Aunque aproximadamente 1 millón de españoles padece Trastorno Obsesivo Compulsivo, gran parte de la población no tiene muy claro en qué consiste. Tal y como sucede con el resto de trastornos psicológicos, el TOC es víctima de la desinformación y los mitos. ¿Cuándo estamos ante pensamientos "normales" y cuándo debemos preocuparnos? ¿Es raro que se te pasen ideas chungas por la cabeza? ¿Ser ordenado significa tener TOC? Hoy vamos a responder a estas preguntas de la mano de Juan Pablo, un chico de 20 años al que sus "obsesiones" le tenían preocupado.
Antes de empezar con la teoría, os voy a presentar a Juan Pablo, que se encuentra de beca Erasmus en Polonia. Por primera vez en su vida está viviendo solo y el estrés le ha pasado factura. Ha comenzado a tener pequeñas obsesiones:
"Hola Marina. Quería hacerte una consulta porque he visto que eres psicóloga. Sin irme por las ramas, mi problema es que últimamente estoy teniendo algunas obsesiones y me preocupa tener TOC.
Estoy de Erasmus en Polonia y vivo en un piso de estudiantes, pero los dos chicos con los que vivo pasan mucho tiempo fuera así que estoy casi siempre solo (novedad para mí, porque en España vivo con mis padres). El caso es que me rayo muchas veces pensando que me he dejado el grifo abierto, la vitro encendida, las ventanas abiertas, la puerta sin cerrar, etc. Me dan estas rayadas y a veces incluso he vuelto a casa para comprobarlo, y me preocupa un poquito que se me vayan de las manos estos pensamientos.
Pregunté en un foro de internet y me dijeron que era TOC. ¿Tú qué opinas?"
Quiero dejar claro que preguntar en un foro de Internet por un problema físico o psicológico es como hacer croquetas y subir una foto a Instagram para que tus seguidores te digan si están ricas. Un diagnóstico lo tiene que realizar un psicólogo clínico en persona y no un desconocido por Internet.
Una obsesión es:
Todos tenemos obsesiones en algún momento, pero en el caso del TOC, la persona intenta ignorarla o suprimirla de una forma desadaptativa. Por eso muchas veces recurre a las compulsiones, que son:
El problema es que las compulsiones rara vez tienen relación con la obsesión o son muy desproporcionadas. Aun así, hay muchas formas de experimentar TOC y no tienen por qué darse obsesiones y compulsiones juntas. Veamos tres casos reales para entender las posibles manifestaciones:
Paul Salkovskis y Stanley Rachman, psicólogos especializados en TOC, desarrollaron unas teorías muy interesantes para explicar porqué algunas personas desarrollan TOC y otras no (todo esto teniendo en cuenta la influencia genética).
Según Salkovskis todo el mundo tiene pensamientos intrusivos. Usas la plancha del pelo y no sabes si la has apagado. Tocas la barandilla del metro y empiezas a pensar en la cantidad de gente que ha puesto la mano ahí. Se te pasa por la cabeza cómo elaborar un crimen perfecto. La diferencia es que en la población general estos pensamientos se quedan en un "y si…" y ya. No le dan más vueltas.
En cambio, la gente con predisposición al TOC sobreestima la importancia de los pensamientos intrusivos. A esto Rachman lo denominó Fusión Pensamiento Acción (FPA) y hay dos tipos: moral (creer que pensar algo es tan malo como hacerlo) y probabilístico (creer que pensar en algo aumenta las probabilidades de que suceda).
En consecuencia, experimentan una responsabilidad exagerada y se sienten muy culpables por tener ciertos pensamientos. Esta culpabilidad deriva en ansiedad y para callarla hacen "algo". En los ejemplos que os puse antes ese "algo" sería lavarse las manos, ordenar cosas o hacer cuentas mentales.
Al intentar controlar sus pensamientos a toda costa desarrollan una compulsión que al principio les calma, pero que acaba absorbiendo su día a día. Poco a poco se meten en un bucle de compulsiones preventivas del que es muy difícil salir.
Teniendo esto en cuenta, Salkovskis y Rachman tienen clara la solución: los pacientes con TOC deben exponerse a las obsesiones sin realizar las compulsiones, interpretándolas como "ruido" inocuo. Son pensamientos sin más, no tienen potencial dañino y tal y como han aparecido, se irán.
En resumidas cuentas, la diferencia entre las obsesiones normales y las patológicas radica en el poder que se les otorga y en el malestar que generan. Por eso es importante romper ese círculo vicioso.