Fue casi empate técnico en julio, pero por muy poco Argelia recuperó el trono y superó a Estados Unidos como principal suministrador de gas de España. Sin embargo, en agosto volvió a imponerse una tendencia que arrancó en 2022: el país africano ha dejado de ser el socio comercial de referencia de nuestro país en cuanto al gas.
La caída coincide con la crisis energética y el aumento de los precios de este combustible. España ha balanceado hacia los barcos metaneros con origen en EEUU. Tanto que ahora nos llega más gas por vía marítima que por el gasoducto que nos conecta con Argelia.
La caída de gas procedente de Argelia aumenta conforme pasan los meses. Hasta el mes de agosto, las importaciones ascendían a 73.000 GWh, frente a los 126.000 GWh del mismo periodo del año pasado. Supone una caída acumulada del 42%.
El cierre de uno de los dos gasoductos que nos comunica con este país en octubre del año pasado explicaría parte de este descenso. Pero hay muchos más factores que podrían estar pesando en esta pérdida de protagonismo de Argelia en nuestro suministro.
La caída del peso de Argelia en el negocio del gas con España arrancó con el cierre del gasoducto de Marruecos el otoño pasado. Sin embargo, el gobierno argelino se comprometió a enviar vía barco todo el combustible que hiciera falta para compensar. Lo que ha ocurrido, efectivamente, es que las necesidades de gas se han cubierto con metaneros, pero procedentes de Estados Unidos.
Las compras de gas a EEUU se han multiplicado casi por cuatro en lo que va de año. No es el único mercado al que le hemos hecho más pedidos este año. También ha llegado mucho más gas ruso a los puertos españoles. A pesar de la invasión de Ucrania, las importaciones llevan dos meses multiplicando las cifras del verano de 2021. En lo que va año hemos comprado un 37% más gas a Rusia. Y el pasado mes de junio, estas operaciones fueron tan elevadas que hasta superaron las de Argelia y el régimen de Putin se convirtió en nuestra segunda fuente de gas.
En el sector explican que son varias las empresas detrás de estos pedidos de gas a Rusia, que son contratos a largo plazo con cláusulas que les obliga a pagar igualmente por el combustible, aunque decidan rechazarlo. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha pedido a todas estas comercializadoras que cierran los contratos que traten de reducir al máximo el gas de origen ruso y diversifiquen con otros países productores. La partida, claramente, la va ganando Estados Unidos.
La demanda de este combustible en nuestro país sube en un 5% en media anual, pero está teniendo un comportamiento muy desigual: