo reducir el IVA sin otras medidas de apoyo a las familias y empresas.
El precio de los alimentos sube de media casi un 14%. Es el último dato que tenemos del IPC de agosto, pero sabemos que hay productos que se han encarecido mucho más. De los alimentos que no tienen el IVA superreducido y que el PP propone como candidatos figuran:
Uno de los argumentos para defender esta nueva rebaja de impuestos, y que el PP viene repitiendo desde hace meses, es que el Gobierno está ingresando más dinero.
Numerosos organismos internacionales repiten desde hace meses la idea de que las ayudas de los gobiernos para compensar el encarecimiento del coste de la vida se centren en los hogares que realmente lo necesitan. La última en hacerlo ha sido la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde este mismo lunes: hablaba de ayudas "temporales y dirigidas". Una rebaja del IVA no tiene en cuenta la renta de las familias y beneficia a todos los contribuyentes independientemente de su capacidad de compra.
Los estudios muestran que es más eficiente mantener (o subir) los impuestos indirectos como el IVA y compensar a los más necesitados vía gasto. Es la línea que defienden muchos expertos y que, sin embargo, tiene muy poco encaje en los discursos políticos, tanto de derechas como de izquierdas. "A lo mejor es lo más óptimo técnicamente hablando", reconocía un diputado hace unos meses en un debate sobre fiscalidad en el Congreso. "Pero luego yo no puedo ir a mi electorado y venderles una subida del IVA que luego se compensará a las rentas bajas".
"El IVA es lo que hace que en Europa tengamos un estado de bienestar y lo podamos financiar. Es el impuesto con mayor poder recaudatorio y me parece una barbaridad lo que se está proponiendo tanto en partidos de derechas como de izquierdas", sostiene un experto en la materia.
Las medidas para reducir el coste de la electricidad han supuesto un coste de recaudación de 4.268 millones de euros hasta el pasado mes de julio. El Gobierno, a pesar de estar ingresando más este año (la recaudación por IRPF también aumenta: un 17% hasta julio), terminará el ejercicio con un déficit del 5% del PIB, según las previsiones del ministerio de economía. Si estuvieran vigentes las antiguas reglas fiscales europeas nos habrían sacado tarjeta amarilla.
Otro indicador: el nivel de deuda pública se prevé que cierre 2022 en el 115% del PIB. La subida de tipos del Banco Central Europeo está encareciendo ya rápidamente la financiación a la que necesariamente tiene que recurrir el Tesoro Público cada mes. Es decir, al Estado también le está subiendo la letra de su hipoteca.