El caso Marta del Castillo ha vuelto al foco mediático por la emisión del documental de Netflix ¿Dónde está Marta? -¿Dónde está Marta?lo más visto actualmente en la plataforma-, que reconstruye todo lo que ha pasado en estos últimos 13 años, descubriendo al final un cabo suelto en la investigación que podría ayudar a resolverlo.
Miguel Carcaño, que ahora tiene 30 años, tenía 20 cuando mató a su ex pareja, Marta (17), golpeándola con un cenicero tras una discusión, según una de las muchas versiones que ha dado. Desde hace una década, se encuentra preso cumpliendo una condena de 21 años y 3 meses por asesinato.
El crimen de la joven sevillana sigue conmocionando a los españoles. Pero donde la mayoría de nosotros vemos a un "monstruo", el asesino confeso que se niega a decir dónde está el cuerpo, para que los padres de la víctima puedan descansar, hay mujeres que ven a un hombre atractivo con quien querrían tener una relación, e incluso casarse.
El asesino de Marta del Castillo tenía pareja cuando ocurrieron los hechos, Rocío, con la que rompió tras estallar el caso y que también fue sospechosa al principio de la investigación.
Durante su estancia en el módulo 2 del centro penitenciario Herrera de la Mancha (Ciudad Real), uno de los primeros de máxima seguridad, Miguel Carcaño habría tenido al menos dos novias, según ha trascendido ahora.
Hace año y medio, Carcaño tuvo una relación sentimental con una prostituta de Valdepeñas (Ciudad Real) a la que ayuda (o ayudaba) económicamente, mandándole 250 euros porque tiene una hija y problemas para llegar a final de mes, según contó este miércoles el programa Cuatro al Día. Carcaño tiene un trabajo en la panadería de la cárcel, por el que cobra un salario de 430 euros mensuales.
No es su primera novia en prisión. La primera, hace tres años, fue una voluntaria de la Cruz Roja que le presentó el cura de la cárcel, cuando ella trabajaba para el centro realizando charlas sobre el alcohol y la drogadicción.
Carcaño también habría establecido una estrecha relación con el párroco Vicente Elipe López-Peláez. Se ha llegado a decir que entre ellos podría haber algo más que una amistad, y que el sacerdote tenía tatuado el nombre de Miguel en la muñeca, que estaría ocultando con unas pulseras, según publicó La Razón.
Por sorprendente que parezca, el autor de uno de los crímenes más mediáticos e indignantes de nuestro país, no solo ha tenido novias en la cárcel, sino que recibía a diario cartas de admiradoras. "Eres muy guapo, estoy enamorada de ti", le llegaron a escribir algunas chicas en los textos que mandaban a la prisión de Morón de la Frontera donde estuvo inicialmente, además de regalos como una pulsera.
El periodista de sucesos Alfonso Egea reveló una experiencia que vivió él con hace unos años, cuando se interesó por estas insólitas fans de Carcaño. "Supe que había una chica que le escribía mucho. Con el permiso de la Policía, fui a Asturias para conocerla y me encontré a una niña de 14 años, que lo hacía a escondidas, y me tocó el marrón de contárselo a sus padres".
Esto demuestra la "inconsciencia y mitomanía" que algunas mujeres sienten por los criminales, de los que se enamoran solo con leer lo que hicieron y ver sus fotos en la prensa y televisión. Empiezan escribiendo y algunas pasan a llamarlos, visitarlos e incluso involucrarse en su defensa o ayudarles económicamente. A veces, incluso aunque no haya habido contacto físico.
"Lo transgresor, por desgracia, suele ser atractivo para el ojo humano, representa aquello que uno no haría jamás y por eso fascina y crea una necesidad de acercarse", explicaba la psicóloga Ana Villarrubia en el programa de Cuatro. "No quiere decir que tengan ningún tipo de trastorno psiquiátrico, se acercan al criminal para comprender y sentirse protegidas", añadió esta experta sobre lo que ya se conoce como la "hibristofilia", la atracción sexual que algunas mujeres sienten por los hombres peligrosos y en la que profundizamos al final de este artículo.
Que asesinos y violadores mediáticos tengan novia en prisión en más habitual de lo que parece. A raíz del asesinato del niño de nueve años en Lardero (La Rioja), hemos sabido que su presunto secuestrador y asesino, Francisco Javier Almeida (54), también tuvo varias relaciones sentimentales (la más larga de casi dos años) con mujeres a las que conoció estando en la cárcel, después de ser condenado a 30 años por violar y asesinar fríamente a una agente inmobiliaria en 1998 y otra agresión sexual en 1993.
El detenido por el asesinato del pequeño Álex aprovechaba los 39 permisos "sin incidencias" que tuvo a partir de 2013, cumplida la mitad de su condena, para verse con su novia. "Tengo un instinto que no puedo dominar (...) Nunca he tenido una relación normal con una mujer”, confesaba a un juez en el año 2000.
Guillermo Fernández Bueno fue condenado a 26 años y medio por violación y asesinato. Cuando se fugó de la cárcel de El Dueso durante un permiso de siete días, la Policía comenzó a investigar su entorno y descubrió que tenía una pareja sentimental, a la que había conocido en la prisión de Santander donde ella trabajaba como educadora social. Después, ella le visitó en El Dueso ya como su pareja.
El rastro de esta novia permitió a la Policía Nacional seguir los pasos de Fernández Bueno desde Algeciras hasta Senegal, donde fue detenido de nuevo.
José Rabadán, el famoso "asesino de la catana" que mató a sus padres y hermana cuando solo tenía 16 años, recibía cartas de admiradoras en la cárcel, la mayoría adolescentes. Dos de ellas llegaron a asesinar a otra chica a puñaladas porque "querían saber qué se sentía al matar".
Durante su estancia en el centro de menores Las Moreras, José conoció a Verónica, una novia formal con la que mantenía encuentros vis a vis hasta que quedó en libertad en 2008, cumplidos casi ocho años de la sentencia por el triple crimen.
El documental Yo fui un asesino (DMAX)Yo fui un asesino, emitido en 2017, contó cuál es la situación actual de Jose Rabadán, que ahora tiene más de 30 años y vive en Cantabria, donde trabaja de bróker. Se casó con Tania, la hija de un pastor evangélico con quien tiene una hija de tres años. En su caso, ocurrió al revés. Fue él quien decidió contactar desde la cárcel con la chica, hermana de uno de sus compañeros de internado. Él tenía entonces 21 años y ella, 15. La mujer de Rabadán habla de él como un "padre con valores y volcado en su hija para que el día de mañana sea una chica buena". "En ningún momento tuve temor o miedo", dijo.
"Sé que hay mucha gente que me va a seguir considerando un monstruo", decía en el documental el asesino de la catana, que se considera reinsertado aunque sigue sin tener "una explicación clara" de por qué mató a su familia. De hecho, dice que "si hubiera sabido las consecuencias, no lo habría hecho".
Andrés Rabadán, el joven que se hizo tristemente famoso en los años 90 por matar a su padre con una ballesta en un brote psicótico, se casó en 2003 con una trabajadora penitenciaria en la prisión de Brians (Barcelona) a la que había conocido antes en la de Cuatro Caminos (Barcelona). "Yo iba a su zona para verle. Me apetecía besarle, y un día lo hice. No quería ayudarle, no hay nada caritativo en mí, sólo me enamoré", contó al diario El País la entonces prometida del asesino, Carmen, sobre estos encuentros a escondidas.
"Andrés es muy guapo, tiene un lunar en la cara como el de Robert de Niro", decía la novia de Rabadán desde su casa, donde sólo tenía los dibujos que él le mandaba desde la cárcel. "No creo que él sea un hombre peligroso. Todo el mundo le pregunta por su pasado, pero a nadie parece interesarle su presente. No nos dejan olvidar".
El caso de Andrés Rabadán acabó en el documental Las dos vidas de Andrés Rabadándel cineasta Ventura Durrall:
Charles Manson, condenado a cadena perpetua por ordenar a los seguidores de su secta el asesinato de 9 personas hace casi medio siglo, además de matar a Sharon Tate, la mujer de Roman Polanski, tuvo ejércitos de admiradoras, dentro de un fenómeno que los americanos también llaman "killer groupies" (fans de los asesinos).
Ya con 80 años, Manson estuvo a punto de casarse con una joven de 26 años, Afton Elaine Burton (alias 'Star Manson'), que lo visitó en prisión durante siete años. La chica contactó con el asesino por primera vez cuando tenía 17 años, tras leer los artículos que él había publicado. Con sus ahorros se mudó a Corcoran (California), donde estaba la cárcel, para conocerlo.
Charles Manson canceló la boda antes de morir, tras enterarse de que ella planeaba sacar beneficio de la fascinación por él y exponer públicamente su cuerpo después de muerto.
Otro de los asesinos más famosos de todos los tiempos, Ted Bundy, que mató a decenas de mujeres, también se casó con una de sus admiradoras antes de ser ejecutado.
Anders Behring Breivik, fanático de extrema derecha condenado a 21 años de cárcel por el asesinato de 77 jóvenes en 2011, también tiene novia, Victoria, que le apoya de forma incondicional. "Realmente no me gustaría vivir sin él", dice la joven sueca de 24 años mientras lucha para que se atenúen las condiciones penitenciarias de su pareja, autor de la peor matanza en Noruega desde la Segunda Guerra Mundial.
"Ahora que está en una situación vulnerable me siento más apegada a él", dice Victoria, que llegó a escribir 150 cartas a Breivik antes de convertirse en su novia, y le hizo regalos como la corbata que el asesino lució en el juicio, al que se presentó con saludo nazi:
El austriaco Josef Fritzl, conocido como 'El Monstruo de Amstetten' por secuestrar y violar a su hija durante 25 años, y que ha dicho frases como "nací para la violación", recibió centenares de cartas de mujeres que hablaban de su "buen corazón" y le proponían tener un romance.
También hay casos de abogadas que se han enamorado de los asesinos a los que han representado. El más dramático es el de Rebeca Santamalia, que hace dos años murió a manos de su cliente, Javier Salvador, al que defendió en el juicio de Teruel por matar a su esposa a tiros y en el que resultó condenado a 18 años de cárcel (salió en 2017).
La delegación del Gobierno en Aragón confirmó que la letrada de 47 años, casada y con un hijo, tenía una relación sentimental con el hombre que la asesinó y después se suicidó.
Lo que coloquialmente se puede considerar como la "erótica del mal", tiene un nombre: hibristofilia. Es la atracción sexual que algunas mujeres sienten por hombres peligrosos. Aunque lo parezca, no es una enfermedad mental, sino una preferencia sexual motivada por el perfil duro, peligroso o mediático de ciertas personas. Fue el prominente psicólogo y sexólogo John Money quien acuñó el término por primera vez en los años 50, para definir este fenómeno patológico que según él afectaba sobre todo a las mujeres heterosexuales.
La psicóloga forense Katherine Ramsland, autora de varios libros sobre asesinos en serie, identificó tres motivaciones principales:
Según la estadounidense Sheila Isenberg, autora del libro Women who love men who kill ( Women who love men who killMujeres que aman a hombres que matan, para el que entrevistó a 30 mujeres hibristófilas, muchas de ellas tenían un historial de abuso y relaciones violentas.
Para muchas, un criminal entre rejas es el "novio perfecto", porque saben que físicamente no están en peligro. Les tranquiliza pensar que alguien las ama sin tener que lidiar con los problemas cotidianos de otras relaciones normales.
También existe la hibristofilia extrema y activa, donde las mujeres pueden llegar a ser cómplices de los crímenes de sus amantes.
Esta parafilia es conocida a veces también como el síndrome de "Bonnie & Clyde", en referencia a la famosa pareja de criminales fugitivos de los años 30 que inspiraron películas y series de televisión.
Corey Vitello escribió en su libro Sex Crimes and Paraphilia (Crímenes por sexo y parafilia) Sex Crimes and Paraphilia que al contrario que otros comportamientos parafílicos, la hibristofilia es más común entre las mujeres.
Algunos autores como Leon F. Seltzer, Richard Wrangham y Dale Peterson o Ogi Ogas y Sai Gaddam lo explican desde un punto de vista evolutivo o biológico, apuntando a que algunas mujeres relacionan la violencia con la fuerza y el poder, por lo que podrían estar inconscientemente buscando protección para ellas o su descendencia.
Es algo parecido a lo que le ocurre a ciertas mujeres, la mayoría jóvenes, cuando tienen tendencia a enamorarse de los "chicos malos".