Cuarenta y ocho horas después de conseguir sacar adelante el proyecto de un impuesto extraordinario al sector financiero y energético, Pedro Sánchez se reunía con uno de los principales afectados: el banco BBVA durante la inauguración del 'II BBVA Sustainability Forum'. Ninguna mención en su discurso al por qué de este gravamen. Ni por su parte, ni por la del principal directivo de la entidad, Carlos Torres. Como si no estuviera encima de la mesa y cada uno tuviera una opinión muy diferente al respecto. Todo lo contrario, el encuentro ha sido una especie de escenificación de sinergias: un Gobierno comprometido con el cambio climático y un banco que presume de haber sido el primer en España "en apostar por la sostenibilidad".
El presidente ha ensalzado la labor de la banca en este futuro con cero emisiones al que se aspira. "La descarbonización necesita importantes volúmenes de financiación muy elevado y el sector financiero tiene un papel central muy importante", argumentaba el presidente del Gobierno. Se presentaba Sánchez como un "aliado del sector privado" en este camino hacia la sostenibilidad porque "sabe lo que está en juego y lo que implica no hacer nada".
Aún con los dos impuestos, banca y energía, pendientes de tramitación en el Congreso -- el segundo se ajustará a lo que finalmente decida Bruselas, que nunca ha hablado de pedirle nada a la banca-- Sánchez ha incidido en la importancia de dar estabilidad jurídica a los inversores y ha prometido incentivos adecuados para la transición ecológica.
El discurso de los poderosos está instalado en el terreno político desde que el pasado verano el presidente anunciara estos impuestos temporales y asegurara que "si Botín y Galán protestan, es que vamos en la buena dirección". Se refería a la presidenta del Banco Santander y al máximo directivo de Iberdrola. Ahora esa idea de "los poderosos" la está utilizando para atacar al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo y criticar su posición en la crisis energética actual. Si no están a favor de reducir las "ganancias extraordinarias" de estos sectores es porque están del lado de los "poderosos", le repitió una y otra vez el presidente a Feijóo durante su debate en el Senado.
Si Carlos Torres tenía en la cabeza el impuesto a la banca, había que leerle entre líneas porque lo máximo que ha dicho el presidente del BBVA antes de escuchar a Sánchez es que era necesario que "la regulación y las políticas públicas aportaran estabilidad y confianza a los inversores". Una frase que bien podría encajar en cualquier momento, ya que es una demanda bastante repetida en el sector empresarial. Sin embargo, es cierto que en su momento, el sector criticó precisamente con estos argumentos la idea del nuevo impuesto a la banca.
El sector aseguró haberse enterado por la prensa de este nuevo impuesto temporal. En opinión de la Asociación Española de Banca (AEB) reflejaba "la improvisación jurídica" en que opera "un sector tan importante para la economía y la sociedad". La medida, en definitiva, "distorsionaba el mercado". El anuncio el pasado 12 de julio provocó una abultada caída del sector financiero en bolsa.
Volviendo a la sostenibilidad, el presidente del BBVA ha asegurado que para descarbonizar la economía de manera que España sea independiente energéticamente y se limite el aumento de la temperatura del planeta y su impacto en las futuras generaciones en el largo plazo, será necesario un volumen de inversión equivalente al 8% del PIB mundial hasta el año 2050.