No me llames por mi mote, que tengo nombre: el problema de los apodos en el trabajo

yasss.es 10/12/2018 13:30

Mi caso es diferente. Yo elegí mi propio "mote". Bueno, para mí es mucho más que un mote, porque es una segunda identidad (o a veces incluso la primera, ya se me mezclan cada vez más la parte Perra con la no-Perra), y es cierto que, aunque al principio a la gente de mi entorno le cuesta, al final la mayoría se acaba subiendo al carro de llamarme "Perra".

Y aunque, visto desde fuera y sin conocer el contexto, es MUY raro que en mi trabajo me llamen Perra y yo conteste sin ningún problema, la verdad es que para mí es hasta cómodo. Y divertido. Algunos incluso van más allá y reconvierten el genérico "Perra" en un nombre más cariñoso, como "Perri", "Perrins" o "Perratriz", una mezcla perfecta de mis dos identidades. (Sueno un poco loca, ¿verdad?)

Pero hoy no vengo a hablar de mí, por muy extraño que resulte. Vengo a hablar de los apodos en los entornos laborales y de cómo nos afectan. ¿Realmente nos molesta tanto que nos llamen por un nombre que no es el nuestro?

Nuestro nombre ayuda a formar nuestra identidad, y los nombres por los que nos llaman los demás, también. Si tu apodo te mola, que otra gente lo empiece a usar te va a hacer sentir genial (digo genial porque aquí no me dejan decir de p*ta madre). Te va a hacer sentir valorado, validado y aceptado.

Lo que pasa es que a veces le ponemos unos apodos a los demás, que, lejos de realzar sus valores positivos, suelen ir más por el lado de la humillación. A veces sin pretenderlo, siquiera, lo cual es peor todavía.

Ese apodo que para muchos puede resultar un chistecillo sin maldad y de lo más divertido, para el apodado puede convertirse en un problema relevante en el entorno laboral: ¿cómo le dices a tus compañeros, o peor aún, a tu jefe, que te dejen de llamar así, que no te gusta o te hace sentir mal? Quizás deberías ir directamente a Recursos Humanos, ya que en algunos casos excepcionales, los apodos pueden convertirse en mobbing.

Ya para rizar el rizo y llegar al extremo de los apodos en el trabajo, el más bochornoso todavía se lo lleva el tema de no saber pronunciar correctamente un nombre... y ponerle uno que se le parece. Esto ocurre con los compañeros de trabajo extranjeros. Cuando yo trabajé en Londres me llamaban "Bitris", y yo me enfadaba bastante conmigo misma pensando "¿tan difícil es pronunciar BE-A-TRIZ?". Quizás, sí, no lo sé, pero el hecho de que ni siquiera se esforzasen en pronunciar bien mi nombre me hacía sentir un poco mal.

Nada que ver con cómo se debe sentir Dhruti Shah, periodista de BBC News que ha escrito un artículo sobre este tema, contando cómo el autocorrector corregía su nombre por "Dorito" y tenía que recibir mails y mensajes de sus compañeros llamándola por el nombre del snack. En este artículo Shah recoge el caso de muchos otros extranjeros que tienen que lidiar a diario con toda la gente que no sabe pronunciar su nombre. Aquí también se encuentra el caso de Monserrat, española, a quien han llegado a llamar "Monster Rat" (rata monstruosa).

He hablado con algunas personas que tienen mote en su trabajo, para saber, sobre todo, cómo les hace sentir que les llamen por un nombre que ellos no han elegido:

Quan, diseñadora gráfica e ilustradora intercultural (29)

Chinita, chinorris, mi china favorita, chini, o p*** - china son motes habituales que me suele poner mis amigos, personas conocidas o compañeros de trabajo. A mí no me molesta, porque entra dentro del contexto de una relación cercana que tengo con ellos, la tonalidad, la calidez y el humor con el que me lo dicen hace que pierda cualquier tono racista. Entiendo que a otras personas les pueda molestar, y que visto desde fuera pueda parecer un poco racista, personalmente en otro contexto en que alguien que no tengo relación ninguna me llamaran "la china esta" me molestaría bastante.

Alberto, creativo (25)

En la agencia en la que trabajaba hacía dupla creativa con una chica rubia, y cuando me decoloré el pelo, toda la empresa empezó a llamarnos "Los rubios". No me molestaba especialmente (al menos parecía que teníamos... ¿identidad visual?), pero cuando la gente preguntaba por nosotros decían "¿Has visto a los rubiales?". A algunos les parecía divertido el hecho de no saberse nuestros nombres siquiera. Vale que mis compañeros cercanos me llamen así en broma, pero un mínimo de interés por saber el nombre de tus compañeros, sobre todo si les pides cosas, ¿no?

Juan, administrativo (32)

Llevaba 4 o 5 días en mi puesto nuevo, apenas sin conocer a nadie, casi sin salir del despacho y en eso que escuché a una compañera gritar en el pasillo. Me dijo que había algo en el lavabo de chicas y entonces fuí a ver. Allí me encontré a un gorrión revoloteando en el suelo histérico y asustado. Entonces lo recogí, le hice una "jaula" casera con una caja de folios y lo cuidamos durante ese día. Al salir lo llevamos al parque de enfrente. Y desde ese día soy el gorrioncillo/gorrión/gorrions (con acento americano). A mí me gusta mucho, me alegra que me recuerden por esta buena obra.

Cristina, ejecutiva de cuentas digital (25)

Mis compañeros de trabajo me pusieron dos motes distintos y me gustan. El primero de todos fue "La guapísima", pero el motivo seguro que no es el primero que se te ha venido a la cabeza. La verdad es que yo saludo así a la gente del trabajo cada mañana y mis compañeros han querido devolverme el cariño de esa manera. El otro es "La coquito" y es por una historia personal con mi abuelo, que resulta que era famoso y en una de sus pelis había un personaje que se llamaba así. Fíjate tú que también me gusta, qué le vamos a hacer. He tenido suerte con mis motes, pero entiendo que según cuál te toque puede resultar poco divertido, aunque siempre hay que tomárselo todo con humor, que la vida es muy corta.

Rebeca, técnico de turismo, 37

Hace unos años empecé a trabajar por mejorar mis hábitos alimenticios. En mi trabajo hay una compañera a la que le gusta comer "bien" (en el sentido opulento de la palabra) y se "mete" conmigo diciendo que esos alimentos que yo tomo son alpiste, comida de gato, que eso no alimenta... Y me puso el apodo de Miss Quinoa. A mí no me sienta mal porque sé que en el fondo valora mi esfuerzo para intentar comer más sano y no dejarme llevar por la tentación de comida grasienta (hamburguesas, patatas fritas y demás fast food). Es un tira y afloja divertido, la eterna lucha entre la quinoa y el costillar de cerdo.

Fran, editor de vídeo (30)

Un compañero de proyecto olía así un poco... fuerte, y me enteré de que otros compañeros habían empezado a llamarlo Barragán. A mí eso no me molaba, me parecía muy hiriente. Además se lo llamaban a sus espaldas, y cuando se enteró se lo tomó muy mal. Casi se coge una baja por depresión porque... menudo panorama ir a trabajar sabiendo que tus compañeros llevan un tiempo riéndose de ti por cómo hueles. Fue un poco triste.