Hemos estado en el de Barcelona. El puerto más grande de España y el cuarto del mundo. Cuando los barcos atracan aquí, ellos, los buceadores, actúan. Aprovechan esta pequeña estancia para revisar el casco de las embarcaciones. Un lugar perfecto y de difícil acceso en el que los traficantes camuflan droga.
Son muchas las operaciones en las que se ha encontrado grandes alijos de cocaína adosada en esta zona del barco. Escondida en pequeños torpedos y pegada (en ocasiones soldada) al barco, la droga se transporta de puerto a puerto. Hay veces en las que ni siquiera la tripulación lo sabe.
Los GEAS se sumergen para inspeccionar el casco y descartar esa posibilidad. La escasa visibilidad de las aguas portuarias y la inmersión bajo el barco dificultan la labor. Trabajan al taco. Tocando con las manos por si encuentran algún elemento extraño.
La mayoría de las embarcaciones que transportan droga son buques mercantiles que proceden de algún país latinoamericano. Los cruceros y algunos barcos de lujo son también objetivo de estos agentes subacuáticos. La labor es la misma que cuando buscan droga pero, en estos casos, descartan también la posibilidad de que pudiera haber algún artefacto explosivo adosado en su caso.
Hace unos años, el buque "Marqués de la Ensenada" fue objeto de un atentado terrorista de ETA. Adosaron a su casco, próxima a la zona de calderas, una bomba que explosionó. Aunque este tipo de sabotajes no provocan grandes daños sí inutilizan la embarcación y provocan un gran revuelo.
Por eso, los enormes y majestuosos cruceros que atracan en puertos como el de Barcelona también han de ser revisados. En nuestro reportaje, el Grupo de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil, revisa el Queen Mary II. La embarcación más grande, lujosa y cara del mundo.
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