La historia de esta mujer parece sacaba de uno de los relatos de Agatha Christie, pero es real. Todo comenzó cuando un día descubrió que el agua que dejaba cada noche en su mesilla de noche tenía un sabor distinto al habitual.
Entonces empezó a sospechar de su marido, con el que llevaba casada 40 años y mandó a analizar el agua. Sus temores quedaron confirmados: en el agua había ácido clorhídrico. Poco después, la mujer encontró una botella con un líquido claro entre los objetos de sus marido. Con todas las pruebas en su mano, decidió pedir consejo a su familia y le recomendaron comprar un despertador con cámara.
Ese despertador, un objeto cotidiano aparentemente inofensivo, fue la prueba definitiva para poder confirmar que realmente era su marido el que trataba de envenenarla. El hombre se encuentra en prisión acusado de intento de homicidio, pero asegura que no quería matarla, sino enfermarla un poco para que se le pasara su obsesión por las peregrinaciones religiosas y la emisora 'Radio María'.