Diez preguntas que debes hacerte para saber si la persona tóxica eres tú

yasss.es 21/09/2018 12:22

Uno no se convierte en “tóxico” de la noche a la mañana. Normalmente estos hábitos tan perjudiciales para uno mismo y para los demás se aprenden poco a poco, hasta que los realizamos por costumbre. Detrás de ellos se encuentran esos pensamientos negativos que asaltan nuestra mente sin que nos demos cuenta, casi de manera automática, trastocando nuestra forma de ver las cosas. Por eso, el primer paso es identificar nuestro comportamiento destructivo y asociarlo a las creencias tóxicas que lo mantienen.

¿Por qué soy tóxico? La pregunta del millón

No hay dos personas iguales, pero normalmente los pensamientos y conductas tóxicas suelen aparecer como consecuencia de una mala experiencia. El ambiente social es muy importante, así que es habitual que o bien hayan sido criados en un entorno tóxico, o bien hayan mantenido una relación con una persona destructiva.

Sin embargo, no todo es el entorno. Hay personas que, por sus rasgos de personalidad, tienen más predisposición a la autodestrucción.

Independientemente de la causa, las personas tóxicas o autodestructivas tienen algo en común: evitan las experiencias positivas y se zambullen en situaciones y relaciones marcadas por el caos y el sufrimiento. Rechazan la ayuda, conciben el dolor psicológico como algo positivo y no intentan poner fin ni salir del bucle negativo. ¿Te suena?

Es complicado saber si eres tóxico o no (y normalmente requiere de ayuda profesional), pero las siguientes preguntas pueden ayudarte a entender qué es lo que te está pasando.

1. ¿Tienes tiempo para escuchar los problemas de los demás?

Todos hemos tenido algún que otro episodio de diarrea verbal y hemos acaparado la conversación contando una y otra vez el mismo problema hasta que algún valiente nos ha parado los pies. Es parte de la amistad, al igual que lo es escuchar y preguntar a los demás por sus movidas.

2. ¿Te obsesionas con todo lo 'malo' que te puede pasar?

Los pensamientos negativos pueden ser la causa de la conducta tóxica o una consecuencia, no está del todo claro. Lo que sí está demostrado es que las personas que se centran en aspectos negativos y tienen una mentalidad derrotista y catastrofista, acaban atrayendo aquello que a priori querían evitar.

3. ¿Has discutido con alguien en las últimas 24 horas?

Es normal tener alguna que otra bronca, pero si eres de los que piensa que el universo entero está en tu contra, que todos te tienen envidia o que hay una conspiración mundial para que las cosas te vayan mal, tienes que reflexionar un poquito. A lo mejor llevas ya ganas de pelea de casa y cualquier comentario hace que salten chispas, o tal vez has contagiado un poquito de mal rollo a la gente que te rodea. El primer paso es admitirlo.

4. ¿No te fías de nadie porque sabes que “todos te acabarán traicionando”?

Repite conmigo: generalizar está mal. Una mala experiencia no implica que todos vayan a hacerte daño o tratarte igual. Por culpa de este pensamiento, dejas de conocer a personas maravillosas que pueden aportarte una felicidad inmensa. ¿Te has parado a pensar que “todos te hacen daño” porque solo te relacionas con personas disfuncionales y tóxicas?

5. ¿Eres posesivo con tus amigos, pareja o familia?

La posesividad y los celos son el síntoma central de una personalidad tóxica o destructiva, sobre todo cuando se acompañan de chantaje emocional, y lo más curioso es que no sólo hacen daño a los demás, sino que acaban perjudicando a la propia persona celosa.

6. ¿Te sacrificas en exceso por los demás?

No debes confundir el altruismo con el Síndrome de Wendy, que se caracteriza por una necesidad patológica de ayudar y satisfacer a los demás descuidando el propio bienestar, o incluso poniéndolo en peligro.

7. ¿Te guardas tus emociones para que nadie piense que eres débil?

Reprimir las emociones, tanto las positivas como las negativas, puede provocar problemas psicológicos como ansiedad, depresión o trastornos psicosomáticos. Recuerda que no eres más débil por pedir ayuda, sobre todo cuando por ti mismo no tienes las herramientas necesarias para solucionar sus problemas.

8. ¿Rechazas la ayuda?

Dejarse ayudar es sano y necesario. No es cuestión de que aceptes a rajatabla los consejos o la ayuda de tus seres queridos, sino de que seas receptivo y reflexivo. No te están insultando ni insinuando que eres débil, simplemente se están preocupando por ti como tú harías por ellos.

9. ¿No sabes resolver tus problemas?

Una persona con una salud mental de hierro puede enfrentarse a los problemas de la vida, aunque sean difíciles y haya obstáculos por el camino. Sin embargo, una persona tóxica se siente incapaz de hacer frente a las dificultades, por eso no evita el dolor. A la larga, esto provoca un sentimiento de inutilidad, lo que mina aún más su autoestima y agranda el círculo vicioso de toxicidad, pasividad y sufrimiento.

10. ¿Atribuyes tus errores a los demás?

Nadie es perfecto y es normal que la gente cometa errores, ¡pero tú también! Admitir tus equivocaciones y pedir disculpas es una muestra de madurez, al menos mucho más que escurrir el bulto y culpar a otros de todo lo malo que sucede en tu vida.

Don’t panic! Cambiar estos hábitos es complicado, pero no imposible. Aprende a ser más crítico contigo mismo, pide ayuda, acepta los consejos de los demás, trabaja tu autoestima y, sobre todo, asume que no siempre vas a tener razón ni las cosas sucederán tal y como tú quieres. Como diría una madre, trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti (y trátate a ti mismo como te gustaría que te tratasen los demás).