Partamos de la verdad absoluta de que todos y todas nos masturbamos. Está bien, es buenísimo. Tan bueno que hasta algunos médicos recomiendan masturbarse un mínimo de 3 veces por semana. Lo habitual para los milennials ha sido ver una progresión entre nuestra velocidad y conexión a Internet y el contenido al que teníamos acceso.
Evidentemente, siempre han existido y existirán románticos que prefieren las revistas, recortables y hasta fotos analógicas. Sin valorar lo creepy que esto puede resultar, hay un fenómeno que no debemos pasar por alto: los vídeos porno aburren. Y no hablamos del típico porno casposo. Al fin y al cabo, los intentos de XConfessions y de Erika Lust abanderando una nueva iconografía y una nueva forma de excitación audiovisual son para aplaudir, pero hay gente que busca algo más. O algo diferente.
Diversos estudios reconocen 3 formas de consumo de pornografía: consumidores recreacionales (la gran mayoría de los seres humanos), consumidores estresados y consumidores compulsivos. Puedes jugar a adivinar qué tipo de consumidor eres, no sin antes dejar claro que el cine porno es una de las mayores industrias del mundo.
En sus estadísticas anuales, PornHub habla de una media de 81 millones de visitantes diarios y de más de 4 millones de videos subidos tan solo en 2017. Cifras aparte, cada vez hay más gente aburrida y desencantada con el formato o simplemente quien quiere mantenerse alejado del formato video. Por eso hemos hablado con algunos jóvenes que pasan (o han pasado) de llenar de pestañas y tags su tablet, para jugar a 'otra cosa'.
En el caso de Alfonso (25 años) decidió dejar de ver películas porque "a la hora de enfrentarme a una relación sexual real No me excitaba". Esto es algo más común de lo que creemos según varios estudios que relacionan el visionado de porno con casos de disfunción eréctil.
Por su parte, María (27 años) decidió apartar los videos "por puro aburrimiento; ni porno para chicas ni nada. Me aburro soberanamente desde que descubres el funcionamiento y te das cuenta de que nada es real".
Llegados a este punto, ¿qué hacemos? Efectivamente hay alternativas. Es lo que nos cuenta Samuel (29 años), que se declara fan de los Tumblr: "el video es un formato para vagos, una paja mal hecha. Te dejan poco que imaginar. Sin embargo, en otros formatos encuentras cositas mucho más cuidadas, ángulos diferentes, gifs en los que se resalta algo que pueda tener un componente erótico-pornográfico muy alto. Además, muchas de estas opciones mantienen un toque artístico que te permite hacer volar un poco la imaginación."
Y es que, ¿nadie se ha parado a pensar que una imagen puede valer más que mil teasers? A día de hoy también tenemos algunas cuentas de Instagram con mucho morbo. María dice que sigue algunas: “hay un par que están muy bien. Frida Castelli ilustra de forma muy erótica al igual que Just.Call.Me.Eve, que es más explícita.
Personalmente también me mola mucho @Thongria, que prueba y enseña juguetes sexuales sin tapujos. Tiene mucho morbo y es graciosísima”.
Sea de forma casual o consciente, dejar de ver pelis porno puede cambiarnos la vida. O al menos nuestro día a día. Por ejemplo como nos cuenta Alejandro (30 años) “ahora dependo menos de estimulos externos. La concentración me da mayor control a la hora de enfrentarme a una relación sexual con otra persona”. Algo similar comenta Alfonso: “el sexo ha cambiado completamente. Estoy mas concentrado y los orgasmos son más intensos.”
La gran duda es saber si volveremos a ver un video o si seríamos capaces de pasarnos toda la vida sin más pelis. Aunque sean caseras, amateur o de Hollywood. Alejandro lo tiene claro "podría no volver a ver ningún video tranquilamente. Como mucho he podido ver 2 o 3 en un año." Samuel sigue la línea "no habría ningún problema con todas las alternativas que hay." O Alfonso, que se confiesa: “podría pasarme toda la vida, pero no será así…”
Ya sabéis amigos y amigas, ponéos a prueba, buscad alternativas y disfrutad con lo que más os ponga. Vaya consejito. Que tenga que venir yo a deciros esto…