"Sobreviví a un infarto cerebral y 36 días de coma": una historia impresionante

  • Entrevistamos al naturalista Luis Miguel Domínguez (56), en proceso de rehabilitación por el grave ictus sufrido el pasado 18 de mayo

  • Nos narra su experiencia al 'otro lado de la realidad' y cómo los sueños que tuvo en el coma le han cambiado la vida

“Toda esta gente que me está viendo debe estar pensando, '¡vaya suerte tiene este pringaete'”, dice Luis Miguel con sonrisa irónica mientras su esposa, una amiga y yo, empujamos su silla de ruedas por los jardines de la Fundación Instituto San José. Ese optimismo y sentido del humor innato es posiblemente lo que le ayudó a salir del coma después de 36 largos días, cuando los médicos hacían todo lo posible por recuperarlo pero lo daban casi por perdido. El pronóstico inicial era muy grave. Su cerebro estaba encharcado por una hemorragia masiva. Mónica, la mujer con la que se había casado solo 9 días antes de sufrir el ictus, fue la única persona que nunca perdió la esperanza. Ella intuía que Luismi la escuchaba y reaccionaba a sus estímulos, pero nadie la creía.

También fue Mónica la persona que tuvo la certera intuición, el pasado 18 de mayo, en una velada con unos amigos, de que el malestar que sentía Luismi era debido a que estaba sufriendo un ictus. Su rápida actuación permitió que el equipo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid activara el protocolo que le permitió, tras un mes y medio en coma y un largo tratamiento, salvarle la vida.

El 18 de mayo Luismi y Mónica acababan de cenar en casa de una pareja de amigos, cuando el hijo de estos se acercó a ofrecerle un regaliz. Se dispuso a cogerlo y notó algo raro, perdía el control. “Yo fui consciente de que me estaba dando un ictus, pero las que no dudaron en ningún momento fueron mi mujer y su amiga”. “Es un ictus, llamad una ambulancia inmediatamente“. “En ese momento yo pensé que me iba y lo único que se me pasaba por la cabeza era lo triste y ridículo que era morir así, delante de esa gente, ¡qué recuerdo tan patético van a tener conmigo desmayándome!”.

Luismi perdió la consciencia nada más llegar al hospital. “Noté que me dormía de una forma muy agradable”. Acababa de entrar en un coma inducido que duró 36 días.

Luis Miguel recuerda el coma como una de las experiencias más placenteras de su vida. “No me veía a mí mismo como espectador, sentía que era protagonista de lo que estaba viviendo en esa nueva dimensión”. Algo similar a cuando sueñas, pero sin tener consciencia de ello. “Cuando duermes no estás pensando que a las 8 va a sonar el despertador, vives el momento como si fuera real, pues lo mismo sucede en el coma”. Durante su camino al “más allá” también tuvo alguna pesadilla, como la discusión con el presidente de Japón para evitar que detonase una bomba atómica, según el relato de sus sueños que escribió al despertar para recoger su experiencia.

Mes y medio después de su infarto cerebral, aún estando en coma, entró en lo que él llama el “valle de la muerte”. “Me vi de pronto en una ladera bellísima. “Había miles almas que me pedían que no la cruzara”, recuerda Luismi. "No cruces, no vengas, no es tu momento”, le decían. “Yo quería ir hacia allá, pero algo me echaba para atrás”, un sentimiento que coincide con el de otras personas que han pasado por el mismo trance de despertar de un coma.

Y efectivamente, no era su momento. Luismi abrió los ojos en la habitación 19 del Hospital Clínico de Madrid tras 36 días en la Unidad de Cuidados Intensivos. Un despertar que ahora recuerda como algo traumático. “Cuando despiertas te sientes como un enanito, impotente ante tanta gente que me estaba mirando y me parecen gigantes amenazantes”. “Tu mujer, tu médico, las enfermeras..., te sientes como una cosa muy pequeñita y desvalida que acrecienta el recuerdo de lo a gusto que estabas hasta entonces”.

Del coma - asegura Luismi - “no se quiere volver”, porque en ese limbo “estás de puta madre, maravillosamente bien, en la gloria”. “La muerte es seducción, te llama para que vayas a ella”.

“Luismi, ¿sabes que has tenido un ictus, verdad?”, es lo primero que me dijo Mónica. Yo recuerdo el momento del mareo y entonces soy consciente de todo lo que me ha pasado”. Luismi también repara en el calvario y preocupación que debió pasar su mujer durante toda su travesía “celestial”, y le urge decirle que ha estado bien. “Quiero que sepas que vengo de la gloria bendita, no he sufrido nada.

En ese instante también se percató de las secuelas que ha dejado el "tsunami" del ictus en su cuerpo. No puede mover la pierna izquierda y nota que tiene la mitad del cuerpo paralizada, una consecuencia frecuente en las personas que han sufrido un infarto cerebral y que le obligará a realizar una larga rehabilitación que asume con optimismo y energía.

Milagrosamente, su capacidad cognitiva está intacta. El ictus ha inmovilizado parte de su cuerpo, lo que le dificulta el habla (lo hace más lentamente, pero con precisión y seguridad), pero su cerebro no ha sufrido daño. Lo recuerda todo y su mente mantiene la agilidad y el sentido del humor que le ha caracterizado siempre. Se siente agradecido al saber que su “pronóstico era muerte o, en el mejor de los casos, estado vegetativo con secuelas más importantes”.

Pero tras la euforia de la vuelta a la vida viene lo peor. Semanas de complicaciones hospitalarias como infecciones y una neumonía que superó con paciencia, resignación y, sobre todo, con el apoyo constante de su mujer. "Sin ella no habría podido superar esto".

12 semanas después, Luis Miguel Domínguez (Luismi para los amigos) nos recibe en su habitación de la Fundación Instituto San José, centro de referencia en rehabilitación de pacientes con ictus. Lo que más impresiona es lo delgado que está. El coma le ha hecho adelgazar 15 kilos y ha perdido mucho pelo. “Me venía bien este lifting, pero no tanto...”, bromea. Habla más lento, casi susurra, pero tiene buen color y la misma lucidez e inteligencia de siempre. A simple vista no se nota que tenga la mitad del cuerpo paralizado, como se puede apreciar en una de las sesiones con su logopeda.

Tanto el Hospital Clínico San Carlos, que le salvó la vida, como la Fundación Instituto San José, que ahora le ayuda a recuperar su actividad cotidiana, forman parte, con acuerdos, de los servicios que presta la Seguridad Social. Una “bendición” y golpe de Karma para Luismi, que siempre ha sido un fuerte defensor y activista del servicio público, y ahora siente que la vida le devuelve todo lo que él ha dado.

Los médicos calculan que Luismi necesitará rehabilitación un mínimo de 3 ó 4 meses, pero no se atreven a decir cuánto durará el tratamiento ya que “siempre depende de la evolución de cada paciente”. El primer objetivo, andar, ya está en camino. “Cuando te levantas por primera vez de la silla, después de tanto tiempo, sientes pánico y vértigo al mismo tiempo”, cuenta Luismi mientras nos hace una exhibición de su avance más importante de los últimos días.

El ictus deja también importantes secuelas psicológicas que también están afectando a Luismi. A pesar de su naturaleza positiva y propensa al buen humor, hay días que no puede evitar estar bajo de moral y derrumbarse, lo que dificulta las tareas de rehabilitación, aunque al final termina levantando el ánimo con la ayuda de su mujer, familia, amigos y el equipo de médicos que son ya también como su 'otra familia'. Se siente “muy agradecido a la vida por haber despertado”, pero los altibajos son inevitables cuando la vida te da un revés como éste.

El coma ha acentuado su espiritualidad. “Yo era agnóstico, pero esta experiencia me ha hecho creer en el alma”. “Siempre he sabido que el cuerpo no es nada, pero dormido he sentido que mi alma seguía más viva que nunca, no solo sobreviviendo”. Para el naturalista, el coma fue una “vuelta a mi origen, a mi yo, al momento de máxima felicidad”. “He conocido otro nivel de espiritualidad que me ha hecho perder el miedo a la muerte”. “Ya he estado allí y sé que cuando llegue mi momento estaré preparado”. “El coma me ha cambiado la vida para siempre, mehe convertido en un ser muy peligroso, porque ya no le tengo miedo a la muerte, ahora lo que temo es a la vida, y siento una responsabilidad enorme con mi mujer”.

En su caso, la causa del ictus fue la hipertensión. “Yo no sabía que lo era y no me trataba”. Pero el motivo de fondo era su estilo de vida. Llevaba tiempo enfadado con el mundo. Profesionalmente, Luis Miguel Domínguez tocó el cielo en los años 90. Amaba su profesión como realizador de documentales de naturaleza en una televisión por entonces boyante. Era considerado el 'sucesor' de Félix Rodríguez de la Fuente, su maestro, y después pionero de una generación de naturalistas televisivos a los que él abrió camino. Como tantos otros presentadores de esa época dorada de la TV, a Luismi las cosas le fueron bien. Pero los avatares de la vida y su idealismo le llevaron a invertirlo sin esperar nada a cambio. Siempre ha sido un idealista. Nunca tuvo apego a lo económico. Era de los que prefería gastarse el sueldo en salvar a los lobos o montar un centro de recuperación de animales en peligro de extinción.

Después vinieron tiempos difíciles. La fragmentación televisiva, la crisis y la menor inversión en documentales le apartaron durante un tiempo de la primera línea. En los últimos tiempos compaginaba colaboraciones en programas como 'Aquí la tierra' (TVE) o 'Cuarto milenio' con sus labores al frente de la asociación Lobo Marley y su activismo en defensa de la naturaleza, los animales y el medio ambiente. También emergieron sus inquietudes políticas y antes del ictus era frecuente verle en actos de partidos que también le han decepcionado. En noviembre de 2018 fue noticia al distribuir el vídeo en el que una decena de perros de caza caían por un barranco cuando su amo les ordena atacar a un ciervo.

En lo personal, su enfermedad le ha permitido recuperar cariños perdidos y amigos alejados. Ahora se ha reencontrado con ellos tras muchos años de ausencia. “Tengo en mi vida capítulos por resolver que me atormentaban mucho y estoy en ello”, reconoce.

“La asignatura pendiente con sus querencias, la frustración por no poder desarrollar toda su capacidad creativa en televisión y su crispación con el panorama político le llevaron a un estado de angustia y malestar que le hacían vivir más aceleradamente de lo que debía. “Yo caía por un terraplén, estaba al límite, nervioso, sabía que en algún momento me iba a dar lo que vulgarmente llamamos un 'jamacuco', que mi cuerpo iba a petar”. Y petó.

Ahora es consciente de que tiene que aprender a vivir de otra forma, pero su curiosidad e inquietudes políticas no han cambiado. Le preguntamos cómo se ha encontrado el panorama nacional después del coma, en plena crisis de la fallida investidura de Pedro Sánchez. “Fatal, “no puede ser que todo el mundo esté pendiente de los egos de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias!".

Pero el primero que tiene un ego poderoso es él. Un amor propio que le lleva a querer superar este bache que le ha puesto la vida para afrontar con optimismo su futuro después de la rehabilitación. Cuando nos despedimos, me cuenta su preocupación por la crisis del Amazonas y su indignación por las polémicas declaraciones de Bolsonaro, cuando dijo que la selva no está siendo devastada por los incendios ni es el pulmón del planeta. Ahora tiene planes de reeditar el aplaudido documental 'Amazonia' que hizo para TVE, para ver la evolución de la zona en estos 20 años, y sueña con poder reunirse algún día con el presidente de Brasil.

Pero antes de meterse en esa 'guerra' sabe que debe ganar la batalla al ictus. Su mente ahora está puesta en superar con éxito la rehabilitación, recuperar la normalidad en su vida y poder decir al mundo, quizá en un libro que ya ha empezado a escribir, que “sí”, que “con el ictus se puede”.

La trayectoria de Luis Miguel Domínguez

Domínguez, director de documentales y activista (Presidente del Lobo Marley) tiene en su curriculum programas memorables de TVE como 'Fauna callejera', 'Vietnam, vida tras la muerte' (finalista en el festival de Nueva York), 'Amazonia, última llamada' (Canal +/TVE), 'El toro amigo', 'Biodiario' o 'Vive la vía'. Suyos son también 'De campo y sin merienda' (Telemadrid), 'La mirada de Anselmo' (Localia TV) o 'Naturalistas' (Cuatro).

Después ha colaborado en otros programas como 'Aquí la tierra' (TVE) o 'Cuarto Milenio' (Cuatro). Y antes, en Antena 3, presentó una sección de naturaleza en los programas 'El show de los récords' y 'Sabor a ti'.

En la radio ha dirigido diversos espacios de divulgación y protección de la naturaleza: 'Al cabo de la calle' (RNE1), 'El ciempiés' (RNE3), 'Apúntate 5' (RNE5) y 'También somos naturaleza' (Onda Madrid). Durante 10 años fue también coordinador del área de naturaleza, economía y medio ambiente del programa 'Hoy por hoy' (Cadena SER) de Iñaki Gabilondo.

Actualmente dirige el Gabinete de Historia Natural, proyecto que fundó hace ya cuatro años para mantener su labor divulgativa en favor del medio ambiente, los animales y la naturaleza.