El drama de Pete Broadhurst, el hombre que no puede cerrar los ojos desde hace tres años

  • Pete Broadhurst se sometió a una cirugía estética en enero de 2019 y desde entonces no puede cerrar los ojos

  • Su caso ha afectado su visión, por lo que ya no puede conducir o distinguir las expresiones faciales de las personas

  • Este británico de 79 años asegura que ningún hospital privado de su país quiere operarlo por miedo a agravar su estado

Pete Broadhurst, un ciudadano británico de 79 años, gastó 13.000 euros en 2019 en una operación de cirugía estética para tratar sus pómulos caídos, tras haber dado por finalizada su relación con la madre de sus hijos. Sin embargo, las cosas no salieron bien debido a una mala praxis y ahora ya no puede cerrar los ojos.

Después de varias cirugías correctivas, su ojo izquierdo continúa permanentemente abierto, lo que le está ocasionando diversos tipos de problemas. Pete tiene que taparse los ojos cuando duerme y hace uso de gotas, ocho veces al día, para evitar que se sequen.

¿Cómo comenzó el problema de Pete Broadhurst?

A finales de enero de 2019, el septuagenario se sometió a un estiramiento de cuello, una blefaroplastia debajo de los ojos y una rinoplastia. La operación duró nueve horas y al día siguiente fue dado de alta. La intervención parecía haber concluido con éxito, pero pronto notó que sus ojos estaban muy irritados y llorosos.

"Parecía que me habían golpeado. Fue horrible y no podía cerrar los ojos. Estuve enfermo toda la noche. El día después de la cirugía deseé no haber ido nunca", aseguró. Ante esto, los doctores que lo trataron le indicaron que su caso era normal, que solo tenía que esperar a que su cuerpo se acomodara a los cambios y cicatrizara correctamente.

Al ver que no mejoraba, nuevamente pidió asistencia. Es ahí cuando le detectaron una complicación de la cirugía de párpados llamada ectropión, una condición en la que los párpados inferiores se separan del globo ocular e impiden que los ojos se cierren por completo.

Tras detectarle este problema, fue sometido a una nueva cirugía (de manera gratuita) para un injerto de piel que pudiera ayudar a que sus mejillas se encontraran con sus párpados, pero no funcionó.

Han pasado tres años y desde ese día no puede conducir o distinguir las expresiones faciales de las personas. Tampoco puede practicar tiro al blanco, su gran afición. Durante años incluso se cerraba los ojos con cinta adhesiva para poder dormir, señala el Daily Mail.

Broadhurst relata que ningún hospital privado quiere operarlo, ya que podrían agravar sus problemas de visión. "Un día, al subir al autobús, un hombre me dijo: "'Dios mío, ¿qué te pasó en la cara?'. De sentirme mal pasé a sentirme peor", contó en una entrevista. "Ahora solo me preocupa que mis ojos estén cómodos. Solo quiero alivio. Sea quien sea en quien confíes, incluso un cirujano de primera, por favor, ten cuidado porque puede arruinar tu vida", aseguró.