Hay mascotas no tan corrientes, como la que tiene un vecino de Cádiz. Su animal de compañia es, nada más y nada menos, que un toro reconocido como bravo. Como si de un perro se tratara, Roberto solo tiene que llamarlo para que Carlitos, como se llama el toro, responda a las órdenes de su dueño.
Este toro bravo pesa casi 300 kilos. Muchos toreros se juegan la vida delante de ellos, pero Carlitos, en las distancias cortas es uno más de la familia. "A nosotras no nos hace nada, le dábamos los biberones", comenta una de las hijas de Roberto Benito, dueño de Carlitos. Una historia que comenzó cuando el astado sólo tenía unos días
"Al nacer murió su madre y estuvo perdido en el campo. Estaba muy débil, le llevamos al hospital, lo reanimamos y esperamos unos días hasta que cogió fuerza y me lo traje a mi casa", señala Roberto. De esto ya han pasado casi 3 años. "Estoy deseando que pese 500 kilos y sea un toro grande, el rey de la casa. Mejor que un perro, no te roba nadie", agrega el dueño del animal.
Un buen vigilante, pero no se debe olvidar que es un animal bravo. "Al final tiene la bravura, está tranquilo no va a hacer nada pero si te metes con él, o está en un sitio oscuro o que desconoce va a desarrollar la bravura, es un toro de Lidia", explica Vicente Peña, veterinario.
"Hay días que hemos tenido que correr un poco", comenta la otra de las hijas del dueño de Carlitos. Una genética que alguna que otra ocasión les ha dado algún susto. De todas maneras, esta amistad ya dura más de 2 años y parece que va para largo.