"El psicoanálisis ayuda a soportar el sufrimiento de la existencia, enfrentándote a la verdad"
Entrevistamos al psicoanalista José Antonio Bustos, experto que trató a Nevenka Fernández en su famoso caso de acoso sexual
"Ignorar el inconsciente solo causa más problemas". "Con los psicoanalistas se arruinarían las farmacéuticas"
¿Cómo influye la infancia y la sexualidad? "Nacemos asexuados, el proceso a hombre y mujer es una elección inconsciente y compleja"
"La vida siempre me pareció insoportable, ya desde que era joven no quería vivir, me parecía que no me quería nadie". De todas las frases rescatadas de Verónica Forqué con motivo de su trágica muerte, esta es una de las más reveladoras sobre qué podía estar pasando por su cabeza para llegar al extremo de quitarse la vida.
La actriz confesó que la depresión, que muchos psiquiatras relacionan con la falta de autoestima, es algo con lo que ella convivía desde la adolescencia.
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Detrás de esa persona de eterna y dulce sonrisa que, según cuentan todos los que la conocían, se desvivía por los demás, parecía haber una necesidad interna de aprobación. Algunos actores, como Pablo Carbonell, apuntan estos días a la idea de que muchos artistas eligen esta profesión movidos por su deseo de agradar, de ser aplaudidos.
Verónica Forqué relató que sufrió tres grandes depresiones en su vida, la principal en 2014, cuando se divorció tras 34 años de matrimonio y murió su hermano. Otra en 2016, por un problema de espalda que afectó a su movilidad. Y en 2018, cuando falleció su madre.
La actriz cuenta que se refugió en la marihuana, medicamentos, el yoga, la meditación y el psicoanálisis, definiendo esto último como algo “fundamental” para su estabilidad, aunque reconoció que lo “tenía abandonado” cuando se separó del director de cine y TV Manuel Iborra. Cuando empecé el tratamiento mi psicoanalista me dijo, 'el problema no es Manolo, el problema eres tú porque no sabes decir que no", contó hace un año sobre lo que aprendió con su psicoanalista.
“Me dice que estoy en fase L’Oréal, muy porque yo lo valgo. He estado tantos años siendo políticamente correcta que ahora que soy mayor digo y hago lo que me da la gana. Ahora saco mucho más el genio y, claro, me está generando algunos problemas, se lo he dicho a María Eugenia, mis amigos se están enfadando conmigo. Y es que ahora digo lo que pienso...”, confesó la ganadora de cuatro Goyas, que estudió Psicología antes de dedicarse a la interpretación.
El psicoanálisis, ese gran desconocido
El psicoanálisis, terapia que analiza el inconsciente de las personas para entender su comportamiento, es una disciplina desconocida, a menudo también caricaturizada o temida. Para saber mejor en qué consiste y cómo puede ayudar en cuestiones emocionales, hemos hablado con José Antonio Bustos. Licenciado en Psicología, es miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis Autor de diversos artículos y estudios (Psicoanálisis y discurso jurídico), en la actualidad es docente y supervisor del Servicio de Psicología Aplicada de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia).
Su nombre quizá les suene también, porque es el experto que trató a Nevenka Fernández, la concejala de Ponferrada (León) que hace 20 años interpuso y ganó una querella por acoso sexual contra el alcalde, Ismael Álvarez, en un mediático caso recordado recientemente en un documental de Netflix. Bustos fue una de las personas que ayudaron a la pionera del MeToo a sacar a la luz su trauma, junto a su abogado, Adolfo Barrera y la psiquiatra Rosa María Mollá.
Pregunta. ¿En qué consiste el psicoanálisis?
Respuesta. El psicoanálisis dice que el psiquismo, el sujeto, es una dinámica compleja determinada por los impulsos y la cultura. Freud plantea que nacemos regidos por el principio del placer (comer dulce, por ejemplo), y la educación nos orienta al principio de realidad o adaptativo, un movimiento que exige renuncias (quitar las chuches a un niño e incluir pescado, por ejemplo).
Todo lo psíquico se da en el campo del lenguaje. Somos seres hablantes, con otros y con nosotros mismos. A través de la palabra, buscamos esclarecer los rasgos que nos determinan y lo que nos aqueja.
El hombre soporta poco la verdad que perturbe sus ilusiones
P. ¿Por qué se conoce tan poco o se teme el psicoanálisis?
R. Hay resistencia al psicoanálisis porque desmitifica al animal humano y lo priva de las certezas para orientarse frente a la vida y la muerte. T. S. Eliot dice que “el hombre soporta poca verdad” que venga a perturbarle en las ilusiones que le consuelan. La gente no quiere renunciar a sus ilusiones.
P. ¿A qué se refiere con “ilusiones”?
R. Cuando el humano se enfrenta a la muerte, le consuela pensar que hay un más allá, donde se refugia y se calma. Freud decía que a él le encantaría que existiese todo eso. Pero lo que le inquietaba es que fuera eso, precisamente, lo que necesitamos para vivir. El psicoanálisis desmitifica esas ilusiones, y busca verdades, por eso hay rechazo.
Con los psicoanalistas se arruinarían las farmacéuticas
P. ¿Qué papel tiene el psicoanálisis actualmente en el campo de la salud mental?
R. El psicoanálisis que surge con Freud fue la teoría dominante para el tratamiento de las dolencias psíquicas, hasta los años 60 y 70, cuando aparecen los medicamentos antidepresivos. Con ellos llega el DMS (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) que utilizan los psiquiatras y psicólogos. Los psicoanalistas no hablamos de "trastornos mentales", porque consideramos que no es una enfermedad.
La industria de las farmacéuticas ha copado el campo de la salud mental, poniendo el foco del problema mental en lo biológico, como la caída del litio o la serotonina. El psicoanálisis también acepta la medicación, pero no como método curativo, solo paliativo, porque considera que la persona sí debe responsabilizarse de lo que le pasa. Pero están los intereses económicos. Con los psicoanalistas se arruinarían las farmacéuticas, perderían mucho.
Los psicoanalistas buscamos la causa de la depresión en lo psíquico, mientras que los psiquiatras, en lo biológico
P. ¿En qué se diferencian los psicoanalistas de los psiquiatras?
R. En las enfermedades físicas se busca una causa. Pero en las enfermedades psíquicas, la causa no está clara. Se habla de la caída del litio, por ejemplo, pero aquí viene lo del “huevo o la gallina". ¿Qué vino antes? ¿La bajada de litio te produce una depresión, o un golpe emocional te produce una caída de litio? No hay prueba de que la causa de una dolencia psíquica esté en lo biológico, pero sí de que lo psicológico puede trastornar lo físico. Una mala noticia, por ejemplo, te puede cortar la digestión o hacerte vomitar. El psicoanálisis busca la causa de cualquier conflicto mental (depresión, por ejemplo) en lo psíquico, mientras que la teoría prevalente (la de las farmacéuticas y psiquiatras) se apoya en la causa biológica. Es decir, si te baja el litio o la serotonina, hay que subirla con medicación.
La epidemia de trastornos mentales coincide con el auge de los fármacos y el marketing
P. ¿Rechazan los psicoanalistas la medicación?
R. Los psicoanalistas creemos en la medicación, pero no como método curativo. La depresión no es una enfermedad física: se desconocen sus causas, no hay una sola, no afecta igual a todos y los fármacos (ansiolíticos y antidepresivos) solo alivian los síntomas. Entendemos que la depresión, ansiedad o cualquier problema de este tipo es síntoma de un conflicto interno.
La depresión siempre ha existido (tristeza o melancolía). Pero ahora hay más trastornos mentales, como los llaman los psiquiatras, que nunca. Una epidemia que coincide con las ofertas de los psicofármacos y el marketing. Recuerden el caso Prozac, como píldora de la felicidad, donde parece que la falta de felicidad es una enfermedad. Pero igual que no hay bien sin mal, no hay felicidad sin sufrimiento.
Frente a la aspiración de la felicidad (placer para todos y a todas horas), todos estamos condenados al fracaso. La terapia psicoanalítica ayuda a que el deseo de vivir no se reduzca a la búsqueda de placer. El psicoanálisis denuncia la sociedad infantilizada que resta capacidad de respuesta racional a los problemas.
En el psicoanálisis no tratamos el concepto de "subconsciente", sino el de "inconsciente"
P. Freud decía que todo está en la infancia. ¿Cómo ha evolucionado esta teoría?
R. El psicoanálisis dice que las condiciones psíquicas obedecen a los acontecimientos particulares de cada individuo, sobre todo en su infancia. Pero la aportación más rompedora es la idea de inconsciente, que no subconsciente.
P. ¿Qué es el “inconsciente” para el psicoanálisis?
R. El término “subconsciente” está instalado en el lenguaje popular, pero para los psicoanalistas, no existe como concepto. Cuando alguien dice algo incorrecto, o tiene un lapsus, por ejemplo, llamar a su mujer o marido por el nombre de su amante, decimos “le ha traicionado el subconsciente”.
Para el psicoanálisis solo se trata del “inconsciente", lo que está delante de tus narices aunque no te des cuenta. Esto no es malo ni opuesto a la consciencia.
En el ejemplo del hombre que tiene el lapsus de su amante con su mujer, el inconsciente no nos traiciona, yo soy el que ha traicionado a mi mujer, el inconsciente solo muestra el conflicto que hay en mí (mis compromisos adquiridos con mi pareja frente al deseo por otra). No es algo oscuro que esté por debajo, está en el lenguaje y al hablar, que es la base del psicoanálisis, es cuando se muestra.
Conocer el inconsciente ayuda a soportar el sufrimiento de la existencia, ignorarlo causa más problemas
P. ¿De qué forma nos ayuda desvelar el inconsciente?
R. El inconsciente es una pieza fundamental en la experiencia psíquica. Busca ajustar los dos principios de los que hablamos antes (impulsos y cultura) para que la persona sobreviva (que no entre en locura) como consecuencia de la falta de orientación instintiva. Es una defensa lógica frente a las amenazas particulares de cada uno. Ignorar el inconsciente solo ofrece mayor desorientación, incertidumbre e insatisfacción, que cada vez más deriva en angustia y depresión. En nihilismo existencial.
P. ¿Proyectamos en los sueños nuestros conflictos inconscientes?
R. Efectivamente. Por ejemplo, nos puede caer mal una persona y soñamos que le pasa algo malo. Freud lo definía como la realización de un deseo inconsciente. A veces, cuanto más enrevesado es un sueño, más inconsciente puede ser el deseo que está en juego. El inconsciente del individuo se despliega en sus palabras, en lo que sueña, en lo que calla. No soporto a mi vecino, lo reprimo y construye un sueño.
Quien se interroga para reconocer su malestar íntimo, no se deprime tan fácilmente
P. ¿Cómo ayuda el psicoanálisis a alguien con depresión?
R. Los trastornos psíquicos son complejos. El psicoanálisis trata caso por caso. No existe la depresión sino las depresiones, cada uno con la suya. Quien se interroga y alcanza a reconocerse en su malestar íntimo no se deprime tan fácilmente. Ayuda a manejarte mejor ante las adversidades, a la caída de un ideal, el de la pareja eterna, por ejemplo, en el caso de una ruptura sentimental.
P. ¿Por qué tienen mejor fama los psiquiatras que los psicoanalistas?
R. Los psicoanalistas no tenemos nada en contra de los psiquiatras. Yo colaboro con los psiquiatras cuando los pacientes los necesitan. Son los psiquiatras (no todos, los más débiles) los que hablan a menudo mal del psicoanálisis. Nuestro trabajo se basa mucho en el boca a oreja, el 90% viene por alguien derivado. A mí consulta llega mucha gente con síntomas y estos amainan.
Si alguien va al médico de cabecera y dice “estoy deprimido”, sale de ahí con un antidepresivo. Nosotros le hacemos hablar, es un proceso de levantar capas de cebolla.
P. ¿Con qué dolencias acuden las personas a su consulta?
R. Muchos la nombran como “ansiedad o depresión”, los términos de moda, que responden a la de los fármacos ansiolíticos y antidepresivos. Pero en general se presenta como un sufrimiento. También para abordar problemáticas de consumo (drogas, alimentación..) y problemas en las relaciones.
Casi todos los pacientes vienen determinados por la urgencia y pocas veces conocen de antemano en qué psicoterapia recalan. Los que se someten a psicoanálisis asumen preguntarse por las condiciones de su malestar íntimo y están dispuestos a aceptar la responsabilidad, mucha o poca, que tienen en lo que les sucede y dispuestos a vivir con la inevitable experiencia de la pérdida (el fracaso).
A Nevenka, oír la palabra 'acoso' la tocó. Enfrentarse al trauma le permitió llevar una vida digna
P. Para Nevenka Fernández, el psicoanálisis fue fundamental. ¿Qué descubrió ella que no supiera y cómo la ayudó?
R. Le permitió enfrentarse al trauma para darse la posibilidad de una vida digna, pero no sin consecuencias. Ella hace algo ahora de lo que antes huía, mostrar su testimonio para ayudar a muchas mujeres.
Oír la palabra "acoso" por primera vez –de la psiquiatra de Urgencias- la tocó. Estuvo meses en mi consulta, se ponía a llorar y teníamos que parar. Pudo ver la responsabilidad que tenía ella, pero sobre todo la que tenía su acosador, y decidió denunciar.
La idea del suicidio es frecuente en procesos depresivos, hay que tratarlo con una sutileza extrema
P. En el caso de Verónica Forqué, ¿se pueden detectar y prevenir tendencias suicidas en una sesión de psicoanálisis?
R. Frente al suicidio, la sociedad tiende a mirar para otro lado. "La solución permanente a un problema pasajero” es la mejor definición del suicidio. Al igual que en todas las terapias psicológicas, la idea de suicidio es frecuente en las sesiones de psicoanálisis en procesos depresivos. Muchas personas entienden que la única manera de librarse es desaparecer, eso siempre está ahí. Trabajar con esa idea del suicidio exige una sutileza extrema.
Freud daba mucha importancia a la sexualidad, pero no en el sentido de la genitalidad
P. Freud también daba mucha importancia al papel de la sexualidad. ¿Qué peso tiene hoy en día en el psicoanálisis?
R. Freud daba importancia a la sexualidad, pero no en el sentido de la genitalidad. El psicoanálisis considera que no nacemos sexuados, nacemos macho y hembra, pero no hombres y mujeres. El proceso de sexuación de un niño es una elección personal inconsciente, basada en el goce, siempre compleja. Por ejemplo, sabemos que la transexualidad existe, ahora hay más que nunca, pero no conocemos muy bien qué está pasando. No está tan documentada en la historia como la homosexualidad. La idea de asumir su propio sexo implica la posibilidad de que uno pueda no hacerlo.
No nacemos sexuados, el proceso a hombre o mujer es una elección inconsciente
P. ¿De qué forma puede ayudar el psicoanálisis a una persona transgénero?
R. El psicoanálisis es la terapia más adecuada, porque no impone una orientación, sino que ayuda a entender el conflicto. En los países nórdicos estamos viendo muchos casos de adolescentes que cambian de sexo y algunos luego se arrepienten. Es lo más complejo desde el punto de vista de la sexuación que afronta el ser humano.
P. ¿El psicoanálisis puede ayudar en los conflictos de identidad de género?
R. Exacto. Por ejemplo, si yo veo de niño a mi padre abusar de mi madre, igual eso afecta a mi heterosexualidad. Explorando todo eso ponemos luz al conflicto para que el individuo elija libremente. Se aspira a hacer libres a la gente a partir de su autoconocimiento. Si alguien es homosexual, el psicoanálisis lo aplaudirá, pero si no lo es, o elige cualquiera de las opciones que hay, también.
Freud ponía a sus pacientes en un diván para evitar el cara a cara
P. ¿Esa complejidad puede llevar a conflictos a la hora de desarrollar la identidad sexual? Póngame un ejemplo.
R. Hay niñas de 11 años con un desarrollo precoz que parecen mujeres adultas. Eso puede hacer que lleven su condición de mujer como un castigo. Y también a la inversa, una niña menos desarrollada que las de su clase. También he visto adolescentes en crisis, porque van al gimnasio, por ejemplo, y ven que se les va la mirada a los cuerpos bellos de otros hombres, como es normal, y se preguntan si por ello son homosexuales.
P. ¿En qué consiste una sesión de psicoanálisis? ¿En qué se diferencia de la de un psicólogo?
R. Se diferencia más en la postura del terapeuta que en la del paciente. En la escucha del profesional. Freud los ponía en un diván para evitar el cara a cara, porque pensaba que así el paciente se distraía más que mirando al techo, cuando se concentra más en sí mismo. Pero hay gente que habla mejor mirándote a la cara. Hay una paciente que me decía: “no voy a soportar no saber dónde estás mirando mientras hablo”.
El psicoanalista pregunta, pero habla menos que los psicólogos, no da respuestas, sino que va proponiendo hipótesis para que las trabaje el paciente.
P. ¿Qué casos le han impactado más de los que ha visto en su consulta?
R. Recuerdo una mujer que sufría una agorafobia muy rara. Era muy religiosa. Un día se encontró mirando los genitales de un hombre. Le despertó el temor de que fuera contra sus principios, de que los demás se dieran cuenta, y le produjo una fobia que se tradujo en no querer salir a la calle. Fue doloroso para ella el tener que asumir que todos tenemos pulsiones eróticas y curiosidades. Igual que aquella recién casada, que solo por quedar admirada por la belleza de otro hombre, tiene un sentido de culpabilidad que necesita comprender.
P. ¿Les cuesta más a los adolescentes abrirse que a los pacientes adultos?
R. Sí. La experiencia les ayuda a ordenarse a sí mismos, en sus relaciones sociales, problemas en los estudios o en cómo afrontar el primer contacto sexual. Los machos, cuanto más de sobrados van, más débiles están, por ejemplo. A veces, después de una terapia les invito a irse y que vuelvan más adelante, pasados unos años.
La meditación es lo contrario al psicoanálisis
P. ¿Los psicoanalistas recomiendan la meditación?
R. No. La única meditación es la del diván. El mindfulness o dejar la mente en blanco es lo contrario al psicoanálisis, porque propone activar el pensamiento, no huir de él. No buscar la paz, sino ir a la guerra para ver por qué estás ahí, quien es tu enemigo, por eso es duro.
P. ¿Qué peligros tiene el psicoanálisis?
R. El mayor problema puede estar en el propio psicoanalista, que tenga algún problema de ética, soberbia, o que acabe llevándose por sus prejuicios, que no le permitan tomar distancia, que es fundamental.
P. ¿Es el psicoanálisis una terapia cara?
R. Todas las terapias psicológicas son caras, por eso cuesta tanto que las asuma la Sanidad Pública. La media de una consulta es de 60 euros. Luego están los que van de estrellas que pueden cobrar 150 euros.
Se recomienda que la terapia dure de 6 meses a 2 años
P. ¿Es una terapia puntual o de por vida?
R. En cualquier terapia, necesitamos de 6 meses a un año para poder valorar. Lo más duro es trabajar con niños. Tuve a uno con problemas en los deberes. Cuando empezó a hacerlos dejó la terapia, lo cual fue un error. Hay que perseverar. Para nosotros que un síntoma amaine tan rápido es sospechoso, en mi consulta la media es dos años.
Los psicoanalistas nos psicoanalizamos a nosotros mismos, es fundamental para entender a los demás
P. Cuál es la formación de un psicoanalista?
R. Hay cuatro condiciones: carrera universitaria, la más habitual Psicología o Medicina, más una formación postgrado de cuatro años, bastantes años de análisis personal y supervisión de casos. Además hay que hacer terapia individual, un psicoanalista siempre va a otro, porque necesitamos tener un conocimiento exhaustivo de nuestra propia psique para entender la de los demás. Es como un cirujano, que necesita operar antes de ejercer. Todo esto, al final, lleva no menos de 10 años de formación. Por eso mucha gente que acaba la carrera de Psicología no se hace psicoanalista.