TIER Mobility ha realizado una encuesta europea sobre micromovilidad en la que España y, en especial Madrid, aparecen casi como un paraíso para las compañías del sector. El 30% de los españoles usan vehículos de movilidad personal (VMP), cifra que se eleva al 43% en la capital.
Manuel Arauco, director de la firma en España, opina que la clave para que estos medios de transporte ayuden a mejorar la calidad de vida de las ciudades es “la colaboración ciudad-operadores para tener un sistema ordenado y para educar a los usuarios en su uso”. Cree que hay muchos puntos de fricción, no confía en que la tecnología pueda resolver todos los problemas de seguridad y es firme defensor de que “los usuarios conozcan las normas”.
Pregunta: ¿Somos el edén de la micromovilidad en Europa?.
Respuesta: Sería algo exagerado hablar de edén. Pero el 30% de los españoles usan vehículos de movilidad personal (VMP) y en Madrid el 43%. La encuesta lo que deja claro es la oportunidad que tiene la capital de convertirse en una ciudad increíblemente importante para la micromovilidad. Por ejemplo, hay mucha gente en España que tiene coche pero está dispuesta a prescindir de él para usar la micromovilidad (el 26% según el estudio de TIER). Por otro lado, hay muchas personas a las que les gustaría utilizar más estos servicios (el 19% patinetes y otro 16% bicicletas). Para mí esta combinación me sugiere unas grandes posibilidades.
P: En su estudio dicen que “el 38% de los encuestados afirma que le gustaría utilizar productos y servicios de micromovilidad para desplazarse por la ciudad”. ¿Por qué no lo hacen?
R: Es la pregunta que nos hacemos nosotros como operadores. Nosotros existimos con esa misión de querer que la movilidad en general se transforme para bien en las ciudades, que mejore la calidad de vida de los usuarios. Hoy aún hay muchos puntos de fricción, que se puede encontrar en gente que no está familiarizada en descargarse y usar una aplicación para saber adónde va, gente que no tiene claras las reglas de circulación. O también, como se dice en la encuesta, la gente en España siente cierta preocupación por su seguridad ante el resto del tráfico activo. Es muy complicado para algunas personas tener que compartir una misma vía con vehículos que van mucho más rápido que ellos-, echan a faltar infraestructura... Y si no tienes una idea clara de las normas y la regulación alrededor de este tipo de vehículo, pues nada de eso ayuda a la adopción. Esto hace que la experiencia de usuario no sea la mejor.
P: Entonces, ¿Qué pueden hacer los operadores y las ciudades?
R: Tenemos la responsabilidad de ofrecer un servicio seguro. Creo que la calidad de nuestros dispositivos ha mejorado muchísimo. Estamos ofreciendo servicios y vehículos mucho más seguros que los de los inicios del sector, un muy buen paso adelante. Pero la experiencia de usuario puede mejorar. Por ejemplo, que la navegación sea más cómoda, que no haya problemas en el pago, ni tampoco a la hora de iniciar o terminar un trayecto, que la navegación te diga dónde puedes conducir de manera segura o dónde aparcar... Es en estos detalles donde los operadores debemos contribuir a que la gente pueda circular de manera segura en la ciudad.
P: ¿Son conscientes los usuarios de micromovilidad de que la vía es compartida con el resto de usuarios?
R: Esto fue un problema de los inicios de una industria que acababa de nacer y que desplegó vehículos en algunos casos sin tener en cuenta al resto de usuarios ni a las normas de circulación. En empresas como TIER nos queremos alejar de esa manera de operar. Creemos que la forma de que esta industria siga aquí es siendo consciente de que hay otros vehículos, peatones, otros VMP. Y que, si no educamos a nuestros usuarios y si no nos hemos coordinado con las ciudades, generamos más caos que el valor que estamos añadiendo a los desplazamientos. Y ahí está la clave, la colaboración ciudad-operadores para educar a los usuarios para tener un sistema ordenado. Cuando estos sistemas funcionan bien pueden crear mucho valor y mejorar la calidad de vida en la ciudad, convirtiéndose en un medio de transporte que esté integrado.
P: ¿Creen en la intermodalidad entonces?
R: Totalmente. Somos, creo, el operador más integrado con aplicaciones de movilidad como servicio. Al final nosotros ofrecemos un tipo de movilidad muy específico, la micromovilidad está muy enfocada al transporte singular de primera y última milla, pero tenemos que integrarnos con los diferentes tipos de servicios de transportes. Por ejemplo, que una persona pueda coger un ticket único y utilizar un patinete, el metro, un autobús o cualquier otro medio que también sea sostenible. Creemos que la tecnología aporta esa integración y que nosotros aplicamos con el transporte público en varias ciudades de Europa donde operamos.
P: ¿Qué deberían hacer las ciudades españolas para dar un mejor servicio a todas aquellas personas que, como dice su encuesta, quieren usar los servicios de la micromovilidad?
R: Vemos que las ciudades que están dotadas de una mejor infraestructura, es decir donde hay carriles en los que sus usuarios estén aislados de otro tipo de vehículos como los automóviles se ve mayor adopción en los VMP. Esto no quiere decir que se necesiten carriles únicamente para vehículos de movilidad personal. Yo creo que el VMP y la bici tienen tantos elementos en común que, para mí, pueden circular en un mismo carril.
P: Aparecemos como los europeos más preocupados por la seguridad de estos VMP en la vía, pero por otro lado también somos los que estamos más dispuestos a usarlos. ¿Somos los más valientes o los más temerarios?
R: No me atrevo a decir si tiene algo que ver con valentía. Quizá a veces, cuando el tráfico y la congestión se convierten en un problema importante, los ciudadanos se plantean probar otros medios de transporte.
P: ¿Debe ser la acera una especie de patrimonio sagrado del peatón?
R: Las autoridades competentes podrán decir cuál es su opinión con respecto a las aceras, pero independientemente de lo que ellos digan, nosotros nos sentimos muy vinculados al respeto de los espacios públicos y a su uso responsable. Creo que como operadores somos muy conscientes de la responsabilidad que tenemos. Y de que operamos en la vía pública con otros de sus usuarios.
P: ¿Cree que debería de existir una especie de examen de conducir para los usuarios de la micromovilidad para reforzar su propia seguridad y la del resto de usuarios con el conocimiento de las normas y señales de tráfico básicas y el mantenimiento de unos comportamientos más estrictos?
R: En cuanto a que los usuarios conozcan las normas estamos totalmente de acuerdo. Trabajamos mucho en colaboración con instituciones y autoridades públicas para ver cómo podemos educar mejor a los usuarios. Tenemos campañas de educación sobre cómo circular de manera segura, iniciativas de educación en nuestras propias aplicaciones etc. Es una industria joven pero que ha tomado muchísimas acciones en este sentido. Ya me gustaría ver este mismo nivel en otras industrias.
P: ¿Cómo ve el futuro de la micromovilidad?
R: Con enorme optimismo. La micromovilidad compartida, eléctrica y sostenible ha tenido una aceptación enorme por parte del usuario y creo que esto sólo ha sido el principio. Las ciudades empiezan a entender cómo implementar buenos sistemas de micromovilidad y eso es importantísimo.
P: ¿Qué le gustaría ver a corto plazo?
R: España se encuentra en un punto de oportunidad. Espero ver a las ciudades animándose a licitar sistemas de micromovilidad en su ámbito. Si se hace de manera adecuada, pueden contribuir de manera correcta a la mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos. Los operadores estamos cada vez mejor preparados con mejor tecnología y muchísima experiencia y en España espero poder ver cada vez estos sistemas correctamente organizados y licitados. Esto es lo que estoy echando en falta a día de hoy.
P: ¿Hacia dónde se dirige la mejora de calidad de los vehículos en el futuro como tendencia? ¿Frenos sobredimensionados, uso obligatorio de chalecos reflectantes, iluminación más potente...?
R: Los operadores hemos estado jugando ese papel ya con vehículos con muy buena capacidad de frenado y más de un tipo de freno en los dispositivos; autodiagnóstico que impide el funcionamiento del vehículo cuando estima que pueden fallan esos frenos; también la autolimitación de velocidad, e incluso la reducción de esa velocidad aún más en zonas específicas; materiales reflectantes... A todo esto debe acompañarse la educación. A veces nos obsesionamos con que la tecnología debe solucionar todos los problemas de seguridad. Pero aunque debe jugar su papel, la educación al usuario y la colaboración ciudad-operadores son críticas para que avancemos a sistemas más seguros. También debemos tener infraestructuras más seguras para todo tipo de vehículos. Y en materia de tecnología seguro que vamos a ir viendo avances en cuanto a detención del vehículo cuando el usuario esté conduciendo de manera temeraria, o en casos de conducción en zonas prohibidas o en las aceras... Todo va avanzando. Pero no nos podemos fiar en la tecnología como la única solución en aspectos de la seguridad sino en una combinación de factores.