Tengo 18 años y así es mi vida con tartamudez

yasss.es 15/04/2019 14:05

Tartamudez, disfemia o trastorno de la fluidez del habla. Tiene nombres mil, pero todos reflejan lo mismo: un problema comunicativo en el que la persona sabe lo que quiere decir, pero le cuesta porque su discurso está cargado de repeticiones, prolongaciones de sonidos, palabras a medias, bloqueos, circunloquios para evitar palabras problemáticas y excesiva tensión física. En consecuencia, su rendimiento escolar y su vida social se ven perjudicados.

No es algo aislado en un momento de estrés, sino un patrón comunicativo recurrente. Además, suele comenzar en la infancia, dando lugar a tres tipos de tartamudez:

  • entre los 3 y los 5 años y es totalmente normal. Todos los niños pasamos por una fase en la que tartamudeamos un poquito, pero con un correcto aprendizaje del lenguaje podemos dejarla atrás.
  • a los 7 años, posiblemente por el paso de preescolar a primaria. Hay quién la relaciona con el estrés académico y suele desaparecer sola.
  • cualquier momento entre los 3 y los 8 años y puede cronificarse.

Aunque este trastorno está fuertemente influenciado por factores psicológicos como la ansiedad o el estrés, no podemos descartar una base genética. Por un lado, hay más probabilidades de padecer tartamudez si en tu familia hay casos. Por otro lado, es más frecuente en varones (3 niños por cada niña). Esto indica un patrón biológico, aunque todavía se desconoce cuál es.

También es importante la respuesta de nuestros padres, profesores y compañeros de clase ante la tartamudez. Si se afronta con normalidad, comprensión y cariño, es más fácil su remisión. En cambio, si el niño desarrolla una relación ansiógena con el lenguaje porque sus padres le presionan, sus profesores le castigan y sus compañeros le ridiculizan, hay más probabilidades de que se cronifique.

Al margen de sus causas, suele darse una recuperación antes de los 16 años en el 70% de los casos, sobre todo si se sigue un tratamiento multidisciplinar con logopedas, pedagogos y psicólogos.

A modo de dato curioso, hay un tratamiento que se denomina "Retroalimentación Auditiva Demorada" que seguro que conoces bien. ¿Alguna vez te has descargado esas aplicaciones que te retardan la voz? Te pones los cascos, hablas, te escuchas demorado y te trabas mientras todos tus amigos se parten de risa. Pues cuando una persona con tartamudez usa esta aplicación, habla con fluidez. Esto se conoce como Efecto Lee.

Juanma acaba de cumplir 19 años y ha retomado la terapia psicológica ya que, al pasar a la universidad, ha vuelto a sufrir episodios de tartamudez. Esta es su historia:

"Mi nombre es Juanma, acabo de cumplir 19 años en febrero, soy estudiante de Ingeniería Civil y tengo tartamudez. No me gusta decir que soy tartamudo, porque creo que una persona es muchas cosas más que un trastorno.

Me diagnosticaron la tartamudez cuando tenía 8 años, aunque tuve episodios desde que empecé el colegio o así, según mis padres desde los 4 años. La profesora me derivo al logopeda del colegio porque veía que me atrancaba en palabras, que repetía muchas veces sílabas y que me ponía muy nervioso, y como no mejoré me mandaron a uno privado.

Yo no me acuerdo mucho, sé que fui a alguna consulta, pero no soy capaz de ver con nitidez cómo empezó todo. Lo que sí puedo recordar como si fuera ayer es que me convertí en "el tartaja". Aunque tenía amigos, siempre había los típicos graciositos de clase que se reían de mí, me insultaban y me vacilaban.

Con el tiempo dejé de leer en clase y los profesores no insistieron porque sabían que yo me ponía muy nervioso. Me volví muy tímido, y en el instituto esto fue a más. En primero de la ESO mis padres fueron a hablar con mi tutora para decirle que yo era tartamudo y que me ponía muy nervioso cuando tenía que leer en alto alguna pregunta o texto, que por favor no me forzasen. Esto se volvió una rutina y cada curso le contaban la historia a mis tutores. En esos años no perdí mi miedo porque nadie me expuso a él. Estaba en medio entre unos padres que me sobreprotegían y algunos chicos que se metían conmigo.

En primero de bachillerato, al ver que no mejoraba mucho, el logopeda me recomendó ir a un psicólogo infantil y de adolescentes. Allí empecé a trabajar mi ansiedad y mejoré de verdad. Aprendí a respirar al hablar para no acelerarme, a hacer ejercicios de relajación muscular cuando estaba con estrés y también a quererme más, porque tenía una autoestima horrible. En segundo de bachillerato me sentía nuevo, y eso repercutió mucho en mis notas. Mejoré un montón y en selectividad me fue genial, así que pude elegir cualquier universidad.

El problema es que ahora que he empezado en la universidad estoy un poco nervioso. No quiero ser "el tartaja" aquí también, así que la ansiedad y la tartamudez han resurgido. Como es mejor prevenir que curar, he vuelto a ir al psicólogo para gestionarlo.

Con mi historia quiero visibilizar un trastorno que sufre mucha gente con ansiedad y en silencio, aunque afecte al habla. No tenéis que avergonzaros si también tenéis tartamudez. Si os juzgan, que les den. No os definen. No os conocen. Sois mucho más que la tartamudez, y quién no lo vea es que es muy corto de miras."

Si tú o algún ser querido padece tartamudez, recuerda que la comprensión y el apoyo son muy importantes de cara a la mejoría de los síntomas. No presiones, ya que hablar con prisa puede aumentar la disfemia. Tampoco es bueno evitar hablar, ya que cronifica el problema. La mejor solución es cariño, empatía y terapia multidisciplinar.

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