Encontraron a este pequeño cachorro en el jardín de su casa, llorando y herido. Tenía marcas en la espalda, posiblemente de un ave rapaz que lo hubiera atacado.
Así que lo acogieron en su casa y lo cuidaron con mimo. Al llevarlo al veterinario, este decidió hacerle algunas pruebas, incluida una de ADN para comprobar su raza.
Los resultados sorprendieron a todos. El cachorro, al que habían bautizado como Wandi, resultó no ser un perro ni un zorro como creían sus dueños sino un dingo.
Una subespecie de lobo en peligro de extinción. Wandi está ahora en un santuario junto a otros miembros de su especie creciendo y jugando. Tal vez, un día los dingos dejen de estar amenazados para poder vivir en libertad.