Hace 17 años, una pareja adoptó a un bebé de origen racial asiático y decidió que el niño no perdiese sus raíces. Para ello, le acercó a la que creía que era su cultura, la china.
Ocho meses después de adoptar al niño que les “había enamorado”, y tras asegurar a sus padres biológicos que lo criarían bien, hicieron un esfuerzo por conectarle con lo que creían que eran sus raíces culturales.
Con este objetivo, se hiieron amigos de una comunidad de expatriados chinos que vivían junto a ellos. Y, una pareja, llegó a representar para el pequeño la figura familiar de ‘tíos’. Incluso, viajaron a China de vacaciones e hicieron que el niño aprendiese mandarín, según publica el diario ‘Daily Star’ que recoge la historia difundida y viralizada en Tiktok, donde la ha compartido @mrsmedeiros.
El pequeño pasó los 17 primeros años de su vida criado como si fuese un niño chino, pero cuando entró en la universidad, los padres adoptivos se vieron obligados a revisar el certificado de nacimiento de su hijo.
En ese momento se dieron cuenta de que habían cometido un error garrafal: los apellidos de los padres biológicos eran Park y Kim, coreanos y no chinos como siempre pensaron, es decir, su hijo no era de China y le habían criado toda su vida como tal.