Y es que, aunque su descubrimiento y uso originario en el s.XIX fuese medicinal, debido a sus propiedades vasodilatadoras, su popularidad entre homosexuales, que lo usaban para aumentar el placer sexual en sus encuentros, apareció en los años 70 y, década tras década, nunca ha pasado de moda.
Su apariencia, mini botellitas simulando pociones ancestrales, bajo coste, unos 15€-20€ la unidad, y su facilidad para ser adquirido (en Grindr puedes encontrar varios vendedores de 'aromas' a escasos metros si estás en una gran ciudad), hacen que su uso esté cada vez más extendido.
Yo siempre he sido una persona bastante temerosa de introducir cualquier sustancia en mi organismo. Es lo que tiene crecer en los 90, en una familia con varios casos de fuerte drogadicción. Pero, ya como adulto, las ganas de experimentar son insaciables y, quieras que no, te animas a probar un poquito de todo. Eso es lo que me pasó cuando uno de mis ligues de Grindr se dejó olvidada su botellita en mi casa, "tranqui, ya pillaré otra… quédatela para ti".
La caja, o mejor dicho, el bote de Pandora se abrió para mí después de aquella frase que mi ligue me escribió por el chat. Comencé a usarlo en mis encuentros sexuales. Al principio preguntando a mi compañero sexual si él también usaba/quería y normalmente olvidándome del botecito si la respuesta era negativa pero, cuanto más lo usaba, menos me importaba lo que me dijeran, llegando incluso a usarlo yo sin pedir permiso al otro.
Seguro que estáis pensando "cariño, eso es de ser un poco adicta" y sí, entono el mea culpa. Me he dejado llevar por ese subidón de placer extrasensorial que apenas llega a los dos minutos y sí, puede que el sexo anal sea más sencillo llegando a ese trance momentáneo en el que te la pueden clavar sin que te des ni cuenta pero, ¿merece la pena?
Pros:
Contras:
Si, como a mí, lo que te va es un poquito de morder y otro poco de soplar, quizá el doblete no te salga como esperabas. Vamos, que muy bien de abrirte la cueva pero regular para cuando es tu turno de explorarla.
Cierto es que no se han demostrado grandes riesgos para la salud tras el consumo de esta sustancia psicoactiva, lo que hace que perdure en la memoria colectiva como una droga menos dañina que otras pero, como todo en esta vida, en exceso puede convertirse en un problema.
A veces hay momentos que tenemos que pararnos a pensar y ser conscientes de dónde están nuestros límites y hasta dónde somos capaces de llegar. Personalmente me di cuenta que tenía un problema con el popper el día que, estando en un festival de música, a las 6 de la mañana, a tope con el DJ de turno, no era capaz de despegar la nariz del botecito dichoso. Así que, después de verme desde fuera y darme cuenta de hasta dónde había llegado, creo que es el momento de pensar en mi salud, tanto física como mental, y cerrar de una vez por todas el tapón del frasco.
El sexo es algo maravilloso y ser capaz de disfrutarlo con los cinco sentidos sin necesidad de depender de ninguna sustancia y con una pareja sexual con la que conectes no tiene precio. Yo ya he tenido mi periodo de experimentar, ahora toca volver explorar la química natural que todos desprendemos.