De entre todos los síntomas psicológicos provocados por la cuarentena, hay uno común en la mayoría de las personas: la necesidad de salir al exterior, pero el miedo a las consecuencias. Si bien debemos permanecer en casa el máximo tiempo posible, hay excepciones como bajar la basura, ir a la farmacia o acercarnos brevemente al supermercado para hacer la compra. Todo esto en solitario y con protección y teniendo bien en cuenta el protocolo sanitario que hay que seguir antes y después de salir de casa y que te contamos en este vídeo:
Parece sencillo, pero Patricia es incapaz. Cuando entra en el supermercado empieza a ponerse nerviosa, experimenta sudores fríos y acaba con un ataque de ansiedad que le obliga a volver a casa sin hacer la compra. ¿Lo peor de todo? Que actualmente vive sola. Hoy de la mano de su testimonio conoceremos cómo es la fobia al contacto en tiempos de coronavirus.
"Cuando empezaron a salir todos los casos de coronavirus en Madrid, mis compañeras de piso se fueron a sus ciudades. Yo decidí quedarme en el piso. Mi familia es de Gijón, pero mi abuelo vive con mis padres y está enfermo, así que no quise arriesgarme a contagiarle. Me daba miedo tener el virus y lo último que quería era poner en peligro a mi familia.
Empezó la cuarentena y al principio yo lo llevaba bien. Aproveché para hacer trabajos de la universidad y para estudiar. También me dio por hacer deporte y dibujar, que es un hobby que tenía muy olvidado. Vamos, que sabía que la situación era difícil, pero tampoco estaba agobiada.
A finales de la primera semana de cuarentena, no sé si el jueves o el viernes, tuve que ir al supermercado porque no tenía casi nada. Mis compañeras de piso me dieron pista verde para comerme sus cosas y con eso fui tirando, pero me faltaban cosas como leche, papel higiénico y de cocina, huevos y verduras. No era plan de desayunar, comer y cenar pasta con aceite y ajo en polvo.
Salí de casa y fui a comprar pensando que el supermercado estaría vacío, pero al llegar estaba lleno de gente. Aunque habían puesto señales en el suelo, nadie respetaba las distancias de seguridad. Era todo caótico y empecé a ponerme nerviosa.
Acabé de meter todo en la cesta y fui a pagar. Había una cola tremenda y la gente empezó a apelotonarse, rozándonos entre todos. No sé describir lo que me pasó en ese momento, pero empecé a tener sudores fríos, los oídos se me embotaron como si estuviese buceando y la vista se me emborronó. Aunque parezca dramática, sentía como si me fuese desmayar de un momento a otro.
Dejé la cesta con todas las cosas y me fui a mi casa llorando todo el camino. Nada más llegar llamé a mi madre, que me tranquilizó.
He intentado ir a hacer la compra más días, pero me pongo nerviosa y pienso que a más veces salgo de casa, más me expongo al virus. Sólo he sido capaz de comprar papel higiénico porque era lo que más necesitaba, y ese día tuve un ataque de ansiedad brutal. Al final he hecho la compra online, pero me faltan cosas importantes y al vivir sola nadie me puede ayudar".
La fobia al contacto social es un miedo intenso y desproporcionado a situaciones o lugares en los que hay mucha gente, como por ejemplo supermercados, centros comerciales, transporte público o cines. Ahora mismo ir de compras, coger el metro o ver una película en la gran pantalla son actividades impensables, pero ir al supermercado sí que es algo que debemos hacer de vez en cuando.
Si nos fijamos bien, la definición de fobia al contacto dice que el miedo debe ser desproporcionado. Esto supone un problema, porque en qué medida es excesivo o irracional temer contagiarnos de una enfermedad potencialmente mortal.
La respuesta es sencilla: algo es desproporcionado cuando nos provoca malestar difícil de gestionar o afecta a nuestro día a día impidiendo que realicemos tareas cotidianas. Una cosa es sentirnos tensos en el supermercado y tener ganas de volver a casa, algo normal dada la situación del país, y otra muy distinta es experimentar un ataque de pánico que nos obliga a salir huyendo.
Tener cierto respeto hacia el coronavirus es necesario, pero tan malo es ir cinco veces al día al supermercado por darnos un paseo, como no ir en dos semanas por miedo a que alguien nos roce. En el término medio está la virtud, y para logar superar el miedo es necesario exponerse en la medida de lo posible. Por ejemplo, yendo al supermercado una vez a la semana.
Para que la situación sea más fácil de digerir puedes escoger un horario en el que el supermercado esté más vacío que de costumbre. Según un estudio realizado por Tiendeo, entre las 14:00 y las 16:00 hay menos afluencia de personas, ya que es la hora a la que la gente está comiendo.
Por otro lado, la situación no es igual a cuando empezó la cuarentena. Ahora mismo los supermercados han reforzado las medidas de seguridad, obligando a sus clientes a desinfectarse y a usar guantes, y controlando la cantidad de gente que hay en las colas.
Finalmente debemos dejarnos apoyar. Es normal sentir miedo, pero no debemos tragárnoslo en solitario. Habla con tus amigos, con tu familia o con tu pareja, y si eso no es suficiente pide ayuda profesional. La comunidad autónoma de Madrid ha habilitado un teléfono de apoyo psicológico gratuito, y siguiendo su ejemplo numerosas comunidades autónomas se han sumado al a iniciativa. Si lo necesitas, úsalo.