Argentina despide a Maradona: el día que 'Barrilete Cósmico' venció a Inglaterra tras la guerra de las Malvinas

  • El duelo entre Argentina e Inglaterra en el Mundial del 86 se produjo tan solo cuatro años después del conflicto

  • En la cancha se libraba una batalla que superaba las fronteras del fútbol

"Barrilete Cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?". Todo lo engloba aquella frase. Toda la épica del fútbol -y de la guerra- en un solo partido. O en cuatro minutos; los que pasaron entre la mano de Dios y el "Gol del Siglo". Aquel día en el que Diego Armando Maradona se tomó, en la cancha, la revancha de todo un país.

A esa batalla, Argentina llegaba malherida ante su rival, Inglaterra. Se libraba en cuartos de final en el Mundial de México 86. Habían pasado tan solo cuatro años de la guerra de las Malvinas, que duró dos meses y dejó más de 900 muertos -la mayoría argentinos- antes de la humillante derrota del país latinoamericano frente a Reino Unido.

El 22 de junio de 1986, en el Estadio Azteca de Ciudad de México, el orgullo nacional está en juego. Son dos pueblos apasionados, locos, por el fútbol. Pero, esta vez, es mucho más que eso. Es la catarsis. Y ellos, enemigos dentro y fuera del campo (no restablecerán relaciones diplomáticas hasta 1990).

La contienda culmina con la entrada de Maradona en el Olimpo y la sublime narración del periodista Víctor Hugo Morales ante el segundo gol: "¡Quiero llorar! Dios santo... ¡Viva el fútbol! Maradona (...) en la jugada de todos los tiempos, Barrilete Cósmico, ¿de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés? Para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina". Con la voz entrecortada continúa: "Gracias, Dios... Por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas, por este Argentina 2 Inglaterra 0". No importa las veces que se escuche, seguirá poniendo la piel de gallina.

Cuatro minutos antes, en el 51, Maradona marca el primer gol del partido con su mano izquierda. El árbitro lo da por bueno. La controversia está servida. El Pelusa dirá después que lo había metido "un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios". Y así bautizará para siempre la prensa a ese tanto que para los ingleses seguirá siendo el "más infame".

Pero llegará el segundo gol, el "del Siglo" (según la propia FIFA). Y así, para el mundo, Maradona borrará con los pies lo que poco antes había hecho con la mano, según recuerda ahora la BBC. Mucho más tarde, en sus memorias (Yo soy el Diego), él mismo reconocería: "Qué mano de Dios, ¡fue la mano de Diego! Y fue como robarle la billetera a los ingleses, también".

Las dos caras de la guerra, la vida... y Dios

¿Venganza? ¿Justicia poética? Argentina restañaba sus heridas ante Inglaterra con aquellos dos goles tan distintos, tan opuestos, que encarnan la dualidad del fútbol: la excepcionalidad versus la polémica. Pulsiones batiéndose en el caldo emocional que adhiere a fieles de por vida.

Tocado del halo divino, el pibellevará al país hasta la final. El alzamiento de la Copa del Mundo, tras derrotar a Alemania, será la consagración .

Tras su muerte, también en Reino Unido los titulares se han rendido ante el astro argentino. "En manos de Dios", coinciden The Sun y Daily Express. El inglés Gary Lineker, que también jugó en aquel partido del 86 (marcó el único gol de su equipo), escribía en sus redes sociales nada más conocer la noticia: "El mejor jugador de mi generación y posiblemente el más grande de todos los tiempos. Después de una vida bendecida pero problemática, espero que finalmente encuentre algo de consuelo en las manos de Dios…".

Hace tan solo unos meses, el 2 de abril, Maradona reivindicaba la soberanía de Argentina en las Malvinas, 38 años después de aquella guerra contra Reino Unido. Y homenajeaba a los soldados muertos: "El honor y la gloria es toda para ustedes, muchachos. A nosotros nos queda el orgullo. Las Malvinas son argentinas", escribía en Instagram.

En cuanto a él, con la gloria llegaron las espinas y los excesos: las drogas, las adicciones, el sobrepeso... Lo explicó como nadie, hace tiempo, el escritor uruguayo Eduardo Galeano: "Maradona fue adorado no sólo por sus prodigiosos malabarismos sino también porque era un dios sucio, pecador, el más humano de los dioses".

Tras la muerte del astro, aquellas batallas del pasado y la sensación de "orfandad" de muchos argentinos las resume el diario El Observador en una pregunta: "Barrilete cósmico, ¿a qué planeta te fuiste?".