Ralph Napierski no vestía exactamente como un obispo, pero entre el tráfico de personas y de funcionarios de la iglesia su disfraz podía funcionar, según publicó el portal Globalist.it.
Así consiguió entrar en la confusión, aunque por solo unos minutos, antes de ser detectado por la seguridad del evento que lo acompañó hasta la salida, donde recibió el aplauso de la prensa.
Su sotana algo corta, un crucifijo diferente al de los cardenales y una bufanda en el lugar de la banda que se ajustan a la cintura llamaron demasiado la atención y delataron al bromista.
Napierski intentaba participar en la primera reunión de cardenales preparatoria del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI en el Aula Nueva del Sínodo, del Vaticano.