Si crees que estás condenado a pasarte la vida a dieta, te lamentas por no tener las medidas de tu mejor amigo o consideras que tu aspecto sólo te da disgustos, tienes todas las papeletas para ser “gordo de pensamiento”. Pero, tranquilo, porque ya te adelanto algo que podría parecer mentira, pero es verdad, y es que el gordo se hace y se deshace. Y más importante todavía: si consigues transformar la forma en la que te hablas a ti mismo, quizá consigas el cuerpo que quieres MUCHO más fácilmente. ¡Así que deja de llamarte gordo desde AHORA MISMO!
Aquí te voy a explicar algunos de los síntomas del “complejo de gordo”, así que lee con atención por si te identificas con alguno de ellos:
Te da miedo "enfrentarte" al espejo:
Mucha gente piensa que el espejo es su peor enemigo… ¡pero no es más que un objeto inerte! Esto tiene que ver con que el reflejo que vemos está manipulado por nuestro cerebro (bueno, realmente el cerebro manipula absolutamente todo lo que vemos, menudo es) a partir de la imagen mental que tenemos de nosotros mismos. Aquí también entran en juego los mensajes dañinos que nos decimos sin apenas darnos cuenta, la información directa o indirecta que recibimos de nuestro entorno, y los estímulos publicitarios. Por ejemplo, si no paras de comprarte crema antiestrías es bastante probable que cuando te mires al espejo solo veas eso: más y más estrías.
Crees que siempre serás gordo de corazón
En mi consulta de coaching suelo escuchar a menudo la frase “es que yo soy gordo de corazón”, y yo siempre pregunto: “¿y eso qué quiere decir?”. Me han dicho de todo: “es que en mi interior siempre seré un gordo”, “he asumido que estoy condenada a pasarme la vida a dieta”, “por mucho que adelgace me sigo sintiendo gordo”… Esto es algo que me sorprendía muchísimo. ¿Cómo puede sentirse gorda una persona que no lo está? Pues esto tiene explicación: el odio hacia nosotros mismos, la no aceptación de cómo somos (física, mental y emocionalmente), la incoherencia entre lo que hacemos y lo que sentimos… todo esto distorsiona nuestro autoconcepto. El problema no está en la báscula. Da igual que peses 150 o 70 kilos: el problema está en lo que tú piensas sobre ti mismo.
Te atacas cuando hablas de ti mismo
El lenguaje ayuda a construir nuestra realidad y con él nos castigamos continuamente sin darnos cuenta. No es lo mismo decir “estoy a dieta” (algo que suena a que nos estamos prohibiendo cosas) que decir “estoy aprendiendo a comer” (algo que suena mucho más positivo).
Cada día salimos de casa cargaditos de complejos, pensamientos restrictivos y mensajes subliminales que van a afectar a nuestro comportamiento. Algunos parten de nuestra más tierna infancia, porque a lo mejor eras la gorda de la clase o tu madre no te dejaba comer pan porque te ibas a poner como una ballena y tu abuela te comentaba siempre lo guapísima y delgadísima que estaba tu prima. Otros parten de las limitaciones, creencias y barreras que nos hemos ido creando por pura supervivencia y que, por supuesto, suelen ser de lo más catastrofistas, rollo “nunca estaré tan buena como tal actriz”, “soy un desastre, no sé hacer nada”, “nunca me echaré novio porque a ver quién me va a querer a mí”. Porque de repente somos la bruja Lola y vemos el futuro y sabemos perfectamente que algo no va a salir bien antes de ponernos con ello, así que para qué intentarlo. Y también hay algún que otro Anthony Blake que lee mentes y sabe perfectamente lo que los demás piensan de él: “no me quiere porque estoy gordo”.
Lo peor de todo esto es que si hablamos de este modo es porque creemos firmemente estas cosas y al final terminaremos por tener razón. Porque nos hemos autoconvencido de tanto repetírnoslo.
Las comparaciones son odiosas... sobre todo si eres tú quien sale siempre perdiendo
Beyoncé es Beyoncé y tú eres tú. Cuanto antes lo aceptes, mejor. Uno de los puntos fuertes de cualquiera que padezca el “síndrome del gordo” es la tendencia a compararnos con cualquier delgado que se cruce en nuestro camino. ¡Incluso con otros gordos, para ver si está más gordo él o yo! Nos han enseñado a admirar a la estrella perfecta que lo tiene todo y no a sacar lo mejor de quienes somos en realidad. Nos pasamos la vida obsesionados con el “llegar a ser” sin conectar con lo que realmente somos.
Vale, tengo el "síndrome del gordo", ¿ahora qué hago?
Si te has sentido identificado con los síntomas descritos, estás de suerte. ¡Lo tuyo tiene cura! Existen unas cuantas claves que son imprescindibles para quitarte de encima el pensamiento de gordo y empezar a ser quien realmente quieres ser: analiza tu modo de vida y decide si debes cambiarlo para llevar unos hábitos más saludables, aprende a aceptar y a querer las cosas de tu cuerpo que no pueden cambiarse, como tu edad o el ancho de tus caderas, y sobre todo, observa qué tipo de mensajes te lanzas cada día, fíjate en el lenguaje que usas e intenta corregirlo.
Si tienes en cuenta cómo te hablas, qué mensajes recibes del entorno y estás más centrado en ti que en los demás, tu autoestima aumentará y ese cuerpo deseado estará más cerca. “Dejarás de ser eso gordo” cuando uses el poder de la palabra para moldear tu percepción y tu actitud frente al mundo y hacia ti mismo.
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