El doctor Alan Aitken no podía ni imaginarse que entre aquella revolución de elementos por ordenar estaría el primer pergamino mundial que daba origen a la primera tabla periódica mundial. Llamó su atención aquel documento difícil de desplegar, que poseía los símbolos químicos más primitivos. No obstante, dado el paso del tiempo, la tabla necesitaba ser restaurada para corroborar su autenticidad.
Mendeleev hizo su famosa revelación sobre la periodicidad en 1869, y la tabla recién desenterrada era bastante similar, pero no idéntica a la segunda tabla de Mendeleev de 1871. Por este motivo, la tabla de Saint Andrews, escrita en lengua alemana, poseía tintes claramente anticipados.
Además, para concretar más los datos se recurrió al asesoramiento y apoyo de una serie de expertos internacionales. El profesor Eric Scerri, experto en historia de la tabla periódica con sede en la Universidad de California en Los Ángeles, fechó la tabla entre 1879 y 1886 según los elementos representados. Por ejemplo, tanto el galio como el escandio, descubiertos en 1875 y 1879 respectivamente, están presentes, mientras que el germanio, descubierto en 1886, no lo está.
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