La confianza del consumidor europeo se hunde por debajo de los niveles de la pandemia

  • El indicador que elabora la Comisión Europea registra su mayor caída de la historia en septiembre: -28,8%

  • Ni en el peor momento de la pandemia los consumidores se mostraron tan negativos respecto al entorno económico

  • Inflación elevada, tipos de interés al alza y la guerra en Ucrania minan las perspectivas de los hogares de la zona euro

Los tiempos de incertidumbre nublan como nunca se había visto la confianza del consumidor europeo que se hunde hasta mínimos históricos. En septiembre, el indicador que elabora la Comisión Europea arroja su peor cifra histórica: cayó un -28,8% en la zona euro. Ni en la pandemia se había registrado un pesimismo tan elevado.

La situación económica empeora cada día que pasa y la sensación de vértigo parece que se acentúa conforme nos adentramos en el primer otoño/invierno sin gas ruso. La inflación está en niveles récord, un 9,1% en agosto en la zona euro. El Banco Central Europeo (BCE) entregado a subir los tipos de interés para contener esta subida de los precios. Vladímir Putin amenaza de nuevo con utilizar armas nucleares. El gas ruso ha dejado de llegar a Europa por las tuberías que nos conectaban. Los jefes de Gobierno europeos deciden a final de mes medidas de emergencia para contener el precio de la energía...

"A los hogares les preocupan mucho los altos precios de la energía y de los alimentos en un contexto de elevada incertidumbre en torno al impacto de la guerra en Ucrania", explica en su último boletín el BCE.

Indicador adelantado de menor gasto

El mínimo de confianza registrado en septiembre es un buen indicador adelantado del menor consumo de las familias en los próximos meses. La confianza es fundamental en las decisiones de compra y de inversión de los hogares. El nivel de pesimismo que vemos puede paralizar el principal motor de la economía europea: el gasto. "La economía de la zona del euro creció un 0,8 % en el segundo trimestre de 2022, debido principalmente al fuerte gasto de los consumidores en servicios que requieren mayor interacción social", explica el BCE en su análisis de la situación.

Los europeos nos fuimos de vacaciones en verano, consumimos fuera del hogar en actividades relacionadas con el turismo. Pero eso fue en verano. El crecimiento económico se va a ralentizar y uno de los motivos que señala el BCE es precisamente: "la alta incertidumbre y el deterioro de la confianza de manera acusada".

Todavía no sabemos qué ocurrirá este invierno con el gas. Aunque los países están cumpliendo con los objetivos de almacenamiento, esas reservas dan para lo que dan. "Si las empresas y los hogares tuvieran que hacer frente a un racionamiento del suministro energético, la confianza podría deteriorarse más", alerta el banco central.

El canal incertidumbre

La incertidumbre es un potente canal económico con impacto en el PIB. Este es el principal motivo por el que se han rebajado las previsiones de crecimiento de la zona euro para el año que viene. En lugar de avanzar un 2,1% ahora el BCE espera menos de la mitad: un 0,9%. Y eso en el mejor de los casos.

El BCE se resiste a adoptar el escenario de recesión como posibilidad central en 2023. Sin embargo, si se materializan los riesgos a la baja, el PIB de la zona euro podría llegar a caer un -0,9%, según las últimas previsiones presentadas hace un par de semanas. Y por si fuera poco, Christine Lagarde insiste en la idea de que los tipos volverán a subir al menos dos veces más para frenar la inflación que, principalmente, provoca la crisis energética.

Se ha cruzado ya un Rubicón: tanto el BCE como la Reserva Federal de EEUU asumen el riesgo de provocar una recesión con su política monetaria. No es su intención, pero si ese es el efecto secundario de su medicina lo tendrán que afrontar. La enfermedad (la inflación) es peor que el remedio (subida de tipos), vienen a argumentar. "Me gustaría que hubiera una forma menos dolorosa (para bajar el IPC), pero no la hay", aseguraba el presidente de la Fed este miércoles tras volver a subir los tipos otro 0,75%. Allí están ya en el 3,25%. En la zona euro, en el 1,25%.

En España, donde cerca de 400.000 millones de deuda hipotecaria sigue ligada a tipos variables, empieza a cundir cierto temor sobre el impacto de la repentina subida del euríbor. Nada parece remar en favor de la confianza de los consumidores excepto el empleo. Tanto en nuestro país como en la zona euro esta variable está aguantando razonablemente bien las turbulencias. La clave de la evolución de los próximos meses estará muy ligada a la solidez de este mercado laboral.