En el sexo hay tres pilares fundamentales: la comunicación, la empatía y el consentimiento. Si lo pensamos bien, todos ellos están relacionados entre sí. La base de la empatía es ser capaces de ponernos en el lugar de la otra persona, pensar en sus gustos y necesidades, y no centrar las relaciones únicamente en nuestro placer. A su vez, para lograr esta armonía es necesario comunicarnos con la otra persona y poco a poco conocerla mejor.
Por desgracia hay personas que omiten alguno de estos aspectos provocando relaciones sexuales incómodas y poco satisfactorias. Esto es especialmente común en la adolescencia, cuando falla la experiencia y hay más inseguridades y presión social, y una forma de evitarlo es proporcionar charlas sobre afectividad y sexualidad a los más jóvenes. Nadie nace sabiendo y en una sociedad en la que la pornografía está a un clic de distancia, es fundamental que los estudiantes aprendan a diferenciar la ficción de la realidad.
Uno de los temas centrales de este tipo de charlas o talleres debe ser el consenso sexual o, en otras palabras, entender que sólo hay que mantener relaciones si ambas personas están totalmente de acuerdo. Aunque para la mayoría de adultos parezca una obviedad, muchas personas jóvenes no lo tienen tan claro. Este es el caso de Raquel, una chica de 18 años preocupada porque su novio quiere sexo, pero ella no se siente preparada. Hoy conoceremos su testimonio y varias pautas para saber cómo actuar ante esta situación.
Mi novio y yo nos conocimos en el instituto. Él es un año mayor que yo y al principio no hablábamos nada, pero en 3º de la ESO coincidimos en un campamento de verano y empezamos a llevarnos bien. El año pasado me dio por quedar con el grupo del campamento y Carlos y yo nos acabamos enrollando.
Tras unos meses las cosas se pusieron más serias y me pidió ser su novia. Desde el primer momento yo lo tuve claro, porque con él estaba muy a gusto. Como habíamos sido amigos, ya conocía su forma de ser así que no me llevé ninguna sorpresa.
Durante este tiempo todo ha ido bien salvo una cosa: el sexo (o la falta de él). Mi novio ha empezado este año la universidad y se fue a vivir a otra ciudad. No está muy lejos, a una hora y media en autobús, pero la distancia a veces nos agobia. Él dice que me echa mucho de menos, cosa que entiendo, pero siempre que hablamos de lo mal que llevamos el vernos tan poco la conversación acaba derivando en sexo.
No me presiona, pero tampoco me termina de entender. Todos sus amigos de la universidad y del instituto tienen novia y lo hacen, pero yo no me siento preparada. Él no es virgen y yo sí, y al principio me dijo que le parecía bien pero ahora me parece que no.
Según él, es algo que no debería agobiarme, simplemente es una cosa placentera para los dos, que no tiene tanta importancia. Yo sé que tiene razón, además no soy nada mojigata. Mi problema es que me entra ansiedad y nunca encuentro el momento, y cuando surge me pongo nerviosa y lo último que me apetece es hacerlo. Quiero recordar mi primera vez como algo bonito, y no como un polvo sin más que eché para complacer a una persona.
Mi pregunta es si el sexo es tan importante y si es posible una relación en la que una persona quiere hacerlo y la otra no.
En una relación de pareja el sexo tiene la importancia que queramos darle. Algunas personas pueden vivir sin mantener ningún tipo de relación sexual en semanas, meses o años, y otras necesitan hacerlo a diario. De igual forma, hay quienes disfrutan más con la penetración, quienes sólo alcanzan el orgasmo con la masturbación y quienes acaban decantándose por el sexo oral. El problema no son las preferencias de los demás, sino la compatibilidad entre lo que tu pareja y tú queréis. Si buscáis cosas diametralmente opuestas, la relación está abocada al fracaso. La razón es que uno de los dos acabará cediendo siempre, frustrándose con esta dinámica de pareja y con el tiempo colapsando.
Cuando hablamos de compatibilidad, también entra en juego el consenso. Si tú no quieres hacerlo, tu pareja debe respetarlo, sobre todo cuando se trata de las primeras experiencias sexuales. Esto es muy importante.
Lo ideal es que haya comunicación en la relación, y para que la haya, hay que tener valor para decirle a tu pareja aquellas cosas que te incomodan, que te gustan, que no, o tus opiniones y sentimientos respecto a algo. Explícale a tu novio o novia por qué evitas el sexo. Tal vez no te sientes preparado, tal vez te da miedo que duela o tal vez quieres hacerlo en un momento especial y romántico. Sea cual sea la razón, nadie debe ridiculizarte ni minimizar tus emociones. La libertad de decisión implica no avergonzarnos por tener relaciones sexuales, pero tampoco por no querer hacerlo.
Una vez tu pareja conozca tus sentimientos es libre de decidir o bien seguir contigo respetando al cien por cien tu decisión, o bien dejar la relación si vuestras necesidades son incompatibles. En caso de que decida cortar por lo sano no debes sentirte culpable ni obligarte a hacer cosas que en el fondo no quieres sólo para retenerle. El sexo debe ir de la mano de la confianza, no del despecho.
¿Es egoísta que te dejen porque no quieres sexo? Sí y no. Por un lado, hay personas que no tienen ni paciencia ni empatía. Sin embargo, también hay quienes conciben el sexo como una parte básica de la relación, algo tan respetable como optar por permanecer virgen.
¿Es buena idea ceder y acostarte con tu pareja sin tenerlo claro? Por muy feliz que te haga tu novio o novia, si tienes dudas no debes hacerlo. Aunque la primera vez está rodeada de mitos falsos como que todo debe ser perfecto o que hay que estar enamorado, hay una creencia que sí es totalmente cierta: si algo dentro de ti te dice que es mejor no hacerlo, fíate de tu instinto.