Nada presagiaba que lo que comenzó con un simple dolor en el brazo para la estadounidense Keirra Eames, terminase en un coma inducido de 11 días y la amputación de su brazo derecho.
La mujer que manifestó al llegar al hospital que se había levantado a mitad de la noche con un dolor similar al que se sufre cuando uno se disloca el brazo. Poco después, Eames empezó a experimentar otros sintomas como fiebre y vómitos.
Al acudir al hospital, Keira y su marido descubrieron que padecía de fascitis necrosante, una rara infección bacteriana que se propagaba en sepsis por todo su organismo.
Rápidamente y viendo que su vida podía correr peligro, los especialistas decidieron inducirle un coma, en el que permaneció 11 días. Durante el como, la estadounidense tuvo que someterse a cinco intervenciones.
En la primera, los médicos "amputaron solo un 40 % de la masa muscular" de su brazo. Pero, la sepsis continuó propagándose. La mujer estaba en estado crítico, sus riñones estaban dejando de funcionar y había líquido en su cerebro. Así que no tuvieron más remedio que amputarle el brazo entero.