Leslie Emerson falleció con 58 años por un cáncer de intestino, y su familia decidió enterrarla junto a las cosas que ella más apreciaba, incluido su teléfono móvil. "Le mandaba mensajes a mi abuela contándole cómo me iba, algo que siempre hacía. Cuando recibí una contestación un día, me sentí fatal. Se me empezaban a pasar ideas por la cabeza como '¿Seguirá viva?'", asegura Sheri, la nieta de la fallecida.
Pero no es que la abuela hubiese resucitado, sino que el número de teléfono que la difunta utilizaba fue dado a otro usuario tres años después de su muerte por la compañía O2. Algo que, según la familia de Leslie, les dijeron que nunca sucedería. "A esta persona le dieron el número, pero 02 le aseguró a mi padre cuando mi abuela falleció que el número de teléfono no se volvería a utilizar, así que nosotros siempre pensamos que sería su número", asegura la nieta.
Esa "persona" se trata de un joven que durante un tiempo creyó que sus amigos le estaban gastando bromas con los mensajes, hasta que un día se percató de que no eran ellos y que tenía el número de una difunta, así que decidió contestar a los mensajes. "Tenía pensamientos horribles de que alguien había robado del ataúd de mi abuela el teléfono, mi mente estaba llena de desagradables posibilidades. Esta persona llamó por teléfono y nos contó que creía que sus amigos les estaban gastando bromas", dice Sheri.
Ahora la compañía telefónica ha decidido retirar el número de circulación y ha asegurado que no volverá a usarse, aunque varios mensajes desde ese número llegaron, diciendole a Sheri que "no te preocupes". "Para mi esto llega tarde. Ese sentimiento especial que tenía de seguir en contacto con ella, ha desaparecido para siempre", comenta la nieta.