La psicología detrás de la peluquería: mucha gente se corta el pelo cuando se siente mal

yasss.es 22/05/2018 16:57

Antes de empezar, un prólogo: ¿sabías que los humanos somos los únicos mamíferos cuyo cabello crece y crece y crece y no deja de crecer? Porque, piénsalo: tu gato, tu perro o tu hurón no desarrollan una preciosa cabellera. Algunos psicólogos y biólogos afirman que el cabello de los seres humanos crece en la cabeza como una señal para mostrar salud: un pelazo equivale a que, generalmente, no has sufrido ninguna enfermedad grave recientemente. Un pelazo, a la vez, nos permite dejar claro a qué tribu o estrato social pertenecemos. Si crees que eso es una cosa antigua (que un poco lo es), compara los arquitectónicos cardados y brillantísimos hidratados de un barrio bien con los peinados más prácticos, cortos y discretos de un barrio… regular.

Y ahora llegamos a nosotros mismos: cuando estamos tristes, nos gusta cortarnos el pelo. ¿Por qué? Según una encuesta llevada a cabo por el estilista británico Andrew Collinge entre 3.000 mujeres, las mujeres se cambian el estilo de peinado hasta 104 veces en toda su vida y, al menos, tres veces de color.

Hay un poderoso efecto en cortarse el pelo, uno tan básico y obvio que lo entendería hasta un niño: cuando te cortas el pelo, de alguna manera, te conviertes en otra persona. Esto también tiene un poco que ver con esa extraña calma que en los países primermundistas vendidos al capital sentimos cuando nos vamos de compras: como intento de purificación, un cambio de look no tiene rival. Piensa en cuán importante es un buen drama personal en los programas de cambio de imagen (desde el añorado ‘Cámbiame’ hasta los que vemos en Divinity: un cambio de imagen es mucho más potente cuando va unido a un cambio de pensamiento y de planteamiento vital).

Algunos psicólogos cuentan que un cambio radical (por ejemplo, una mujer con melena dejándose un corte masculino a lo ‘garçon’) puede venir bien incluso a gente que adoraba su melena: un shock externo es a menudo un ejercicio de rehabilitación interior y también una manera de dejar de pensar en los problemas que tenían antes.

Ojo, que ese cambio radical no pasa solo por un corte de pelo: es habitual que alguien que se tiñe completamente también quiera comunicar algo. A veces es “mírame”, pero otras es “no me mires”: hay cortes de pelo que obedecen a la voluntad de pasar desapercibidos. Según un artículo del Reader’s Digest, existe toda una ciencia para leer entre líneas a una mujer (los hombres somos mucho menos originales a la hora de peinarnos, pero también puede valer para hombres con pelazo) según su cabello. Ojo, hay algún lugar común, pero no deja de ser interesante: las mujer con cabello pelirrojo son más divertidas, las que tienen el cabello gris tienen mucha confianza en si mismas, las de pelo corto quieren remarcar su valía profesional, el pelo excesivamente largo puede mostrar inmadurez o amor por la libertad (eh, ¿no es lo mismo?), la raya al medio organización y el alisado japonés, perfección.

¿Y qué es lo mejor de todo? Que puedes ser todas esas cosas, si lo deseas, en un año. Cortarnos el pelo es el primer paso en un cambio (si queremos un cambio) que debería ser interno e intenso. Pero claro, esto es mucho más fácil. Esto solo llevará un par de horas y unas decenas de euros (dependiendo de dónde te lo cortes).

Un ojo a la gente que cambia radicalmente de aspecto a tu alrededor: a menudo es señal de un trauma importante. Un informe publicado en 2013 reveló que mucho cambio radical en poco tiempo puede ser un grito de ayuda. Y también puede ser una respuesta a un trauma importante. No queremos mezclar algo tan frívolo como cortarse el pelo con algo tan traumático y delicado como una violación, pero es habitual entre víctimas cortarse el pelo después de sufrir un asalto sexual. En una preciosa historia anónima publicada en Teen Vogue, la versión adolescente de la popular publicación de moda de Condé Nast, una mujer contó cómo los cortes de pelo le habían ayudado a superar el abuso sexual que sufrió.

Pero nos cortamos el pelo por muchas más cosas. A veces nos lo cortamos para demostrar al mundo que podemos hacerlo, que tenemos control sobre nuestros cuerpos. ¿Cuántos adolescentes no se hacen cortes raros, curiosos, a veces directamente desagradables, solo para demostrar a sus padres que pueden hacerlo? A veces nos lo cortamos para demostrárselo a nuestro propio cuerpo y a nuestros propios miedos.

Cortarse el pelo también tiene otras connotaciones. Durante un tiempo (sea media hora, sean cinco), tienes a alguien dedicado a ti en cuerpo y alma. Alguien que solo vive para mirar fijamente tu cráneo, como si intentase saber qué está ocurriendo dentro. Durante ese tiempo, las horas también son solo para ti. Sin móvil (deja el móvil en la peluquería, haz el favor), sin interrupciones, sin nada. Viva la autoindulgencia. También hay algo bastante alucinante en el hecho de permanecer ante un espejo tanto tiempo seguido. Cuando yo lo hago en mi peluquería de confianza acabo conociendo a cinco o seis versiones de mí que no conocía, que posan al otro lado del espejo, delante de mis ojos, revelándome detalles de mi anatomía que solo ahí me paro a contemplar. La última vez me di cuenta de que definitivamente tengo el ojo derecho más arriba que el izquierdo. Aunque al final ya dudé y me pregunté si estaba más arriba el derecho.

Amigos y amigas, cuando nos cortamos el pelo también nos ponemos a prueba. Una cosa que tiene el pelo es que una vez cortado no tiene remedio. Hacerse un corte extremo es una manera de poner a prueba tus miedos y tus nervios. Hazlo mañana mismo. Vete a cortarte el pelo. Déjate querer, pide que te masajeen el cogote. Mírate fijamente al espejo. Y si no te gusta el resultado, no te alarmes: crecerá. El pelo es lo único cuya pérdida nos hace sufrir pero, al contrario que el resto de pérdidas que nos entristecen, siempre vuelve.