Kelly Lambert, autora del estudio y directora del Laboratorio de Neurociencia del Comportamiento Lambert de la Universidad de Richmond (Virginia, EEUU), entrenó a dos grupos de ratas jóvenes: un grupo criado en un "ambiente enriquecido" con juguetes, escaleras, pelotas y pedazos de madera diseñados para la estimulación mental y otro criado en una jaula de laboratorio estándar y poco emocionante.
Las ratas aprendieron a entrar en un "vehículo operado por ratas" o ROV (vehículo controlado a distancia) personalizado, adorablemente construido a partir de un contenedor de plástico volcado de lado.
Una vez dentro, los corredores de ratas se pararían sobre una placa de aluminio y presionarían una barra de cobre que dispararía el motor de las ruedas. Mantendrían presionada la barra hasta que propulsaran su pequeño auto hasta el final de su recinto, donde recogieron su recompensa: cereales Froot Loops.
Cuando llegó el momento de conducir, las ratas que jugaban con escaleras, pelotas y juguetes eran más hábiles para operar y dirigir el ROV gracias a la neuroplasticidad (la capacidad de sus cerebros para cambiar con el tiempo) desencadenada por su entorno. Sus homólogos de jaula no estimulados efectivamente "reprobaron su examen de manejo", dijo Lambert.
Al examinar su materia fecal, Lambert encontró a ambos grupos de ratas entrenadas para conducir niveles más altos secretados de corticosterona y DHEA, hormonas que controlan las respuestas al estrés.
La corticosterona es una hormona que los animales pueden segregar en escenarios de alto riesgo como huir de un animal salvaje o defenderse de los depredadores. La DHEA actúa como una especie de "amortiguador", señaló Lambert, cuando la corticosterona se vuelve tóxica, es decir, cuando no se puede eliminar en un periodo de tiempo razonable, creando un estrés prolongado.
Es evidente que dominar una tarea compleja como conducir un automóvil reforzó la resistencia emocional de las ratas. "Es probable que conducir le dé a las ratas una sensación de control sobre su entorno. En humanos, diríamos que mejora el sentido de autoeficacia", apuntó.
El equipo de investigadores ya planea realizar seguimientos y experimentos parecidos en el futuro cercano, sobre todo para entender cómo las ratas aprendieron a manejar, por qué su estrés se reduce y cuáles son las áreas del cerebro involucradas en todo el proceso.
Los científicos podrían potencialmente reemplazar pruebas de laberintos con habilidades de manejo más complejas que las que se usaron en este estudio. Este tipo de pruebas podría servir para probar los efectos del Parkinson y también los efectos de la depresión y la motivación, comentó Lambert.