Cómo las setas alucinógenas 'resetean' el cerebro contra la depresión

Marina Segovia (Psicóloga) 29/09/2018 09:00

Muchos conoceréis la psilocibina por ser la sustancia responsable del efecto psicoactivo de los hongos psilocibios o setas mágicas, pero la Imperial College London ha encontrado otro uso no tan 'lúdico', sino más bien médico. Al parecer, puede servir para tratar a personas con depresión severa que no han respondido correctamente a otros tratamientos.

Los resultados ante pequeñas dosis eran observables en las imágenes cerebrales y duraban hasta cinco semanas, suponiendo una mejora de los síntomas de estos pacientes. Sin embargo, los investigadores desconocen por qué se producen estos cambios en el cerebro. Sorprendentemente, no era la única investigación sobre el tema.

¿Están las setas de moda y no nos habíamos enterado?

Aunque los estudios se remontan al 2010, yo no había leído nada al respecto en ningún libro serio ni me había topado con ningún paciente cuyo psiquiatra le hubiese recetado esta sustancia. Si tan buena es la psilocibina, ¿cómo es posible no haber oído hablar de ella hasta ahora?

Además, estos estudios tienen un fallo enorme en común: no hay grupo control. ¿Esto qué significa? Normalmente, las investigaciones rigurosas sobre el efecto de un medicamento tienen dos grupos, uno al que le administran el tratamiento y otro al que le dan un placebo (caramelos o sueros inocuos). Así se puede saber si el medicamento es el responsable de los efectos terapéuticos o si influyen otros factores.

Para poner la guinda al pastel, tanto esta como las otras investigaciones al respecto revelaban resultados muy alentadores, pero apenas hablaban de lo malo, lo que me hizo sospechar. ¿Dónde están los efectos secundarios? ¿Qué pasó con los pacientes que no mejoraron? ¿Es todo de color rosa? El médico y divulgador de salud mental Daniel O, médico y divulgador de salud mental, responde a estas preguntas:

-¿Cuánto de cierto hay en que la psilocibina es un tratamiento 'milagroso' para la depresión?

El problema fundamental de alabar tanto la psilocibina es que a menudo se nos olvida cómo funciona realmente esto de las 'sustancias milagrosas'. Se puede aplicar un principio general muy sencillo: si la industria no ha exprimido económicamente el producto, es que en realidad no funciona tan bien.

Para bien o para mal, la industria farmacéutica (y especialmente la industria de los psicofármacos), es un modelo de negocio basado en comercializar el mejor producto para poder competir con otros laboratorios y ganar dinero. Cuando se habla del "mejor producto", hablamos de fármacos que reúnan el mejor perfil de efectos primarios (esto es: terapéuticos, el que más efectos tenga, el que mejor te cure, y durante más tiempo) a la vez que reúne la menor cantidad de efectos secundarios. Los laboratorios dedican millones de euros y años de investigación para desarrollar nuevos y mejores fármacos, y son los primeros cazatalentos interesados en detectar en el radar prometedoras sustancias que les puedan servir para sus objetivos.

Quiero decir, se han lucrado durante décadas gracias a productos con poca eficacia clínica, ¿qué no harían con productos de MUCHA eficacia? Se volverían locos, y lo que es más relevante, marcarían la diferencia en el mercado.

En muchas ocasiones, la industria se ha tropezado con una sustancia que tenía los efectos positivos que buscaba. La ha estudiado, la ha reducido a sus componentes esenciales (los compuestos activos, lo que verdaderamente produce el efecto) y la ha usado para fabricar fármacos efectivos. Del opio se extrajeron y refinaron los opioides. De la planta de ajenjo se extrajo la Artemisina, que lo está petando en el tratamiento de la Malaria. Se están testando varios fármacos basados en el cannabis para eliminar las náuseas en pacientes oncológicos...

Siguiendo el mismo hilo, bastaría con que un investigador estudiara la psilocibina, extrajese los principios activos y diseñara un ensayo clínico siguiendo las reglas del juego científico: comparando de forma oculta el nuevo tratamiento (el principio activo de la psilocibina) con el tratamiento de referencia (los antidepresivos más usados, los ISRS) y con el placebo. Los resultados zanjarían cualquier discusión cultural, ideológica, naturópata o antipsiquiátrica. La ciencia como mediadora entre la palabrería para ofrecer datos irrebatibles.

-Entonces, ¿por qué no se ha hecho nada parecido?

Mi opinión, y esto ya es terreno cenagoso, es que ya se ha hecho, y la psilocibina no ha demostrado de forma consistente ser una alternativa terapéutica. Los detractores de la psilocibina no la consideran una opción relevante en su terapéutica, y nunca la introducirán en la práctica clínica. Y los defensores de la psilocibina jamás han tenido argumentos sólidos en la mano, razones científicas y bien documentadas para reivindicarla. Por eso sigue siempre en el misterioso cajón del "potencial por desarrollar", protagonizando cada cierto tiempo artículos de dudoso rigor y carácter sensacionalista alabando las maravillas antidepresivas que puede tener.

No se debe cerrar la puerta a nuevos tratamientos basados en sustancias naturales, pero sí se les debe exigir que antes de redactar ríos de tinta sobre sus beneficiosas propiedades, las demuestren con estudios fiables. Esto es ciencia, no publicidad.

-¿Conoces experiencias de primera mano de personas que han experimentado los efectos de sustancias psicodélicas?

He conocido muchos casos de personas que, debido a la expansión de la conciencia inducida por sustancias psicotrópicas en entornos controlados, han relatado episodios de liberación y trance. Y esa experiencia casi espiritual les ha ayudado a mejorar aspectos de su salud mental relacionados con la depresión. No considero que sean representativos de una verdadera opción terapéutica.

-¿Crees que esta sustancia podría llegar a sustituir los antidepresivos más usados actualmente?

La psiquiatría contiene un rango muy heterogéneo de trastornos, y la propia depresión abarca un abanico amplio desde la pasividad más brutal, triste y que conduce al suicidio, hasta la frustración incómoda por tener una vida difícil, (y que a todo se le llama "depresión" a veces).

Las opciones terapéuticas de la depresión varían no sólo según el impacto funcional que tiene el trastorno en la vida del sujeto, sino también en función de su perfil psicológico y cultural. Para una depresión leve o media, las mejores opciones no suelen ser farmacológicas. La psicoterapia suele ser más efectiva, sobre todo cuando se combina con ejercicio físico y cambios en el estilo de vida.

Hay un componente personal e idiosincrático de la recuperación psicológica que suele ir de la mano de la recuperación neuroquímica sobre la que influyen los fármacos. Por eso la psilocibina entra en el gran baúl de "lo que a ti te venga bien para lidiar con la tristeza, colega". Pero de ahí a abanderarse como un revolucionario antidepresivo hay un paso.

A la Psiquiatría psicodélica siempre le ha faltado añadir que igual las drogas sólo funcionan en unos casos muy concretos y con una gente muy concreta. Que sus intentos de realizar estudios serios con un elevado tamaño muestral han fracasado constantemente. Y que, sin cierto adoctrinamiento contracultural sobre los límites de la percepción y las mentes cuadradas capitalistas, es mucho más difícil que los trances psicodélicos alteren la salud mental del sujeto de forma relevante.

La industria sigue atenta a nuevos antidepresivos más efectivos, y siguen saliendo al mercado nuevos fármacos (con más efectos primarios o menos efectos secundarios). Si la psilocibina tiene algo que aportar, que lo demuestre.