Tras el estrés por las pruebas de acceso a la universidad llega una nueva preocupación: escoger una carrera. Puede parecer una decisión sencilla, pero depende de muchos factores. La facultad, la ciudad y los compañeros de piso que nos apoyarán en esta etapa pueden condicionar la elección de una carrera u otra. Por eso hemos preguntado a varios universitarios que ya tomaron esta decisión y que, tras su experiencia, tienen claros los trucos para que la etapa universitaria sea un éxito.
Si bien los años de carrera pueden ser inolvidables, lo primero que debemos hacer es no idealizar esta fase vital. Tener unas expectativas demasiado altas sólo nos perjudicará a nosotros mismos.
En la universidad se sale de fiesta y se conoce a gente, pero a lo mejor no serán tus mejores amigos por los siglos de los siglos. Por otro lado, aunque el primer año te sientas un poco aislado, el resto de cursos no tienen por qué ser iguales. Te irás moviendo por diferentes ambientes y conocerás a gente más o menos afín a ti. La clave es tener paciencia.
Además de la vida social, también es importante recordar lo que has ido a hacer a la universidad: estudiar. Hay carreras que entrañan más dificultad o que requieren más tiempo de estudio, así que no te duermas en los laureles. Es divertido darlo todo cada jueves, pero no dejes que las ansias de fiesta te hagan suspender. Esto implicaría una inversión de tiempo y de dinero en la segunda matrícula. Si repites alguna asignatura, al menos que sea sabiendo que te has esforzado al máximo.
Una vez te hayas quitado de la cabeza cualquier expectativa, toca tomar la decisión. Pero, ¿cómo elegir algo tan importante?
Carlota, Guille, Zoé, Anne y Diego, cinco jóvenes que están disfrutando de su último año de carrera, han rememorado la incertidumbre del primer curso para aconsejar a quienes ahora se encuentran en un mar de dudas.
“Antes de meterte en una carrera solo porque te llama, mira bien el currículum de asignaturas”, reflexiona Carlota. “Yo empecé Química porque me había gustado en el instituto y me di cuenta de que las asignaturas no me gustaban nada, así que me cambié a Ingeniería Química. Muchas veces los cambios de carrera o la decepción durante el primer año se podrían evitar revisando antes las asignaturas que se imparten en cada facultad”.
En la página web de cualquier universidad, puedes descargar un documento en el que se detallan todas las asignaturas que abarca la carrera, desde las obligatorias hasta las optativas. Es importante recordar que las asignaturas pueden variar de una facultad a otra, aunque la carrera sea idéntica. Por eso es muy útil revisar el currículum de diferentes universitarias.
Por otro lado, si tienes dudas sobre una asignatura, puedes o bien descargar apuntes de Internet para hacerte una idea, o bien preguntar a antiguos alumnos.
“Lo peor que puedes hacer es meterte en una carrera que no te gusta sólo porque tus padres te presionan para ello”, confiesa Guille. “Desde los 12 años mi padre me fue metiendo en la cabeza la idea de estudiar Derecho como él, y ni me planteé otras opciones. En segundo de carrera estaba agobiado porque no me gustaba nada lo que estudiaba, y porque me daba mucho miedo que mi padre se enfadase al contárselo”, relata. “Finalmente me metí en Pedagogía y descubrí mi vocación”.
Aunque sea sin mala intención, nuestros padres pueden condicionar la decisión. Es importante separar lo que ellos quieren de lo que nosotros necesitamos o deseamos. Elegir una carrera para no decepcionarles no es como ponerte un jersey que pica en Navidad solo para que no se enfaden. Se trata de una de las decisiones más importantes de tu vida, así que no la tomes tan a la ligera.
Zoé nos anima a sacar el lado positivo de la pandemia mundial. “Con esto del coronavirus, muchos profesores han dejado clases grabadas. No es lo mismo que ver una clase presencial, pero si tienes dudas puedes hacerte una idea de lo que se impartirá durante la carrera”, comparte. “En algunas universidades estas clases online son de libre acceso, y en otras se pueden descargar o ver en diferido con contraseña. Pide a algún alumno de segundo que conozcas que te deje acceder a ellas y así sales de dudas”.
Este consejo es especialmente útil si dudas entre dos universidades diferentes, ya que cada una tendrá una metodología y forma de impartir las clases. Algunos profesores prefieren las clases de tipo teórico, donde priman los PowerPoints eternos, y otros son más dinámicos. Ver las clases de antemano te ahorrará muchas horas de clase perdidas.
Para Anne la calidad de vida abarca muchas facetas. “Tener a tus amigos cerca, que en la ciudad haya opciones de ocio, que los pisos o salir a tomar algo no cueste un riñón, que el clima se adapte a lo que a ti te gusta o que estés relativamente cerca de tu familia”, enumera. “Para cada persona la calidad de vida es una cosa diferente, y elegir una ciudad u otra puede ser determinante”, relata. “Yo me mudé a Madrid porque estaba harta de vivir en una ciudad enana donde todos te juzgaban y conocían. Me sentí mucho más libre para vestir como a mí me gustaba y para salir con quién yo quería”.
Aunque para muchas personas estudiar en una ciudad u otra es totalmente banal, se trata de una decisión muy importante. Ante la duda, pregunta a amigos o conocidos que vivan allí o aprovecha el verano para pasar un fin de semana en tu ciudad soñada.
“Mi mayor error de primero de carrera fue irme a vivir con mi mejor amigo por no hacerle el feo. Me lo pidió y me dio mucho palo decirle que no. Acabamos sin hablar casi durante meses, y la relación solo mejoró cuando vivimos separados”, recuerda Diego.
Vivir con un amigo tiene sus ventajas: hay confianza para deciros aquello que no os gusta, conocéis vuestras virtudes o defectos, y el buen rollo está asegurado. Sin embargo, la convivencia es una etapa que puede provocar muchos conflictos y que ha arruinado hasta las amistades más sólidas. Mejor vive con alguien afín a ti en el terreno del hogar en vez de en el terreno de la amistad.