Marta Mateos se levanta estos días, da dos pasos y ya está en el campo. No son sus vacaciones, teletrabaja desde un pequeño pueblo de La Rioja. “Voy caminando a todas partes, hay mucha tranquilidad y estoy con mi padre que ya es mayor…” Su puesto está en Madrid, pero su empresa, el BBVA, le permite conectarse desde otro domicilio en territorio nacional. Es como el segundo nivel en la modalidad de trabajo a distancia y muy pocas compañías lo han regulado. Llega el verano y muchos se preguntan: ¿no puedo trabajar desde la playa? La respuesta es negativa a no ser que la compañía lo permita.
“La cultura de la empresa es determinante en este caso. Eso tarda en cambiar, por lo menos tres años, y tiene que estar involucrada la primera línea de la dirección”, sostiene Juan Carlos Cubeiro, experto en talento, liderazgo y coaching. “En el teletrabajo se está viendo de todo, pero creo que el gran movimiento está siendo a nivel internacional. En España, desgraciadamente, tenemos todavía una cultura muy presencialista”.
"Hay compañías que tienen políticas muy flexibles y esto es complicado jurídicamente", explica Lara Vivas, abogada en Cuatrecasas. "Es una cuestión de seguros, coberturas, régimen de la seguridad social, dónde pagas impuestos..." Sería el caso extremo de la flexibilidad. "Creo que en el teletrabajo estamos todavía en modo test. Vamos hacia un régimen de más confianza en el empleado, pero dejar que todo el mundo se vaya a su lugar de vacaciones y trabaje desde allí no está del todo asumido".
Si las compañías ya permiten el teletrabajo algún día desde el domicilio habitual, ¿por qué no se amplía a otro lugar? Varios son los motivos que pueden explicar las reticencias.
1- Política de la empresa.
Hay lugares donde se valora mucho que los equipos se vean. "Es difícil incorporar a gente y generar cultura si no se ven nunca", pone de ejemplo Vivas. "Las nuevas generaciones aprenden más despacio por la falta de roce. Se aprenden diferente. Veo muy pocas empresas cerradas totalmente al teletrabajo, pero tampoco veo que digan: no hace falta venir a la oficina en verano".
Las compañías valoran toda una serie de beneficios que se derivan de encontrarse físicamente. "Pero el espíritu de equipo se basa en el compromiso y la confianza", argumenta Cubeiro. "Hay poco liderazgo comprometido y la desconfianza hace que tengas muchos mandos que prefieran el presencialismo. Todavía tenemos elementos del pasado y las nuevas generaciones no quieren esto".
Mateos cree que en el caso de su empresa, esa cultura del presencialismo ya no existe. "Ha sido un cambio brutal en el banco. Antes irte a casa pronto, aunque luego siguieras conectado, se podía ver mal. Ahora ya no. Siento que nadie me está controlando, que se confía en que esté en mi puesto y cumpla con mis tareas".
2 - Riesgos laborales.
La nueva ley de trabajo a distancia regula algunas cuestiones relacionadas con la prevención de riesgos laborales: la silla, la mesa, la iluminación... La empresa es la encargada de prevenir estos riesgos. "Lo que no puede ser que la compañía tenga esta obligación y entonces uno se vaya a su casa de vacaciones y se ponga a trabajar en el sofá", pone de ejemplo la abogada de Cuatrecasas. "No es extraño que la empresa sea cauta porque son ellos los que tienen la responsabilidad de prevenir los riesgos allá donde ocurra la actividad".
La propia normativa establece mecanismos para evaluar estas situaciones. En el caso del BBVA es el propio trabajador el que realiza una autodeclaración de las condiciones de su segunda residencia. Antes, cuando solo unos pocos teletrabajaban, las mutuas acudían al propio domicilio del empleado a valorarlo y aportar soluciones. "La ley ha confiado en que la evaluación se puede hacer a través de un cuestionario, por cuestiones de también de privacidad del trabajador", explica Vivas.
3 - La seguridad de la información.
Las cuestiones de ciberseguridad son cada vez más relevantes y las empresas han adoptado estrategias para limitar estos riesgos del trabajo en remoto. Es posible que el nivel de confianza en el uso de los datos y la información sea exactamente el mismo desde un domicilio u otro. Pero hay otro tipo de riesgos, como que la red de conexión no sea suficiente y limite el teletrabajo.
También existe el riesgo humano en la cuestión de la seguridad. "¿Puedes tener esta conversación desde la playa? Porque igual estás relevando datos sensibles. En en entorno vacacional quizá se desatienden más estas cuestiones", opina Vivas.
En el caso de Telefónica también se permite trabajar desde una segunda residencia durante todo el año. Se mantiene el modelo híbrido: tres días en la oficina y dos en casa. “En los meses de verano los dos días de teletrabajo se pueden organizar de manera flexible. El resto del año son fijos”, explican en la operadora.
El caso del BBVA es todavía más flexible. “Nosotros tenemos que cumplir con un 60% de nuestra jornada presencial a lo largo de un trimestre. Te puedes organizar los días de teletrabajo como quieras siempre que llegues a ese porcentaje”, expone Mateos.
La pandemia nos hizo avanzar una década en esta modalidad del trabajo a distancia pero, poco a poco, las cifras van reduciéndose. El 7,5% de los ocupados teletrabaja más de la mitad de los días. El 5,6% lo hace de manera ocasional. En total, el 13% de la población. En la pandemia superó el 19%.
Es cierto que muy pocos lo habían probado antes del covid pero una vez las circunstancias nos forzaron, nos hemos vuelto de los más entusiastas de Europa. El 84% de los españoles a los que se les pregunta si les gustaría teletrabajar responde con un sí. Solo nos superan en fervor los finlandeses y los suecos, según un informe de Ontsi.
Cuando se le pregunta por teléfono a Marta Mateos si aceptaría un puesto de trabajo con menos flexibilidad, lo tiene bastante claro. "Sería muy duro volver atrás. Para mí, poder organizarme así es otro tipo de remuneración. Lo valoro mucho", contesta. "Además, estar en el pueblo me baja unos cuantos puntos el nivel de estrés de Madrid".