Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que el agua, al estar en un vaso, experimenta una serie de reacciones químicas. Esto provoca que se altere el sabor del agua. Aún no existen estudios que expongan este cambio que sufre el agua, pero sí algunas teorías, tal y como explica 'Lifestyle'.
Una de ellas es la del doctor Kellogg Schwab, director de Johns Hopkins University Water Institute, explica que el vaso de agua que pasa una noche a la intemperie acaba sufriendo una invasión de los microorganismos. Si bien es cierto que el cloro que contiene el agua tratada controla este fenómeno, si bebemos ese agua al día siguiente estaremos ingiriendo una mezcla de gérmenes. También hay que tener en cuenta que el polvo que se encuentra en el ambiente también puede caer a ese agua, tal y como recoge 'Wassermatic'.
Por otro lado, si el agua pasa más de doce horas sin taparse, empieza a mezclarse con el dióxido de carbono del aire y, por lo tanto pierde pH. Esto puede explicar el motivo por el que su sabor se encuentre alterado.
Cuando dejamos una botella de plástico dentro del coche y a merced de los rayos de sol lo mejor es no volver a usarla. Esto se debe a que las botellas de plástico tienen BPA (el químico tóxico interruptor del funcionamiento óptimo de las hormonas), una substancia que se libera con el calor del sol y contamina el agua que lleva dentro. Asimismo, aunque cambiemos el agua de dentro, el plástico de la botella ya habrá liberado esa substancia, por lo que contaminará el agua con la que la hayamos rellenado el envase.