En primer lugar, es importante diferenciar la ansiedad y el estrés, y la ansiedad "sana" de la "patológica".
Asimismo, la ansiedad puede ser "sana" cuando nos prepara para la acción (por ejemplo, si crees que vas a suspender, estudias más). Por eso niveles moderados de ansiedad son beneficiosos.
Cuando la ansiedad se vuelve patológica, se ve acompañada de malestar y un deterioro en nuestro rendimiento y en nuestro bienestar. Es decir, no puedes estudiar más o mejor porque tu cerebro está al borde del colapso con tanta preocupación.
¿Cuáles son los motivos de ansiedad más típicos en Navidad?
A todos estos factores se suma la presión social por estar constantemente feliz. Supuestamente estas fechas son para disfrutar, lo que provoca una culpabilidad tremenda a aquellos que no se sienten precisamente alegres. Finalmente acaban reprimiendo sus emociones, lo que a su vez provoca aislamiento, tristeza, irritabilidad, apatía y un aumento de los síntomas ansiosos.
Hemos recopilado unos cuantos trucos que a algunas personas les han sido útiles para sobrellevar la ansiedad navideña. Coge papel y lápiz y apunta:
"Desde hace unos años me propongo propósitos asequibles. Por ejemplo, el año pasado mi propósito era encontrar trabajo, así que lo desglosé en diferentes cosas: echar currículums en 20 empresas de mi ciudad, apuntarme a tres cursos para mejorar mi formación y ver mi serie favorita en versión original para mejorar mi nivel de inglés. En abril conseguí curro." – Rafael, 29 años.
"Para evitar el estrés de última hora me planifico mucho. Compré el vestido de Nochevieja en noviembre para no agobiarme yendo de tienda en tienda. También fui la que organizó la cena de los amigos, porque me los conozco y al final estamos a última hora sin restaurante porque todos están petados. Con los viajes y los gastos hago lo mismo. Algunos pensarán que soy una loca del control, pero por lo menos soy una loca ordenada." – Elena, 27 años.
"Lo que más me agobia de la Navidad son las puñeteras cenas. Siempre acabo discutiendo con mi tío. Hace comentarios retrógrados sobre mi orientación sexual, mi trabajo y mi modo de vida. ¿Solución? Sentarme lo más lejos posible. El año pasado me compinché con mi hermano y cada vez que mi tío hacía un comentario ofensivo, mi hermano cambiaba de tema. Por eso es importante no comerte tu solo la ansiedad y hablar y pedir ayuda a alguien con quien tengas confianza." – Alber, 21 años.
"A mí lo que me provoca ansiedad son las discusiones familiares. Algo que he hecho este año es aprender a discutir. Ponerme en el lugar de la otra persona, evitar ciertas palabras que pueden hacer daño… No es lo mismo decir "eres un crío" a "en este momento estás actuando de manera infantil". También me he dado cuenta de que no sirve de nada interrumpir a la otra persona, alzar la voz o decir lo primero que se te pasa por la cabeza. Parecen obviedades, pero en medio de una bronca se te olvidan." – Ángel, 20 años.
"Como me agobia muchísimo todo el tema de las aglomeraciones, compro los regalos por Internet. No es el mejor consejo del mundo, pero a mí me ayuda." – María, 25 años.
"Lo que hago para no morir del asco en Navidad es aprovechar su único punto positivo: el tiempo libre. Dibujo, leo, veo películas y paseo por la ciudad. También me gusta aprovechar y ver a esos amigos a los que no veo el resto del año porque viven lejos. Todo esto me da fuerzas para no volverme locatis en la cena de Nochevieja." – Merce, 23 años.
"El mejor consejo del mundo mundial es no quedar con nadie por compromiso. Y mira, si quedas como un borde pues qué más da. ¿Acaso te importa lo que piensa de ti alguien que ni siquiera te cae bien? Desde que empecé a sudar de lo que piensan los demás y a no perder mi tiempo con gente que ni me importa soy más feliz." – Jonathan, 32 años.
"Lo que más me funciona es tan tonto que me da hasta palo decirlo. Si mis padres sacan el tema de mis oposiciones, digo que prefiero no hablar del tema con una sonrisa en la cara. Si mi abuela me pregunta que por qué sigo soltera, digo que mi vida sentimental es muy aburrida y que mejor hablar de otra cosa. Es decir, soy sincera. En vez de inventarme excusas, ponerme a la defensiva o hablar durante horas de mis movidas (y acabar de bajona), evito el tema diciendo la verdad." – Paula, 24 años.
Otros consejos profesionales:
*Nota: Si tus preocupaciones son excesivas o molestas y afectan a tu funcionamiento, pide ayuda profesional. El objetivo de este artículo es informar, no sustituye la terapia psicológica.