El viejo coche se fue convirtiendo en parte del paisaje de este pequeño pueblo italiano a fuerza de permanecer en el mismo lugar aparcado desde 1974. Su dueño Angelo Freecolant, propietario de un kiosco de prensa, lo usaba como almacén y trastero a las puertas del negocio que llevaba con su mujer. Ahora está feliz de que su querida Lancia Fulvia sea restaurado y recolocado como un monumento en un parque del centro de Conegliano.
Angelo Freecolant no ha movido el viejo coche, con las ruedas desinfladas y la carrocería que se cae a trozos, pero con todos los impuestos y seguros al día, asegura. A pesar de que no lo ha movido del lugar, desde hace casi medio siglo. Los vecinos de este pequeño pueblo del Veneto, en Italia, pueden dar fe de ello y comparten la alegría de su propietario de que el destartalado vehículo pase a ser una reliquia de todos.
Incluso algunos consideran que el Lancia Fulvia es el verdadero símbolo de Conegliano. Al menos acompaña con su presencia celeste desteñido por los años, a todos los viandantes y residentes de este pueblo, que lo sienten también un poco suyo.