'Las cintas de Ted Bundy', 'El caso Alcàsser', 'Érase una vez en... Hollywood', 'The Keepers', 'Muerte en León'... No falla, cada vez que se estrena un documental nuevo sobre un crimen o una serie detectivesca en la que se abordan estos temas, todos nos volvemos locos.
Para bien o para mal, nos gusta lo morboso y por eso miramos cuando hay un accidente; no tiene nada de malo, forma parte de la naturaleza humana aunque esté socialmente mal visto. Sin embargo, ¿te has preguntado alguna vez por qué te intrigan tanto las historias de asesinatos reales? La psicología tiene una explicación y hoy vamos a contártela en Yasss.
Cuando se produce un crimen y los medios de comunicación cubren la noticia, siempre hay una frase que se repite en las redes sociales: "este artículo es excesivo". Titulares con clickbait, trapos sucios sobre los presuntos asesinos e información personal para añadir dramatismo son el pan de cada día ante una desgracia de este tipo. Sí, los periódicos buscan la emotividad de la tragedia, pero lo hacen porque todos aquellos que critican el morbo acaban pinchando para leer esa noticia y no la que tiene un titular aburrido o meramente informativo.
Hay una parte de nosotros que nos incita a sentir curiosidad por la muerte y por el crimen, y otra parte que inhibe esa curiosidad como si fuese moralmente reprochable. Nos sentimos malas personas cuando en el fondo el motivo por el que nos gustan las noticias, documentales, series y películas sobre crímenes va más allá de lo moral o lo inmoral. Es una cuestión puramente psicológica, y entender esta razón nos ayudará a disfrutar de nuestro guilty pleasure sin remordimientos.
El motivo por el que nos gustan los documentales de crímenes es que nos abren la puerta al lado más oscuro de las personas, y como somos seres sociales intentamos entenderlo, aunque a veces resulte incomprensible. Nos creemos detectives o pseudopsicólogos y analizamos la infancia, las relaciones de pareja y los primeros crímenes del autor del delito para soltar un aplastante “ajá, entonces se volvió un asesino por ese motivo”. Es como jugar al Cluedo pero conociendo más detalles.
Esta pequeña investigación proporciona un chute de adrenalina a nuestro ego. Creemos que si hubiésemos investigado el crimen por nuestra cuenta, lo habríamos resuelto. Por este mismo motivo cuando se produce un asesinato hoy en día criticamos muy a la ligera el trabajo de los investigadores y policías implicados. “Yo esto lo habría visto venir antes”, pero en el fondo no es así. Se trata de un error psicológico llamado sesgo restrospectivo o, en otras palabras, la creencia de que podríamos haber predicho o averiguado algo una vez hemos conocido su desenlace. ¡Así cualquiera!
Pero esta no es la única razón por la que disfrutamos con este tipo de documentales, ya que también nos permiten conocer el peligro sin exponernos directamente a él. Lo mismo sucede cuando vemos una película de miedo o entramos en la casa del terror en el parque de atracciones. Estas experiencias nos permiten disfrutar del riesgo y enfrentarnos a él en un entorno controlado. Creemos que al saber los detalles de un asesinato, seremos más invulnerables a que algún día nos suceda lo mismo.
Estos documentales nos permiten conocer las pautas de los asesinos en serie, anticipar sus movimientos y analizar los errores de las víctimas, e inevitablemente nos acabamos creyendo “expertos” en criminología. El problema es que la realidad supera a la ficción y esta sensación de invulnerabilidad tiene un efecto colateral: nos volvemos arrogantes y bajamos la guardia. Por mucha información que conozcas sobre un crimen en concreto, no vas a poder ponerte un traje invisible frente a todos los asesinos en serie del planeta, ya que cada uno sigue su patrón.
Cuando vemos un documental criminológico nos distanciamos del suceso para que no nos afecte demasiado. Este distanciamiento puede ser o bien emocional buscando diferencias entre la víctima y nosotros para así reducir la sensación de vulnerabilidad, o bien temporal, ya que la mayoría de asesinatos famosos sucedieron hace muchos años. El paso del tiempo consigue que nos impacte menos.
Sin embargo, visualizar constantemente documentales, series y películas sobre crímenes puede sensibilizarnos y hacernos más susceptibles o incluso paranoides. Descubrimos tantas formas de ser asesinados que al final nos asusta hasta bajar la basura por la noche, tal y como les sucede a los estudiantes de medicina que se vuelven hipocondriacos al conocer la gran variedad de enfermedades a las que nos exponemos día a día.
Teniendo esto en cuenta, lo mejor es moderar nuestro consumo de este tipo de documentales, sobre todo si nos afectan demasiado. Sí, debemos ser cautos sobre todo cuando transitamos un sitio oscuro, desconocido o con poca gente, pero no podemos vivir con miedo a cada paso que damos.