Victoria, campeona del mundo de aguas gélidas con 68 años: “Cuando crees en ti lo consigues, sea lo que sea”
Victoria Ortiz de Guinea Argüelles comenzó a nadar para superar la muerte de su hija
Nada en aguas que están entre cero y cuatro grados: "La sangre se te marcha de las extremidades para ir a los puntos fundamentales, el corazón, el riñón, la cabeza…"
También ha practicado escalada, esquí, buceo y paracaidismo
En su club de natación, el Santa Olaya de Gijón, la conocen como Vicky, la espartana del hielo. Ella nos pide que aparezca en este reportaje su nombre completo: Victoria Ortiz de Guinea Argüelles, para que conste también el apellido de su madre.
Es la única mujer española que practica la natación en aguas gélidas. Se proclamó campeona máster en el Campeonato del Mundo que se disputó en 2019 en Eslovenia. Pero además, en la Copa del Mundo, en la que se celebran varias pruebas en diferentes países, quedó primera de su categoría y séptima en la clasificación absoluta.
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Comenzó a nadar para superar la muerte de su hija
Victoria siempre ha sido muy deportista. “Hice escalada, buceo, esquí fuera de pista tirándome desde un helicóptero, paracaidismo... Y fui de las primeras mujeres en España que compitió en moto”, relata. Curiosamente nunca se hizo ni un rasguño practicando esos deportes de riesgo, pero en una caída tonta se rompió una pierna. Y tuvo que dejar ese tipo de actividades. Pero buscó otros deportes.
Fue hace siete años cuando comenzó a nadar. Le sirvió como flotador para superar una etapa muy dura de su vida, la muerte de su hija, que hizo que su mundo se derrumbase: “Me quedé en shock. Estaba tan mal que incluso había momentos en los que me desorientaba por completo. No era capaz ni de escribir mi nombre. Pensé que tendría alguna demencia”. Los médicos le recetaron terapia y medicación, pero ella necesitaba algo más. Y el mar fue su salvación.
Vive en Gijón, así que tiene el Cantábrico al lado de casa. Pero para ella, que reconoce que es muy competitiva, nadar para pasar el rato no era suficiente. Necesitaba emociones más fuertes y comenzó a ponerse retos. Y los encontró en las aguas más frías del planeta.
Ella nació en Moscú, porque sus padres fueron de esos ‘niños de la guerra’ que mandaron a Rusia tras la Guerra Civil. Aunque volvió a España cuando tenía cuatro años, conserva amigos allí. Su nieta le habló de un campeonato en aguas gélidas, así que se desplazó hasta la ciudad rusa para entrenar. “Mi sorpresa fue que al llegar al lago había un médico, un rescatista, un monitor… Lo tienen todo muy controlado, porque puede ser peligroso. No puedes dar una voltereta para girar, por ejemplo, como en una piscina, porque al moverse la sangre bruscamente te puedes marear”.
Y su primera incursión fue todo un éxito. “Cuando llegué a 50 metros me dijeron que saliera ya, pero yo dije que no, que podía seguir. A los 100 igual, y a los 150 metros ya se pusieron serios. Me dijeron que no entendían cómo siendo la primera vez había aguantado tanto y había salido del agua con tan buena temperatura. Porque por el frío a veces no te controlas, balbuceas y tiemblas”.
Apenas dos meses después se disputaban los campeonatos del mundo y Victoria tuvo claro que quería participar: “Así que volví a entrenar por la tarde. Me dijeron que mi cuerpo necesitaba descansar, pero como estaba bien fui. Y ya hice 500 metros”.
La única mujer sin neopreno en la Travesía Costa Coruña
La última prueba en la que ha participado esta asturiana ha sido la Travesía Costa Coruña 10.000, hace un par de semanas. El agua estaba a 15 grados y el 90% de los participantes iban con traje de neopreno. Aun así, a algunos los sacaron del agua con hipotermia. Ella estuvo 4 horas y 22 minutos nadando, y lo hizo en bañador. Llegó a meta con una gran sonrisa y proclamando: “¡Que más mujeres se animen a nadar!”
“Cuando llegué fueron a echarme una mano para salir, porque me vieron en bañador y debieron de pensar que igual me iba a marear”, cuenta divertida. “Pero estaba estupendamente. Y me emocioné porque todo el mundo me aplaudía y me jaleaba”, añade.
Claro que para ella 15 grados son bastantes, ya que para la competición en aguas gélidas el agua tiene que estar entre cero y cuatro grados. “Un grado en el agua cuando está ya muy fría es un mundo. Si estás a 14 o 15, bueno, pero de 3 a 4 la diferencia es abismal”, aclara.
La preparación física es importante, pero el 50 % es mental
“Cuando coges un hielo de la nevera y lo pones encima de la piel, te quema. Pues eso se siente al entrar a esas aguas”, describe Victoria. “Los primeros síntomas, nada más entrar en el agua, es que la sangre se te marcha de las extremidades para ir a los puntos fundamentales, el corazón, el riñón, la cabeza… Pero no hay que temer. Después, cada cuerpo responde diferente. Yo aguanto mucho y recupero muy pronto”, añade.
Su padre, que era muy deportista, fue quien le inculcó la importancia de la actividad física, y cree que parte del mérito es de sus buenos genes. “En la vida, no solo en el deporte, si se lucha y se quiere y no se tira la toalla, se consiguen las cosas. Eso me lo enseñó mi padre”, subraya. Porque asegura que una parte muy importante del éxito está en la cabeza: “La preparación física es importante, pero un 50 % es mental, ahí tienes que estar al 100 %”.
No se plantea retirarse
Su rutina diaria es nadar al menos 5.000 metros. “Está demostrado científicamente que nadar en aguas frías es sanísimo”, asegura. Ella parece ser la prueba de que así es y no quiere ni oír hablar de retirarse. “¡Ni pensarlo! Ahora estoy preparándome para ir a Argentina, me invitaron a nadar en la zona del Perito Moreno. En un mes iré para allí”.
Queda Victoria para rato y, visto su espíritu, seguro que todavía hace honor a su nombre muchas veces en los próximos campeonatos. Aunque a lo largo de toda esta entrevista ha insistido en no centrarse en sus logros, sino en lanzar un mensaje que para ella es fundamental: “Que la gente haga deporte”.