Mikey siempre había querido tener un hermanito, desde que tenía 3 años, y se impacientaba cuando veía a sus amigos y compañeros con sus hermanos. Jessica sufrió un aborto a las 11 semanas en enero de 2017, pero no le dijo nada a su hijo. Simplemente le decía que sucedería “cuando fuera el momento”. La pareja temía no poder darle ese hermanito a Mikey.
En LoveWhatMatters.com, Jessica explica que meses después sintió que algo no era normal. Se hizo una prueba de embarazo y dio positivo. Su marido no podía creérselo y la obligó a hacerse otro test para estar seguros. “Estábamos emocionados pero cautelosos”.
Las siguientes siete semanas fueron difíciles”. Jessica sangraba cada semana. En noviembre, Jessica y su marido supieron que esperaban un niño y se lo dijeron a Mikey. Sin embargo, el bebé dio varios sustos y Jessica tuvo que someterse a una cesárea de emergencia a las 30 semanas de gestación.
El bebé pesaba menos de un kilo y medía 30 centímetros. Diez días después de nacer, Mikey pudo abrazar por fin a Jake en la UCI. Fue el primer hermano en hacer piel con piel en el hospital de Boston donde Jake estaba ingresado. “Fue increíble y emotivo, y creo que se convirtió en la base de su vínculo fraternal”, asegura la madre.
Jake pasó 62 días en el hospital y los hermanos tienen un vínculo especial. “Mi marido y yo querríamos que Jake nos mirara como mira a Mikey. Es como si los dos hubieran estado destinados a ser hermanos. Me siento honrada de ser testigo de su amor”, afirma.
Jessica publica fotos de sus hijos en Instagram en @themarottabrothers.